OPINIÓN
Ananías en modo faltón
Gracias a Eugenio de Ávila y a su artículo de opinión publicado el pasado miércoles 12 de agosto en El Día de Zamora, en el que ostenta la dirección, titulado “Podemos dilapida la superioridad moral de la izquierda” http://eldiadezamora.es/art/28847/podemos-dilapida-la-superioridad-moral-de-laizquierda, me acabo de enterar, así, de una tacada (sin filtros y sin vaselina) que, como militante y votante de Podemos, soy: una persona de fe, no tengo capacidad de reflexión y que, aunque me crea de izquierdas, no soy otra cosa que un fascista de la siniestra (sic). ¡De lo que se entera uno a través de una columna periodística! ¡Y yo que pensaba que defendía unos valores de justicia social! ¡Cuán equivocado estaba!
Llegados a este punto, creo que tengo que pedir perdón (no sé a quién, pero lo pido por si acaso) por mis “equivocaciones”. Solo me queda abjurar cual Pablo de Tarso y rogarle al autor del artículo que ejerza como mi Ananías particular. A partir de ahora voy a renegar de haberme comprometido con un partido que, incluidos errores que se hayan cometido (y los que vendrán), con su sola irrupción dio un vuelco a la política de este país. Una formación que, desde sus inicios, ha recibido (los sigue padeciendo a día de hoy) ataques por tierra, mar y aire –cloacas del Estado, medios de comunicación y poder judicial- para solaz satisfacción de los que tienen la manija de nuestras vidas. En este apartado se puede incluir el acoso fascista, ahora sí el término es ajustado, que está sufriendo el vicepresidente y su familia.
Tendré que renunciar a participar en iniciativas que promuevan una mejora de la vida de las personas y mira que me fastidia, pero todo sea en aras de la conversión. Estoy dispuesto a transformarme hasta el punto de dejar de lado la crítica a las políticas que han menguado, cuando no aniquilado, derechos sociales y al planteamiento de nuevas alternativas a ese escenario.
Hay algo que me costará más y es separarme de compañeras y compañeros con los que trabajo, discuto y comparto. Bueno, ya abierto en canal en pos de la metamorfosis que estoy empezando a sufrir, confieso que a veces también me tomo unas cañas con ellas y con ellos y hasta nos echamos unas risas. Ah, y hacemos alguna comida que otra. Pero eso sí, todo dentro de la más pura ortodoxia que representa la “categoría social e intelectual” de Pablo Iglesias.
Creo que por fin he visto la luz. Me he caído del caballo y lo tengo totalmente decidido, cuando próximamente renueve el DNI, solicitaré que me cambien el nombre por el de Pablo (el de Tarso, por supuesto). Gracias, Ananías de Ávila.
PD.- Acepto y asumo, con mayor o menor agrado, las críticas que se le hacen al partido político en el que milito y a su secretario general, pero considero una falta de respeto absoluta los insultos vertidos hacia la militancia y votantes de Podemos. Un poco más de nivel (sí, también intelectual).
Fernando Barrio Álvarez (militante de Podemos Zamora)
Gracias a Eugenio de Ávila y a su artículo de opinión publicado el pasado miércoles 12 de agosto en El Día de Zamora, en el que ostenta la dirección, titulado “Podemos dilapida la superioridad moral de la izquierda” http://eldiadezamora.es/art/28847/podemos-dilapida-la-superioridad-moral-de-laizquierda, me acabo de enterar, así, de una tacada (sin filtros y sin vaselina) que, como militante y votante de Podemos, soy: una persona de fe, no tengo capacidad de reflexión y que, aunque me crea de izquierdas, no soy otra cosa que un fascista de la siniestra (sic). ¡De lo que se entera uno a través de una columna periodística! ¡Y yo que pensaba que defendía unos valores de justicia social! ¡Cuán equivocado estaba!
Llegados a este punto, creo que tengo que pedir perdón (no sé a quién, pero lo pido por si acaso) por mis “equivocaciones”. Solo me queda abjurar cual Pablo de Tarso y rogarle al autor del artículo que ejerza como mi Ananías particular. A partir de ahora voy a renegar de haberme comprometido con un partido que, incluidos errores que se hayan cometido (y los que vendrán), con su sola irrupción dio un vuelco a la política de este país. Una formación que, desde sus inicios, ha recibido (los sigue padeciendo a día de hoy) ataques por tierra, mar y aire –cloacas del Estado, medios de comunicación y poder judicial- para solaz satisfacción de los que tienen la manija de nuestras vidas. En este apartado se puede incluir el acoso fascista, ahora sí el término es ajustado, que está sufriendo el vicepresidente y su familia.
Tendré que renunciar a participar en iniciativas que promuevan una mejora de la vida de las personas y mira que me fastidia, pero todo sea en aras de la conversión. Estoy dispuesto a transformarme hasta el punto de dejar de lado la crítica a las políticas que han menguado, cuando no aniquilado, derechos sociales y al planteamiento de nuevas alternativas a ese escenario.
Hay algo que me costará más y es separarme de compañeras y compañeros con los que trabajo, discuto y comparto. Bueno, ya abierto en canal en pos de la metamorfosis que estoy empezando a sufrir, confieso que a veces también me tomo unas cañas con ellas y con ellos y hasta nos echamos unas risas. Ah, y hacemos alguna comida que otra. Pero eso sí, todo dentro de la más pura ortodoxia que representa la “categoría social e intelectual” de Pablo Iglesias.
Creo que por fin he visto la luz. Me he caído del caballo y lo tengo totalmente decidido, cuando próximamente renueve el DNI, solicitaré que me cambien el nombre por el de Pablo (el de Tarso, por supuesto). Gracias, Ananías de Ávila.
PD.- Acepto y asumo, con mayor o menor agrado, las críticas que se le hacen al partido político en el que milito y a su secretario general, pero considero una falta de respeto absoluta los insultos vertidos hacia la militancia y votantes de Podemos. Un poco más de nivel (sí, también intelectual).
Fernando Barrio Álvarez (militante de Podemos Zamora)

















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