CON LOS CINCO SENTIDOS
Tener una hija
La vida te pone a prueba de manera constante, te toca la moral a dos manos sin importarle si vas o vienes, si tienes grandes cosas que hacer o tu día a día no merece la pena lo que vale un café. La vida es así, arbitraria, discrecional a veces y una vieja muy fea que te espera en cualquier esquina, de noche y sin avisar, para asestarte un susto de muerte.
Esta vida me ha dado cosas y también me ha quitado cosas, pero son eso, cosas. Se pueden sustituir si se rompen, levantar si se caen y reconstruir si han quedado arrasadas. Hace casi veintidós años me dio a una persona que, milagrosamente, salió de mí, ¡de mí! No he hecho cosa más relevante en esta vida que intentar hacer que sea buena persona, honesta, coherente y libre, sobre todo libre. Siempre está con su lápiz o pincel en la oreja izquierda, porque dibuja con la zurda lo que se le pasa por la cabeza a cada instante, porque tiene alma de artista y de bohemia. Porque es guapa por dentro y por fuera y porque hace años que los que intentaron acomplejarla por ser diferente y rara fracasaron en el intento.
La mediocridad suele hacer daño, pero ese daño es pasajero si estás seguro de que vales y que, tarde o temprano, alguien sabrá descubrirlo y valorarlo. Soy madre y tengo una hija a la que daría cualquier parte aprovechable de mi cuerpo si lo necesitase, sin dudarlo. Mi vida entera. Se llama Beatriz, como llamaba yo de adolescente a la protagonista de mis relatos, a la heroína de mis historias. Por eso elegí su nombre. Es perfecta en toda su maravillosa imperfección. Es buena persona y eso, hoy en día, no es fácil de conseguir. Es mi amor verdadero.
Nélida L. del Estal Sastre
La vida te pone a prueba de manera constante, te toca la moral a dos manos sin importarle si vas o vienes, si tienes grandes cosas que hacer o tu día a día no merece la pena lo que vale un café. La vida es así, arbitraria, discrecional a veces y una vieja muy fea que te espera en cualquier esquina, de noche y sin avisar, para asestarte un susto de muerte.
Esta vida me ha dado cosas y también me ha quitado cosas, pero son eso, cosas. Se pueden sustituir si se rompen, levantar si se caen y reconstruir si han quedado arrasadas. Hace casi veintidós años me dio a una persona que, milagrosamente, salió de mí, ¡de mí! No he hecho cosa más relevante en esta vida que intentar hacer que sea buena persona, honesta, coherente y libre, sobre todo libre. Siempre está con su lápiz o pincel en la oreja izquierda, porque dibuja con la zurda lo que se le pasa por la cabeza a cada instante, porque tiene alma de artista y de bohemia. Porque es guapa por dentro y por fuera y porque hace años que los que intentaron acomplejarla por ser diferente y rara fracasaron en el intento.
La mediocridad suele hacer daño, pero ese daño es pasajero si estás seguro de que vales y que, tarde o temprano, alguien sabrá descubrirlo y valorarlo. Soy madre y tengo una hija a la que daría cualquier parte aprovechable de mi cuerpo si lo necesitase, sin dudarlo. Mi vida entera. Se llama Beatriz, como llamaba yo de adolescente a la protagonista de mis relatos, a la heroína de mis historias. Por eso elegí su nombre. Es perfecta en toda su maravillosa imperfección. Es buena persona y eso, hoy en día, no es fácil de conseguir. Es mi amor verdadero.
Nélida L. del Estal Sastre





















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