CON LOS CINCO SENTIDOS
Llueve
No para de llover en mi alma y creo que me voy a diluir con el agua por las calles, por las aceras y los sumideros hasta llegar al río, al frío río Duero, para desembocar ese agua que ya soy en el océano. Allí me perderé para siempre entre millones y trillones de otras gotas de agua que antes fueron lluvia, o lágrimas, o personas vacías de contenido pero henchidas de agua.
El fuego no pudo esta vez equilibrar la balanza y ahora soy agua, fría, casi helada, dentro de un cuerpo helado que se derrite al contacto con cualquier fuente de calor. No resisto el tacto de una piel, ni una caricia, noto que dejo de existir, que mi ser se transforma en líquido elemento y que mis labios quieren gritar tu nombre antes de quedar sellados y borrados por siempre. Siento que mi pelo oscuro, largo, se hace jirones y se me escapa de entre las manos sin poderlo retener calle abajo… Quizá escuchar los Nocturnos de Chopin cualquier día lluvioso por la noche consiga que me trasporte al cielo y sienta que soy esa lluvia que lo empapa todo y que os moja a los que vais apresurados por la calle bajo vuestros coloridos paraguas y también moje las risas de los niños, que vuelven a casa empapados por mí…Pero felices.
El agua es vida, una vida diluida llena de muchas vidas y nutriente de todas las demás. Por un día quiero ser esa fuente de agua que desde arriba os empapa empezando por el pelo, pasando por las pestañas, el pecho, las piernas y os deja los zapatos llenos de barro.
Quiero que os sequéis de mí, de mi humedad, de mi vida. Pero volveré mañana, o pasado mañana, para haceros la misma faena, porque ya soy agua y formo parte del universo y del ciclo de la vida. Me pierdo, pero me vuelvo a encontrar en el mismo lugar. Como decía mi adorado Lorca en su poema “Lluvia”: “Es un besar azul que recibe la Tierra, el mito primitivo que vuelve a realizarse. El contacto ya frío de cielo y tierra viejos con una mansedumbre de atardecer constante.”
Volveré mañana, o pasado mañana, para empaparte entero y que bajo tus pies crezca parte de mi ser, regado por mí.
Nélida L. del Estal Sastre
No para de llover en mi alma y creo que me voy a diluir con el agua por las calles, por las aceras y los sumideros hasta llegar al río, al frío río Duero, para desembocar ese agua que ya soy en el océano. Allí me perderé para siempre entre millones y trillones de otras gotas de agua que antes fueron lluvia, o lágrimas, o personas vacías de contenido pero henchidas de agua.
El fuego no pudo esta vez equilibrar la balanza y ahora soy agua, fría, casi helada, dentro de un cuerpo helado que se derrite al contacto con cualquier fuente de calor. No resisto el tacto de una piel, ni una caricia, noto que dejo de existir, que mi ser se transforma en líquido elemento y que mis labios quieren gritar tu nombre antes de quedar sellados y borrados por siempre. Siento que mi pelo oscuro, largo, se hace jirones y se me escapa de entre las manos sin poderlo retener calle abajo… Quizá escuchar los Nocturnos de Chopin cualquier día lluvioso por la noche consiga que me trasporte al cielo y sienta que soy esa lluvia que lo empapa todo y que os moja a los que vais apresurados por la calle bajo vuestros coloridos paraguas y también moje las risas de los niños, que vuelven a casa empapados por mí…Pero felices.
El agua es vida, una vida diluida llena de muchas vidas y nutriente de todas las demás. Por un día quiero ser esa fuente de agua que desde arriba os empapa empezando por el pelo, pasando por las pestañas, el pecho, las piernas y os deja los zapatos llenos de barro.
Quiero que os sequéis de mí, de mi humedad, de mi vida. Pero volveré mañana, o pasado mañana, para haceros la misma faena, porque ya soy agua y formo parte del universo y del ciclo de la vida. Me pierdo, pero me vuelvo a encontrar en el mismo lugar. Como decía mi adorado Lorca en su poema “Lluvia”: “Es un besar azul que recibe la Tierra, el mito primitivo que vuelve a realizarse. El contacto ya frío de cielo y tierra viejos con una mansedumbre de atardecer constante.”
Volveré mañana, o pasado mañana, para empaparte entero y que bajo tus pies crezca parte de mi ser, regado por mí.
Nélida L. del Estal Sastre


















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