CON LOS CINCO SENTIDOS
No podía ser de otro modo
Si no te hubiera conocido, te hubiera inventado, con cada uno de tus rostros y color de ojos, te hubiera inventado hecho a mi imagen y semejanza para colmar mis deseos y mi forma de entender el mundo que me rodea. Junto a ti, mi otro yo, mi media parte de alma. Sólo se ama de veras una vez en la vida, a lo sumo dos, pero no con la misma intensidad y corazón. Eso nunca. El amor verdadero aparece una sola vez en tu camino y te embarga de tal forma que dejas de ser tú mismo para embarcarte en la otra persona, que es tu otro yo, y fundirte en cuerpo y alma con él para pasar a ser una sola cosa. Un trozo de carne con el mismo cerebro que piensa al unísono y quiere lo mismo, amar.
Si no te hubiera conocido, te hubiera inventado porque mi cabeza ya te quería antes de conocerte y ya sabía de ti antes de que nacieras. Hay una leyenda japonesa que me fascina, “La leyenda del hilo rojo”. Cada persona que habita este planeta está atada a otra por un finísimo e invisible hilo rojo. Ambos están predestinados a ser uno. Pero nunca se sabe cuándo ni de qué manera coincidirás con esa persona. Puede que ya seas muy mayor, o seas un crío cuando encuentres tu “mitad”. Puede, incluso, que jamás la encuentres. Pero lo que es seguro es que cuando te enfrentes cara a cara con la persona que lleva atado a su dedo tu hilo rojo, lo sabrás.
Será como si nunca hubiese existido nadie más. Todo a tu alrededor se difuminará para dejarte ver con nitidez y deseo a la persona que posee el final de tu hilo rojo. Este relato va dedicado a todo aquél que ha encontrado el amor, en cualquiera de sus formas. No podía ser de otro modo. Amor, que te conociera en extrañas circunstancias y nuestros hilos rojos coincidieran en el tiempo y llegaran a atarse para siempre. No podía ser de otro modo.
Nélida L. Del Estal Sastre
Si no te hubiera conocido, te hubiera inventado, con cada uno de tus rostros y color de ojos, te hubiera inventado hecho a mi imagen y semejanza para colmar mis deseos y mi forma de entender el mundo que me rodea. Junto a ti, mi otro yo, mi media parte de alma. Sólo se ama de veras una vez en la vida, a lo sumo dos, pero no con la misma intensidad y corazón. Eso nunca. El amor verdadero aparece una sola vez en tu camino y te embarga de tal forma que dejas de ser tú mismo para embarcarte en la otra persona, que es tu otro yo, y fundirte en cuerpo y alma con él para pasar a ser una sola cosa. Un trozo de carne con el mismo cerebro que piensa al unísono y quiere lo mismo, amar.
Si no te hubiera conocido, te hubiera inventado porque mi cabeza ya te quería antes de conocerte y ya sabía de ti antes de que nacieras. Hay una leyenda japonesa que me fascina, “La leyenda del hilo rojo”. Cada persona que habita este planeta está atada a otra por un finísimo e invisible hilo rojo. Ambos están predestinados a ser uno. Pero nunca se sabe cuándo ni de qué manera coincidirás con esa persona. Puede que ya seas muy mayor, o seas un crío cuando encuentres tu “mitad”. Puede, incluso, que jamás la encuentres. Pero lo que es seguro es que cuando te enfrentes cara a cara con la persona que lleva atado a su dedo tu hilo rojo, lo sabrás.
Será como si nunca hubiese existido nadie más. Todo a tu alrededor se difuminará para dejarte ver con nitidez y deseo a la persona que posee el final de tu hilo rojo. Este relato va dedicado a todo aquél que ha encontrado el amor, en cualquiera de sus formas. No podía ser de otro modo. Amor, que te conociera en extrañas circunstancias y nuestros hilos rojos coincidieran en el tiempo y llegaran a atarse para siempre. No podía ser de otro modo.
Nélida L. Del Estal Sastre


















Antonio N. | Lunes, 09 de Noviembre de 2020 a las 11:17:49 horas
Ese hilo rojo bien podría ser la tinta que enlaza las palabras de dos almas gemelas que se unen en un escrito apasionado y apasionante.
Accede para votar (0) (0) Accede para responder