Martes, 25 de Noviembre de 2025

Mª Soledad Martín Turiño
Domingo, 11 de Octubre de 2020
ZAMORANA

El bosque frondoso

[Img #44665]Positividad en tiempos difíciles, una lógica perversa pero necesaria para conservar la cordura y la mente frías. Si nos dejamos llevar por la fatalidad, la melancolía, la aflicción o la tristeza, no veremos sino la espesura del bosque que incluso puede provocar un cierto agobio o incluso un acendrado temor por lo que pueda esconder en sus entrañas; pero si somos valientes y nos dirigimos con empeño hacia una de las sendas, iremos descubriendo cómo el sol se filtra a través de los árboles y crea maravillosas sensaciones de rayos de color, como una vidriera opalescente en multitud de formas y colores.

 

La hojarasca, lejos de parecer detestable broza, se convierte en una mullida alfombra de tonos ocres por la que resulta placentero caminar escuchando el cric cric que producen nuestros pasos al convertirse las hojas secas en polvo. Una vez dentro del tupido follaje me doy cuenta de que la vegetación es nuestra aliada; protege de la lluvia y el frio, arropa y abriga. Desde el centro mismo de la espesura se abren multitud de rutas diferentes, a cual más fascinante y son tantas las sendas o los caminos que descubro que resulta tarea imposible abarcarlas todas, en la seguridad de que cada una de ellas va a esconder sus propios secretos. Ya no hay lugar para el miedo porque la espesura se ha convertido en un lugar maravilloso que la mente anhela investigar.

 

Entre las ramas de los árboles interminables se vislumbran nidos de pájaros que buscaron allí refugio lejos de los depredadores; un mundo entero se desliza por el suelo: hormigas, escarabajos, pequeños reptiles… huele a vida. El clima es cálido, la vegetación se reproduce por doquier; descubro nuevas formas de flores y frutos antes ignorados y recorro un camino tras otro con la ilusión de una niña que juega en un laberinto seguro. Fuera está el mundo, con sus normas y toda la gente que lo habita, pero aquí estoy a resguardo de cualquier peligro, con la cómoda sensación de formar parte de una existencia diferente, más pura, intacta, y así he de dejarla, sin perturbar el orden que aquí se ha establecido, ¡quién sabe desde hace cuánto tiempo!

 

El silbido del viento me trae el recuerdo de una canción de cuna que mece mi sueño, agotada tras un periodo indeterminado de indagación; desconozco si es de día o de noche porque el tiempo se ha detenido desde el preciso instante en que me dejé seducir por penetrar dentro de esta mágica frondosidad que me ampara y de la que no deseo salir para encontrarme con la cruda y aplastante realidad.

 

Decía Zambrano: “El claro del bosque es un centro en el que no siempre es posible entrar” ….  “Es otro reino que un alma habita y guarda”

 

Mª Soledad Martín Turiño

Comentarios Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.38

Todavía no hay comentarios

Quizás también te interese...

El Día de Zamora

Ir al contenido
Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.