Viernes, 26 de Diciembre de 2025

Nélida L. Del Estal Sastre
Sábado, 21 de Noviembre de 2020
CON LOS CINCO SENTIDOS

Vainica doble

[Img #46152] Se acerca el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el 25 de noviembre. Día en el que el mundo se llena de lazos morados, lágrimas por las que se fueron demasiado pronto, números en una estadística que no para de crecer pese a los esfuerzos de los estados en poner los medios necesarios para dar cobertura legal, económica, emocional y social a estas mujeres. Unas mueren, otras no. Unas se van con lo puesto, otras se quedan porque no conocen otra manera de vivir que bajo el yugo de su maltratador. Estas últimas son las que piensan, muchas veces, que merecen compartir las cuatro paredes con un ser que las domina y ridiculiza, que las controla y aliena de sus entornos familiares y de amistad, para que no tengan sostén alguno fuera de esa cárcel que es el hogar. Normal que no se vayan y aguanten, les han minado tanto la autoestima que piensan, pobres de ellas, que sin sus parejas no serán nadie. Ya son nadie. Objetivo conseguido.

Seguro que a estas alturas de la lectura habrá hombres que piensen e, incluso, muy ofendidos, me digan “pero bueno, también hay mujeres que maltratan o asesinan a sus maridos”. Bien, no les voy a decir que no, pero es un número tan ínfimo que el sólo hecho de intentar comparar ambas estadísticas es doloroso para cualquiera con un mínimo de sensibilidad y revisión de los fríos datos, sea hombre o mujer. Porque hay mucha mujer que es más papista que el papa…

No se pueden comparar los números de unos asesinatos con los números de los otros. Por favor. Pero eso no me impide reconocer que, aunque residuales y puntuales (aunque muy mediáticos, precisamente por lo extraño de estos comportamientos en las mujeres) también hay mujeres que son monstruos.

La sociedad siempre ha sido muy machista y aunque las féminas pensemos que la cosa va mejorando, la realidad no acompaña esa querencia y anhelo. Las mujeres cobramos un menor salario en muchos campos, desarrollando el mismo trabajo que hace el hombre. Si eres mujer y te gusta verte mona porque tú lo vales, parece que das “patente de corso” para que te puedan violar entre cuatro por la calle el día que tengas la feliz idea de volver de madrugada con las amigas y te haya dado la neura de colocarte una minifalda de cuero negra. “Si es que lo vas pidiendo a gritos, zorra”…Si pones en tus redes fotografías en las que se ve que no eres mal parecida, es que vas buscando guerra, vas buscando lío, pero ellos pueden poner fotos de sus torsos desnudos y tatuados mostrando bíceps y tríceps sin temor a que ninguna “desviada” de la vida les acometa en tu chat privado y les ofenda verbalmente.

Sobre esto de las ofensas verbales, voy a hacer una salvedad. A mí no me molestan los piropos si son curiosos, inteligentes o divertidos, que una no se puede hacer la digna si te dicen un “¡guapa!” a plena luz del día y llamar machista asqueroso al que sólo admira lo que ve por la calle. Que yo reconozco que si veo un hombre guapo y bien vestido, me doy la vuelta y miro. Lo hago también si veo a una mujer guapa y con estilo, y no por eso me gustan las mujeres. Me gusta la belleza, aunque luego vuelva a mirar hacia adelante y me olvide. No seamos mojigatos. Eso me da mucho asquete, eso y la gente a la que le cuentas cosillas tuyas y luego las va soltando a modo de migas de pan para las palomas a cuanta pájara se vaya encontrando por el camino. Pero ese es otro tema del que ya hablaré en su momento porque tengo que cabrearme mucho. Los que me conocéis sabéis que soy vehemente, pero más buena que el pan de pueblo. Así que ese tema lo dejaré para otro día.

Mamá, si me estás leyendo, que sepas que a esas clases de costura que semanalmente pagaba papá, no fui más que una sola vez. Te ocultamos ambos el secreto. No pude aguantar más de una clase, no tenía paciencia y me pinchaba los dedos con las agujas. Que no todas las niñas nacemos con talento para cocinar, coser, limpiar y todas esas mandangas de serie, no…Me pasé por el forro de mis santísimos ovarios de niña de 8 años todas las clases de los martes por la tarde. Normal que la única vainica doble que aprendiera fuera porque el dúo del mismo nombre ponía su tema más conocido al programa “Con las manos en la masa” de Televisión Española, ese al que iban famosos a cocinar con una de las integrantes del dúo, la Santonja. Pues eso, que vainicas, las justas. Pero la vida te ha demostrado que valía para otras cosas, ¿a que sí?

Pues nada, que a las mujeres nos gusta, como a todo ser humano, que se nos trate con humanidad y en un plano de igualdad y RESPETO. Dan lo mismo las inclinaciones laborales, sexuales o la manera en la que elijas vivir tu vida, siempre que sea respetando a todos los que merezcan respeto, tienes mi beneplácito. Por todas las que se quedaron en el camino y nos han dejado la tarea de honrar su memoria para que podamos, algún día, hacer que el sueño de ser consideradas como iguales, se convierta en una realidad. Ni una menos.

Nélida L. del Estal Sastre

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