NOCTURNOS
Entre tu cuerpo y mi alma
No sé si me atrae más lo que me sugieren tus senos, lo que me cuentan tus ojos, la forma de tus glúteos, la simetría de tu bello rostro o escuchar tu voz cuando me hablas de arte, de tus cosas, de tus anhelos, de tu trabajo, de tus triunfos o de tus reveses. Si solo fueras cultura, inmensa sabiduría, te escucharía, pero necesitaría que tu carne atrapase el seso de mi cuerpo. Me enamoré de ti porque llegaste cuando me había jubilado de la pasión, cortado la coleta de torero del amor miura, intenso y peligroso; de ese que hace daño en los adentros de la esencia cuando te prenden por la femoral del deseo.
Me había convertido en un funcionario, con perdón, de la cópula, del placer que provoca introducirte en la humedad femenina; en un coleccionista de mariposas como coitos, de ingles como alas, de senos como estrofas sin rima…
Y ahora no sé por qué me he enamorado de esta manera tan irregular de tu persona, incluso estúpida. Me encanta tu geometría, me altera tu piel, cómo te mueves y cómo me conmueves; me deleitan tus gestos, la danza de tus labios, la sonrisa de tus senos; pero me cansaría, si tu palabra más hermosa rimase con el silencio, si tu voz solo fuese un tatuaje en tu paladar, si tu lengua desconociese la sintaxis de que marca la gramática de la saliva. Mujer: me quedé atrapado entre tu cuerpo y mi alma.
Eugenio-Jesús de Ávila
No sé si me atrae más lo que me sugieren tus senos, lo que me cuentan tus ojos, la forma de tus glúteos, la simetría de tu bello rostro o escuchar tu voz cuando me hablas de arte, de tus cosas, de tus anhelos, de tu trabajo, de tus triunfos o de tus reveses. Si solo fueras cultura, inmensa sabiduría, te escucharía, pero necesitaría que tu carne atrapase el seso de mi cuerpo. Me enamoré de ti porque llegaste cuando me había jubilado de la pasión, cortado la coleta de torero del amor miura, intenso y peligroso; de ese que hace daño en los adentros de la esencia cuando te prenden por la femoral del deseo.
Me había convertido en un funcionario, con perdón, de la cópula, del placer que provoca introducirte en la humedad femenina; en un coleccionista de mariposas como coitos, de ingles como alas, de senos como estrofas sin rima…
Y ahora no sé por qué me he enamorado de esta manera tan irregular de tu persona, incluso estúpida. Me encanta tu geometría, me altera tu piel, cómo te mueves y cómo me conmueves; me deleitan tus gestos, la danza de tus labios, la sonrisa de tus senos; pero me cansaría, si tu palabra más hermosa rimase con el silencio, si tu voz solo fuese un tatuaje en tu paladar, si tu lengua desconociese la sintaxis de que marca la gramática de la saliva. Mujer: me quedé atrapado entre tu cuerpo y mi alma.
Eugenio-Jesús de Ávila

















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