CON LOS CINCO SENTIDOS
Y se hizo la paz en mí
Nélida L. del Estal Sastre
Y se hizo la paz en mí, recorriendo cada uno de mis miembros inertes.
Se hizo la paz en mí, en el aire que respiro a duras penas, en el sol que levanta su mirada cada mañana, de cada día y en la noche que le toma el relevo pasadas las horas. Y se hizo la paz en mí, usurpando la desazón de mi corazón palpitante y defectuoso en sus querencias.
Y se hizo la paz en mí, al conseguir doblegar al que posaba su brutalidad en mi rostro y me lo partía en dos mitades similares, casi idénticas en su forma, pero diferentes en su modo de ser, y de actuar ante el mundo y ante las personas de bien, como yo.
Y se hizo la paz en mí, cuando comprendí que el ser humano nunca cambiará, que será siempre defectuoso, servil, depravado, inútil para amar la verdad y de verdad. Que jamás podrá decir con palabras lo que siente en sus huesos por temor a que le sean partidos en mil pedazos.
Y se hizo la paz en mí, porque, por fin, comprendí lo incomprensible, escruté lo inescrutable y cogí de la mano a esa señora de larga y delgada silueta que se pasea buscando almas, para cosecharlas antes de que el estío finalice con su guadaña imperturbable, impasible.
Y se hizo la paz en mí, porque amé y fui amada, tanto que el dolor me enterró en vida y desdobló mis adentros hasta convertirlos en un amasijo de escoria de chatarrería de extrarradio.
Y se hizo la paz en mí, porque te miré y supe que no eras, no serás, ni fuiste mi salvación, quizá un flotador para amarrarme a la vida un poco más.
Y se hizo la paz en mí.
Y se hizo la paz en mí, recorriendo cada uno de mis miembros inertes.
Se hizo la paz en mí, en el aire que respiro a duras penas, en el sol que levanta su mirada cada mañana, de cada día y en la noche que le toma el relevo pasadas las horas. Y se hizo la paz en mí, usurpando la desazón de mi corazón palpitante y defectuoso en sus querencias.
Y se hizo la paz en mí, al conseguir doblegar al que posaba su brutalidad en mi rostro y me lo partía en dos mitades similares, casi idénticas en su forma, pero diferentes en su modo de ser, y de actuar ante el mundo y ante las personas de bien, como yo.
Y se hizo la paz en mí, cuando comprendí que el ser humano nunca cambiará, que será siempre defectuoso, servil, depravado, inútil para amar la verdad y de verdad. Que jamás podrá decir con palabras lo que siente en sus huesos por temor a que le sean partidos en mil pedazos.
Y se hizo la paz en mí, porque, por fin, comprendí lo incomprensible, escruté lo inescrutable y cogí de la mano a esa señora de larga y delgada silueta que se pasea buscando almas, para cosecharlas antes de que el estío finalice con su guadaña imperturbable, impasible.
Y se hizo la paz en mí, porque amé y fui amada, tanto que el dolor me enterró en vida y desdobló mis adentros hasta convertirlos en un amasijo de escoria de chatarrería de extrarradio.
Y se hizo la paz en mí, porque te miré y supe que no eras, no serás, ni fuiste mi salvación, quizá un flotador para amarrarme a la vida un poco más.
Y se hizo la paz en mí.



















Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.110