CON LOS CINCO SENTIDOS
El aprendiz de piano
Soñaba con ser algún día como Mozart, Bach o Beethoven. Soñaba deprisa, más deprisa, y el aprendiz no alcanzaba al sueño.
Tocaba una y otra vez tediosos y aburridos ejercicios de piano; era el comienzo y, el fin, tan lejano… Por el día era en potencia, por la noche, en acto. Una orquesta ensoñada para él solo y él, al frente, tocando con una maestría infinita el marfil del piano de cola. ¡Qué admiración despertaba! Era el mejor, el más virtuoso, el más apuesto y el más envidiado.
El concierto acabó al amanecer y los aplausos se disiparon como se disipa una nube o el humo de un cigarrillo. Otra vez era él, el aprendiz de piano.
Nélida L. del Estal Sastre
Soñaba con ser algún día como Mozart, Bach o Beethoven. Soñaba deprisa, más deprisa, y el aprendiz no alcanzaba al sueño.
Tocaba una y otra vez tediosos y aburridos ejercicios de piano; era el comienzo y, el fin, tan lejano… Por el día era en potencia, por la noche, en acto. Una orquesta ensoñada para él solo y él, al frente, tocando con una maestría infinita el marfil del piano de cola. ¡Qué admiración despertaba! Era el mejor, el más virtuoso, el más apuesto y el más envidiado.
El concierto acabó al amanecer y los aplausos se disiparon como se disipa una nube o el humo de un cigarrillo. Otra vez era él, el aprendiz de piano.
Nélida L. del Estal Sastre



















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