Las palabras
El amor. Esa necesidad del ser humano de sentirse amado, deseado o apreciado, de que se lo hagan saber con palabras y no sólo con hechos. Cuán importantes son las palabras y no sólo los actos de amor que parecen tan fáciles porque son puro instinto que sale de las vísceras.
Cuántas veces os habéis preguntado si os satisface sólo la demostración carnal del amor, o de la pasión, o necesitáis de las palabras, de esas frases hermosas que salen directamente del corazón en el momento en el que culmina el deseo por el otro, o el cariño al abrazarlo cuando se siente solo y, quizá, perdido, en algún momento puntual de su vida, que también es la tuya.
Las palabras importan. Mucho. Porque las palabras cuando van solas o acompañadas de actos de amor o de cariño llenan más, llegan más lejos. Unas frases llenas de todo lo que sale del interior del órgano más vital e importante de tu cuerpo llegan hasta dentro, te penetran, te embriagan y te dejan henchido y brutalmente vivo. Hacen que pienses que tu “otro yo” es mucho más que un trozo de carne que desea adherirse a otro trozo de carne…Sientes que tu mente y la suya, quizá en ese momento, son una sola mente, al unísono, resonando en el mismo tono musical. Y entonces, sólo entonces, la comunión entre el cuerpo y la mente llega a conseguir tal perfección que da miedo, o placer infinito unido a un miedo insondable por perder ese momento que puede que no vuelva.
Las palabras importan, importan tanto como el propio cuerpo tembloroso de deseo. Importan porque llenan todos los huecos de la anatomía que no llena la carne y porque consiguen que el cerebro viaje a mundos donde eres perfecto, un dios, un ser completo en el que cabe todo el gozo y toda la maravillosa uniformidad del universo. Eres una estrella fulgurante que brilla entre otras que sólo relucen de vez en cuando o titilan por miedo, tedio y desidia en el silencio de la noche.
Háblame, quiero oír tu voz cuando me amas.
Quiero, deseo y necesito tus palabras.
Nélida L. del Estal Sastre
El amor. Esa necesidad del ser humano de sentirse amado, deseado o apreciado, de que se lo hagan saber con palabras y no sólo con hechos. Cuán importantes son las palabras y no sólo los actos de amor que parecen tan fáciles porque son puro instinto que sale de las vísceras.
Cuántas veces os habéis preguntado si os satisface sólo la demostración carnal del amor, o de la pasión, o necesitáis de las palabras, de esas frases hermosas que salen directamente del corazón en el momento en el que culmina el deseo por el otro, o el cariño al abrazarlo cuando se siente solo y, quizá, perdido, en algún momento puntual de su vida, que también es la tuya.
Las palabras importan. Mucho. Porque las palabras cuando van solas o acompañadas de actos de amor o de cariño llenan más, llegan más lejos. Unas frases llenas de todo lo que sale del interior del órgano más vital e importante de tu cuerpo llegan hasta dentro, te penetran, te embriagan y te dejan henchido y brutalmente vivo. Hacen que pienses que tu “otro yo” es mucho más que un trozo de carne que desea adherirse a otro trozo de carne…Sientes que tu mente y la suya, quizá en ese momento, son una sola mente, al unísono, resonando en el mismo tono musical. Y entonces, sólo entonces, la comunión entre el cuerpo y la mente llega a conseguir tal perfección que da miedo, o placer infinito unido a un miedo insondable por perder ese momento que puede que no vuelva.
Las palabras importan, importan tanto como el propio cuerpo tembloroso de deseo. Importan porque llenan todos los huecos de la anatomía que no llena la carne y porque consiguen que el cerebro viaje a mundos donde eres perfecto, un dios, un ser completo en el que cabe todo el gozo y toda la maravillosa uniformidad del universo. Eres una estrella fulgurante que brilla entre otras que sólo relucen de vez en cuando o titilan por miedo, tedio y desidia en el silencio de la noche.
Háblame, quiero oír tu voz cuando me amas.
Quiero, deseo y necesito tus palabras.
Nélida L. del Estal Sastre



















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