SEGUNDA B
El Zamora CF cuaja un enorme partido en La Malata, y suma un punto tras remontar dos goles: (2-2)
Los rojiblancos comparten liderato con Pontevedra, próximo rival en el Ruta de la Plata, y Deportivo de La Coruña, y demuestran que su clasificación no es un milagro, sino que responde a una enorme fe de sus jugadores en su potencial.

Lo del Zamora Club de Fútbol no es un milagro, aunque remontase ante el Guijuelo, en el Ruta de la Plata, y esta tarde, en La Malata, ante el Rácing de Ferrol, sino fruto de una fe de monje trapense o de monja carmelita en sus posibilidades, de una preparación física extraordinaria y de una fuerza basada en el colectivo con una gotas de esencia y un toque de distinción en algunos de sus jugadores. Hoy, en esta tercera jornada, hallé dos déficits en el cuadro de Movilla: su inferioridad en el juego aéreo ante un equipo que basa su fútbol en la batalla atmosférica, con varios jugadores por encima del metro noventa, y en pasillo franco que Meseguer, debutante hoy como titular en el lateral izquierdo, en sustitución de Coque, dejó a lo largo de la primera mitad, por donde llegaría el tanto ferrolano, casi al término de la primera entrega, que, por otra parte, evidenció que el Zamora marcó el ritmo del encuentro.
El técnico vasco volvió a demostrar hoy que sigue confiando en la plantilla de Tercera División, aunque realizase tres cambios en el equipo titular respecto a los dos anteriores compromisos: el ya citado de Meseguer por Coque y el de Valentín, en la punta, donde estuvo absolutamente perdido ante dos torres verdes, los centrales del Rácing, y Perero, que relevó a Vallejo en la banda derecha. El resto del once titular, pues idéntico al que condujo al equipo zamorano a la cumbre de la clasificación.
No saltó el Zamora a La Malata, vacía, con complejo alguno ante uno de los clubes más potentes de la categoría, con una plantilla hecha para ascender. De hecho, toda la primera parte, salvo las penetraciones por la banda izquierda rojiblanca, único peligro local más el que se engendraba en faltas laterales y saques de esquina, fue del cuadro rojiblanco.
Se presionaba la salida del balón del Rácing, se forzaba, pues, a que el meta local sacase en largo, con lo que el cuero siempre amanecía en poder rojiblanco, que fue el primero en disparar a puerta y el primero en crear peligro por la banda izquierda, con un Escudero muy incisivo. Guille también le ponía ganas y velocidad, pero sus centros tampoco encontraron el destino deseado.
La mejor oportunidad de esa primera entrega la creó Dani Hernández, en un tiro dentro de área que supo desviar el meta local, cuando el balón buscaba la red gallega. El partido parecía controlado por el Zamora hasta que, en el enésima incursión del Rácing por su banda derecha, un centro era rematado, de cabeza, dentro el área pequeña, para tocar el larguero y caer mansamente a un metro de la línea de gol zamorana, que aprovechó Pomar para batir a Jon Villanueva. Minuto 43. Otro gol de los que se llaman psicológicos.
Cambio nada más iniciarse la segunda mitad. Movilla lo había visto. Meseguer se quedó en la grada y entró Coque. La salida rojiblanca fue potente. De nuevo dominio y presión, pero sin oportunidades claras de restablecer la igualada en el marcador.
En encuentro pasó al equilibrio tras esa excelente salida del Zamora. El técnico vasco realizó otros dos cambios consecutivos (minuto 55): Adri Herrera sustituía a un desaparecido Valentín y Rocha hacía lo propio con Crespo. Piña bascularía a la izquierda en el centro de la defensa, mientras el brasileño ocupaba la diestra. Poco después el técnico gallego realizaba sus primeros cambios.
Y llegó el minuto 66. Un balón perdido en la medular se lo encuentra un jugador del Rácing, que se hallaba sin marca. Miró, pensó y lanzó un centro a media altura al área chica zamorana, por donde llegaron en tromba varios futbolistas locales, siendo Beltrán quién marcase, a bocajarro, el segundo tanto local. El encuentro parecía sentenciado.
Pero este Zamora, como digo, cree en su capacidad, calidad y trabajo. Y un minuto después ya estaba en el área rival. Se lanzaba un córner para que Dani Hernández, lejos de la muchedumbre que habitaba el área ferrolana, enganchó una volea descomunal que se coló en el marco del Rácing. Había partido y 27 minutos por delante para igualar el choque.
Inmediatamente, Movilla volvía a cambiar jugadores (minuto 72): Monterde por Ramos y Romero por Guille Perero. Ambos se escoraron a la diestra.
El gol de Dani Hernández transformó al Zamora que se fue a por el empate sin perder la cabeza, con talento e inteligencia. Se asfixiaba la salida del balón del conjunto gallego y se jugaba casi siempre en terreno local. El cuadro rojiblanco mandaba. Pero faltaba las ocasiones. Hasta que en el minuto 83, merced a un inmenso Juanan, un prodigio que ayudó a sus compañeros de cobertura y enlazó con el ataque, subía una pelota hasta campo enemigo, donde combinaba con Coque, que, al primer toque, cedía a Herrera, que devolvía la pelota al charro para que ya dentro del área, escorado a la izquierda, agarrase un disparo tremendo que ponía el empate a dos que después sería definitivo.
Pero el Zamora quería más. No perdió tiempo. Se fue a por los tres puntos, como los hunos a comerse occidente. No hubo más oportunidades para ganar en La Malata. Y solo algunos apuros en faltas que cobró el Rácing en la prolongación del encuentro.
Partido, pues, extraordinario de un gran equipo, que no se desmoronó cuando se vio con dos goles por detrás en el ecuador de la segunda mitad, sino que reaccionó, empató y quiso más, mucho más.
Mención especial para Juanan, inconmensurable; Dani Hernández, tanto por su extraordinario tanto, como por su clase, habilidad y trabajo; Piña, que lleva todo el peso de la defensa y da coherencia a la salida del equipo; Ramos, que sigue siendo punto de referencia del equipo. Me gustaron, por su desparpajo dos jugadores debutantes: Rocha, en la cobertura, y Romero, en la banda derecha del ataque; la primera parte de Escudero y la capacidad ofensiva y gol del empate de Coque. Sin olvidarme del siempre eficiente Parra: sube, baja, defiende. No va más. Y el domingo, duelo en la cumbre en el Ruta de la Plata: Los dos primeros clasificados, Zamora y Pontevedra se verán las caras. No va más.

Lo del Zamora Club de Fútbol no es un milagro, aunque remontase ante el Guijuelo, en el Ruta de la Plata, y esta tarde, en La Malata, ante el Rácing de Ferrol, sino fruto de una fe de monje trapense o de monja carmelita en sus posibilidades, de una preparación física extraordinaria y de una fuerza basada en el colectivo con una gotas de esencia y un toque de distinción en algunos de sus jugadores. Hoy, en esta tercera jornada, hallé dos déficits en el cuadro de Movilla: su inferioridad en el juego aéreo ante un equipo que basa su fútbol en la batalla atmosférica, con varios jugadores por encima del metro noventa, y en pasillo franco que Meseguer, debutante hoy como titular en el lateral izquierdo, en sustitución de Coque, dejó a lo largo de la primera mitad, por donde llegaría el tanto ferrolano, casi al término de la primera entrega, que, por otra parte, evidenció que el Zamora marcó el ritmo del encuentro.
El técnico vasco volvió a demostrar hoy que sigue confiando en la plantilla de Tercera División, aunque realizase tres cambios en el equipo titular respecto a los dos anteriores compromisos: el ya citado de Meseguer por Coque y el de Valentín, en la punta, donde estuvo absolutamente perdido ante dos torres verdes, los centrales del Rácing, y Perero, que relevó a Vallejo en la banda derecha. El resto del once titular, pues idéntico al que condujo al equipo zamorano a la cumbre de la clasificación.
No saltó el Zamora a La Malata, vacía, con complejo alguno ante uno de los clubes más potentes de la categoría, con una plantilla hecha para ascender. De hecho, toda la primera parte, salvo las penetraciones por la banda izquierda rojiblanca, único peligro local más el que se engendraba en faltas laterales y saques de esquina, fue del cuadro rojiblanco.
Se presionaba la salida del balón del Rácing, se forzaba, pues, a que el meta local sacase en largo, con lo que el cuero siempre amanecía en poder rojiblanco, que fue el primero en disparar a puerta y el primero en crear peligro por la banda izquierda, con un Escudero muy incisivo. Guille también le ponía ganas y velocidad, pero sus centros tampoco encontraron el destino deseado.
La mejor oportunidad de esa primera entrega la creó Dani Hernández, en un tiro dentro de área que supo desviar el meta local, cuando el balón buscaba la red gallega. El partido parecía controlado por el Zamora hasta que, en el enésima incursión del Rácing por su banda derecha, un centro era rematado, de cabeza, dentro el área pequeña, para tocar el larguero y caer mansamente a un metro de la línea de gol zamorana, que aprovechó Pomar para batir a Jon Villanueva. Minuto 43. Otro gol de los que se llaman psicológicos.
Cambio nada más iniciarse la segunda mitad. Movilla lo había visto. Meseguer se quedó en la grada y entró Coque. La salida rojiblanca fue potente. De nuevo dominio y presión, pero sin oportunidades claras de restablecer la igualada en el marcador.
En encuentro pasó al equilibrio tras esa excelente salida del Zamora. El técnico vasco realizó otros dos cambios consecutivos (minuto 55): Adri Herrera sustituía a un desaparecido Valentín y Rocha hacía lo propio con Crespo. Piña bascularía a la izquierda en el centro de la defensa, mientras el brasileño ocupaba la diestra. Poco después el técnico gallego realizaba sus primeros cambios.
Y llegó el minuto 66. Un balón perdido en la medular se lo encuentra un jugador del Rácing, que se hallaba sin marca. Miró, pensó y lanzó un centro a media altura al área chica zamorana, por donde llegaron en tromba varios futbolistas locales, siendo Beltrán quién marcase, a bocajarro, el segundo tanto local. El encuentro parecía sentenciado.
Pero este Zamora, como digo, cree en su capacidad, calidad y trabajo. Y un minuto después ya estaba en el área rival. Se lanzaba un córner para que Dani Hernández, lejos de la muchedumbre que habitaba el área ferrolana, enganchó una volea descomunal que se coló en el marco del Rácing. Había partido y 27 minutos por delante para igualar el choque.
Inmediatamente, Movilla volvía a cambiar jugadores (minuto 72): Monterde por Ramos y Romero por Guille Perero. Ambos se escoraron a la diestra.
El gol de Dani Hernández transformó al Zamora que se fue a por el empate sin perder la cabeza, con talento e inteligencia. Se asfixiaba la salida del balón del conjunto gallego y se jugaba casi siempre en terreno local. El cuadro rojiblanco mandaba. Pero faltaba las ocasiones. Hasta que en el minuto 83, merced a un inmenso Juanan, un prodigio que ayudó a sus compañeros de cobertura y enlazó con el ataque, subía una pelota hasta campo enemigo, donde combinaba con Coque, que, al primer toque, cedía a Herrera, que devolvía la pelota al charro para que ya dentro del área, escorado a la izquierda, agarrase un disparo tremendo que ponía el empate a dos que después sería definitivo.
Pero el Zamora quería más. No perdió tiempo. Se fue a por los tres puntos, como los hunos a comerse occidente. No hubo más oportunidades para ganar en La Malata. Y solo algunos apuros en faltas que cobró el Rácing en la prolongación del encuentro.
Partido, pues, extraordinario de un gran equipo, que no se desmoronó cuando se vio con dos goles por detrás en el ecuador de la segunda mitad, sino que reaccionó, empató y quiso más, mucho más.
Mención especial para Juanan, inconmensurable; Dani Hernández, tanto por su extraordinario tanto, como por su clase, habilidad y trabajo; Piña, que lleva todo el peso de la defensa y da coherencia a la salida del equipo; Ramos, que sigue siendo punto de referencia del equipo. Me gustaron, por su desparpajo dos jugadores debutantes: Rocha, en la cobertura, y Romero, en la banda derecha del ataque; la primera parte de Escudero y la capacidad ofensiva y gol del empate de Coque. Sin olvidarme del siempre eficiente Parra: sube, baja, defiende. No va más. Y el domingo, duelo en la cumbre en el Ruta de la Plata: Los dos primeros clasificados, Zamora y Pontevedra se verán las caras. No va más.




























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