REPÚBLICO
El político que se mueve no sale en la fotografía
Cierto que el PP de Martínez-Maíllo y demás hermanos avergonzados en definirse como de derechas apenas hicieron nada por recolectar en el campo de La Moncloa, donde gobernó durante siete años Mariano Rajoy, frutos para nuestra tierra: ni la transformación en autovía de la N-122 entre la capital de la provincia y Alcañices, ni presentar un plan global de restauración del recinto defensivo de la ciudad medieval zamorana, ni el 1,5% cultural, ni nada de nada. Solo lo de la llegada del Alvia, porque, para llegar a Galicia, había que atravesar nuestra provincia y hacer parada en la capital. Durante un tiempo, además, se contó con horarios excelentes para que profesionales zamoranos que trabajan en Madrid lo utilizasen al alba. Después, el ejecutivo de Sánchez, aprovechado la pandemia, acabó con ese servicio.
Un servidor ya escribió muchos artículos exigiendo a los vicarios del PP en Zamora, con representación en Congreso de los Diputados y Senado, inversiones para nuestra ciudad y su provincia. Llegué a creer, y así lo hice patente en un artículo, que Martínez-Maíllo se convertiría en un Carlos Pinilla del siglo XXI, el político zamorano que más hizo por nuestra tierra y por muchos de sus paisanos. Me equivoqué. Solo pensó en él.
Ahora manda y ordena Sánchez. Ahora Antidio Fagúndez parece el Maíllo del PSOE. Pues, por lo tanto, le pido, le exijo, le ruego –elija el verbo que mejor le vaya- al diputado nacional de los socialistas zamoranos y, a su vez, su secretario general provincial, que le recuerde a su jefe que aquí, en el Ramos Carrión, durante un mitin precampaña, prometió, habló, dijo que Monte La Reina volvería a funcionar. El propio Fagúndez manifestó su esperanza en que esa instalación militar detuviese la caída demográfica de parte de la provincia. También la intrépida y siempre agresiva con la oposición Ana Sánchez se unió a ese canto militar para recuperar a Zamora para la causa del progreso.
Y, como todavía mi memoria, madre del recuerdo, funciona, me trae al presente la visita a altos cargos de Adif, en Madrid, de Antidio Fagúndez, con el objetivo de que, más pronto que tarde, este organismo cediese esos terrenos, olvidados, obviados, perdidos, al Ayuntamiento de Zamora, para la instalación de empresas importantes en ese entorno. Nunca más se supo. Ahora Fagúndez ya es un político más importante, se ha convertido en diputado nacional, entonces ejercía de teniente de alcalde del Ayuntamiento de Zamora. Si yo ocupase un puesto político de tanta relevancia, sintiéndome zamorano, volvería a pedirle a los ejecutivos de Adif los terrenos de la Estación del Ferrocarril, y me pasaría por el Ministerio de Cultura para mostrarle un Plan Director de las Murallas de Zamora, que no se limitara a coser sietes sobre determinados lienzos, y, por supuesto, me pasaría por el Ministerio de Fomentos, donde habita Ábalos, para saber cómo van los trámites burocráticos sobre la transformación en autovía de la N-122, y después también me vería con Margarita Robles, para indagar sobre Monte La Reina y su futuro militar. Y poco más. Así se ganaría el sueldo, importante, que percibe como diputado nacional.
Qué los populares, cuando gobernaba la nación su jefe, se olvidasen de Zamora, no quita que los socialistas imiten la pasividad antropológica de los Maíllo, Martín Pozo y otros políticos conservadores zamoranos. Yo exijo, como ciudadano, a los políticos que nos dicen representar que trabajen por su tierra, que den el callo, que intenten mejorar la calidad de vida de sus paisanos. Y si no cumplen con tales menesteres, a la puta calle. Pena que la Ley Electoral impida al pueblo elegir a sus políticos, tal y como sucede en Inglaterra. Guerra lo dejo caer en su momento, cuando mandaba mucho: “Él que se mueve no sale la fotografía”.
Eugenio-Jesús de Ávila
Cierto que el PP de Martínez-Maíllo y demás hermanos avergonzados en definirse como de derechas apenas hicieron nada por recolectar en el campo de La Moncloa, donde gobernó durante siete años Mariano Rajoy, frutos para nuestra tierra: ni la transformación en autovía de la N-122 entre la capital de la provincia y Alcañices, ni presentar un plan global de restauración del recinto defensivo de la ciudad medieval zamorana, ni el 1,5% cultural, ni nada de nada. Solo lo de la llegada del Alvia, porque, para llegar a Galicia, había que atravesar nuestra provincia y hacer parada en la capital. Durante un tiempo, además, se contó con horarios excelentes para que profesionales zamoranos que trabajan en Madrid lo utilizasen al alba. Después, el ejecutivo de Sánchez, aprovechado la pandemia, acabó con ese servicio.
Un servidor ya escribió muchos artículos exigiendo a los vicarios del PP en Zamora, con representación en Congreso de los Diputados y Senado, inversiones para nuestra ciudad y su provincia. Llegué a creer, y así lo hice patente en un artículo, que Martínez-Maíllo se convertiría en un Carlos Pinilla del siglo XXI, el político zamorano que más hizo por nuestra tierra y por muchos de sus paisanos. Me equivoqué. Solo pensó en él.
Ahora manda y ordena Sánchez. Ahora Antidio Fagúndez parece el Maíllo del PSOE. Pues, por lo tanto, le pido, le exijo, le ruego –elija el verbo que mejor le vaya- al diputado nacional de los socialistas zamoranos y, a su vez, su secretario general provincial, que le recuerde a su jefe que aquí, en el Ramos Carrión, durante un mitin precampaña, prometió, habló, dijo que Monte La Reina volvería a funcionar. El propio Fagúndez manifestó su esperanza en que esa instalación militar detuviese la caída demográfica de parte de la provincia. También la intrépida y siempre agresiva con la oposición Ana Sánchez se unió a ese canto militar para recuperar a Zamora para la causa del progreso.
Y, como todavía mi memoria, madre del recuerdo, funciona, me trae al presente la visita a altos cargos de Adif, en Madrid, de Antidio Fagúndez, con el objetivo de que, más pronto que tarde, este organismo cediese esos terrenos, olvidados, obviados, perdidos, al Ayuntamiento de Zamora, para la instalación de empresas importantes en ese entorno. Nunca más se supo. Ahora Fagúndez ya es un político más importante, se ha convertido en diputado nacional, entonces ejercía de teniente de alcalde del Ayuntamiento de Zamora. Si yo ocupase un puesto político de tanta relevancia, sintiéndome zamorano, volvería a pedirle a los ejecutivos de Adif los terrenos de la Estación del Ferrocarril, y me pasaría por el Ministerio de Cultura para mostrarle un Plan Director de las Murallas de Zamora, que no se limitara a coser sietes sobre determinados lienzos, y, por supuesto, me pasaría por el Ministerio de Fomentos, donde habita Ábalos, para saber cómo van los trámites burocráticos sobre la transformación en autovía de la N-122, y después también me vería con Margarita Robles, para indagar sobre Monte La Reina y su futuro militar. Y poco más. Así se ganaría el sueldo, importante, que percibe como diputado nacional.
Qué los populares, cuando gobernaba la nación su jefe, se olvidasen de Zamora, no quita que los socialistas imiten la pasividad antropológica de los Maíllo, Martín Pozo y otros políticos conservadores zamoranos. Yo exijo, como ciudadano, a los políticos que nos dicen representar que trabajen por su tierra, que den el callo, que intenten mejorar la calidad de vida de sus paisanos. Y si no cumplen con tales menesteres, a la puta calle. Pena que la Ley Electoral impida al pueblo elegir a sus políticos, tal y como sucede en Inglaterra. Guerra lo dejo caer en su momento, cuando mandaba mucho: “Él que se mueve no sale la fotografía”.
Eugenio-Jesús de Ávila






























Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.176