Emilia Casas
Jueves, 27 de Agosto de 2020
LITERATURA

El único acto del ser humano que no se justifica es la traición

[Img #43025]En la antigua Grecia, hace casi dos milenios y medio, surgió una de las amistades más célebres en la cultura occidental. Fue la que sostuvieron los filósofos Sócrates y Platón. El primero fue maestro del segundo y compartió sus conocimientos con él. Sócrates no dejó ninguna obra escrita, pero Platón decidió recuperar los hechos de la vida de éste y los detalles de su pensamiento en una serie de obras filosóficas y literarias denominadas “Diálogos”. La Defensa de Sócrates, hoy día se encuentran entre los libros más importantes para la historia del pensamiento. Aristóteles fue discípulo y amigo de Platón, pero no compartía su visión del mundo y creó un sistema a partir de ideas propias, lo que demuestra que muchas de las grandes amistades que han existido se han formado entre personas totalmente diferentes; tanto en carácter como en pensamiento.

A lo largo de la historia han sucedido guerras, romances, amistades y traiciones históricas. De los tres primeros ya se ha hablado mucho, que si la guerra de Troya, que si Romeo y Julieta, que si Julio César. Decía Maquiavelo que la traición es el único acto del ser humano que no se justifica, pero eso no ha evitado que esté presente en la historia desde Judas, que traicionó a Jesús por 30 monedas de plata, hasta hoy.

Quizás nadie entienda mejor el valor de la lealtad que aquella persona que ha sido traicionada en algún momento. Dante Alighieri, por ejemplo, ubicaba a los traidores en el último círculo del infierno ya que consideraba a la traición como el peor pecado de todos. La razón es que, a diferencia de otro tipo de crímenes, para traicionar primero hay que ganarse la confianza y el afecto de la víctima. Tal vez por eso es tan dolorosa, porque viene de personas cercanas.

Los estrechos lazos que formamos con nuestros amigos nos alegran la vida y nos ayudan a superar momentos difíciles. Encontrar un amigo sincero con quien podamos compartir una amistad incondicional que podría ser imperecedera, tiene y debe estar amparada por dos elementos primordiales que no pueden faltar: la honestidad y la lealtad. En ellos no hay espacio para la traición. Ya lo dijo Aristóleles: “Aquellos que desean el bien inherente a sus amigos, son los verdaderos amigos”.

Emilia Casas Fernández.

Comentarios Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.149

Todavía no hay comentarios

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.