Domingo, 21 de Diciembre de 2025

Damaris Puñales-Alpízar
Domingo, 08 de Noviembre de 2020
DESDE LOS ESTADOS UNIDOS

Praeses habemus

[Img #45665]Joe Biden, el candidato por el Partido Democrática, ha sido electo como el próximo presidente de los Estados Unidos. Cuatro días después de concluida la jornada electoral del 3 de noviembre, las principales cadenas de noticias del país ya lo dan por vencedor, aunque todavía no acaban de contarse todos los votos. Hasta el momento, se prevé que Biden tiene al menos 273 votos a su favor. Hay que recordar que el candidato que logre rebasar la cifra de 270, resulta ganador en la contienda electoral. Todavía algunos estados no han dado sus resultados: en Nevada, Biden podría obtener 6 votos adicionales, y en Georgia, podría obtener otros 16 votos. En Carolina del Norte, Trump sigue llevando la delantera por un amplio margen, por lo que es improbable que Biden pueda hacerse con los 15 votos de ese estado. Algunos medios informativos ya dan por ganados los votos de Nevada, y le otorgan a Biden 290 votos hasta ahora.

Si las tendencias actuales se mantienen, Biden podría obtener un total de 306 votos electorales (la misma cantidad con que Trump se hizo con la victoria hace cuatro años). En cuanto al voto popular, este año se han rebasado todas las cifras de años anteriores: Joe Biden es el candidato que más votos ha obtenido en la historia de las elecciones en este país.

Kamala Harris, compañera de fórmula de Biden y a partir de ahora vice-presidenta electa, será la primera mujer, afrodescendiente y asiáticodescendiente, en ocupar un puesto político tan importante en los Estados Unidos.

Pero hay dos datos que hay que tener en cuenta para intentar entender el futuro panorama social y político aquí: si bien es cierto que, hasta ahora, Biden lleva más de 74 millones de votos a su favor, también lo es el hecho de que Trump ha obtenido más de 70 millones. Esto lo convierte en el segundo candidato más votado en la historia, por encima de presidentes anteriores electos como Barack Obama o George W. Bush. Esto significa dos cosas: primero, que muchas más personas salieron a ejercer su derecho al voto en estas elecciones, incluso en medio de una pandemia que ha paralizado al país, ha provocado la muerte de más de 237 mil estadounidenses, y ha contagiado a casi 10 millones. En segundo lugar, significa que casi la mitad del electorado apoya a Trump, pese a todos los problemas que ha enfrentado en su mandato: desde la crisis del coronavirus hasta su constante manía de ofender a los demás, menospreciar y vilipendiar a todos sus oponentes políticos, incluso aunque sean de su partido.

Y esta polarización de la sociedad, este odio abierto y sin máscaras por el otro, ha provocado cambios profundos en la subjetividad social, cambios que, por muy buena voluntad que tenga Biden, costará mucho esfuerzo y tiempo revertir. Se han desvanecido los límites de lo políticamente correcto, y ofender y atacar al otro, al que no piensa como uno, se ha convertido en una actitud normal. Esta normalización del odio seguirá teniendo efecto, incluso cuando Trump desocupe la Casa Blanca.

Y aquí viene el principal problema que podríamos enfrentar en las próximas semanas. Tal y como hemos comentado antes que podría pasar, Trump ha comenzado ya una guerra legal en contra de los resultados de las elecciones. Hay demandas interpuestas en varios estados del país (al menos en cinco), y esto podría incrementarse en los próximos días. Durante sus cuatro años al frente de los Estados Unidos, Trump ha nombrado a 217 jueces federales en diferentes estados y a tres jueces a la Corte Suprema de la nación. Todo parece indicar que su estrategia apuntaría a recibir el respaldo de los jueces que ha nombrado, tanto de los federales en los estados como de los de la Corte Suprema. Como también hemos comentado, de los 9 magistrados que conforman esta última, 6 son percibidos como ultra conservadores, y al menos cinco, pro-Trump. Con esos cinco bastaría para zanjar a favor de Trump cualquier disputa que llegara a la Corte. ¿Puede esto ocurrir? Sí, claro que sí. Ya ha ocurrido antes: en el año 2000, las elecciones fueron decididas en la Corte. Con cinco votos a favor y cuatro en contra, después de varias semanas de haber terminado los comicios, la Corte dictaminó que se detuviera el conteo, lo que le dio la victoria a George W. Bush, e hizo que Al Gore perdiera la contienda. La situación en aquel momento fue diferente, pero lo importante aquí es que existe un precedente.

Desde hace muchos meses Trump ha intentado desacreditar el proceso electoral, acusando de fraude a los demócratas y tratando de impedir el buen funcionamiento del correo postal que, en un año tan difícil como este en que muchas personas prefieren quedarse en casa y votar por correo, por miedo y por precaución debido al Covid, ha sido crucial para llevar millones de boletas electorales hasta los colegios electorales. Estas incitaciones desde la Casa Blanca han provocado un clima social de descontento, malestar y protestas de sus seguidores en contra de los demócratas y de los propios colegios electorales. Pero hay un dato que no es menor: en los Estados Unidos, históricamente la incidencia de fraude electoral ha sido siempre muy baja, entre otras cosas, porque las instituciones encargadas de garantizar las elecciones funcionan muy bien. Pero además, en cada colegio electoral hay comisiones bipartitas que garantizan la transparencia y precisión de las votaciones y del conteo de votos.

Apenas una hora antes de que se anunciara públicamente que Joe Biden se convertirá en el presidente número 46 de la unión americana, Trump twiteaba que él había ganado las elecciones por un amplio margen. Esta campaña de desinformación sostenida ha causado, sigue causando, mucho descontento y ánimos enardecidos de ambas partes. Los ingredientes para un estallido social están a la mano. Habrá que mirar, incluso con lupa, qué pasará en los próximos días, semanas y meses para poder tener una idea más clara de cómo será el futuro inmediato y cómo cambiará, si es que cambia, el clima social en los Estados Unidos. Biden insiste en hacer un llamado a la cordura, a la unidad nacional y en dejar atrás las divisiones y los rencores. Que esto se logre, es otra cosa.

 

Damaris Puñales-Alpízar

 

 

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