COSAS MÍAS
La superioridad ética del comunista
Un comunista es superior moral, ética e intelectualmente a cualquier persona que se defina liberal o conservadora. Quizá, solo un socialista podría acercarse a la categoría de un marxista-leninista-estalinista en la jerarquía del bien, de la santidad laica.
Porque un liberal prefiere, verbigracia, una democracia, con sus partidos, incluso aquellos que anhelan la dictadura del proletariado; cree que la propiedad privada forma parte esencial de la naturaleza humana, de la libertad; gusta que toda persona, rica o pobre, joven o mayor, hombre o mujer, heterosexual u homosexual, exprese su opinión, elija en las urnas a quién desee; en que colegios, públicos, concertados, privados, prefiere educar a su prole; qué periódicos, televisiones y radios leer, ver y escuchar, públicos o privados, para informarse o entretenerse; que el hombre y la mujer que más se esfuercen alcancen la categoría profesional y el salario a que se hicieron acreedores; que se premie, en definitiva, el mérito, y desaparezca todo nepotismo de las oposiciones a las instituciones del Estado.
El comunista, si pudiera, porque es superior moral, ética e intelectualmente al liberal, implantaría, tras dar un golpe de Estado, porque nunca su opción se impondrá en las urnas, al sistema democrático liberal, la dictadura del proletariado, con lo que todos los ciudadanos que no formaran parte del lumpen, serían perseguidos hasta desaparecer. Sucedió. Historia. Al radical de izquierdas le sucede como al nacional-socialista: hay un enemigo al que eliminar. El marxista extinguiría a toda persona que no fuese obrera, como el nazi a todo judío, porque burgueses y semitas forman parte de una clase o raza inferiores.
Sí, lo confieso, un etarra, un diputado de Bildu, un votante de Bildu, de Unidas Podemos, del PSOE sanchista son seres superiores moral, ética e intelectualmente al resto de españoles que creemos que el comunismo es un mal en sí mismo. Traduzco: Otegui es superior moral, ética e intelectualmente a un servidor. El comunismo es el bien. El resto, el mal.
Sucede que aborrezco las dictaduras, ni soy un tipo gregario, ni soy más que nadie ni nadie más que yo, ni me gustan los rebaños, ni los rediles, ni los dogmas, ni el Estado, ni el sectarismo, ni los genocidios, ni las purgas, ni asesinar al que no piensa igual que yo, ni los gulag, ni los campos de concentración, ni la obediencia debida, ni los líderes carismáticos. Pero yo soy malo, porque soy ateo y no creo ni en religiones que prometen el paraíso en los cielos ni los paraísos en la tierra. Y respeto tanto a los sabios como a los incultos, a los hombres como a las mujeres, a los ancianos como a los jóvenes. Y me repugnan los que quieren convertir al ser humano en masa, número, colectivo, cosa.
Eugenio-Jesús de Ávila
Un comunista es superior moral, ética e intelectualmente a cualquier persona que se defina liberal o conservadora. Quizá, solo un socialista podría acercarse a la categoría de un marxista-leninista-estalinista en la jerarquía del bien, de la santidad laica.
Porque un liberal prefiere, verbigracia, una democracia, con sus partidos, incluso aquellos que anhelan la dictadura del proletariado; cree que la propiedad privada forma parte esencial de la naturaleza humana, de la libertad; gusta que toda persona, rica o pobre, joven o mayor, hombre o mujer, heterosexual u homosexual, exprese su opinión, elija en las urnas a quién desee; en que colegios, públicos, concertados, privados, prefiere educar a su prole; qué periódicos, televisiones y radios leer, ver y escuchar, públicos o privados, para informarse o entretenerse; que el hombre y la mujer que más se esfuercen alcancen la categoría profesional y el salario a que se hicieron acreedores; que se premie, en definitiva, el mérito, y desaparezca todo nepotismo de las oposiciones a las instituciones del Estado.
El comunista, si pudiera, porque es superior moral, ética e intelectualmente al liberal, implantaría, tras dar un golpe de Estado, porque nunca su opción se impondrá en las urnas, al sistema democrático liberal, la dictadura del proletariado, con lo que todos los ciudadanos que no formaran parte del lumpen, serían perseguidos hasta desaparecer. Sucedió. Historia. Al radical de izquierdas le sucede como al nacional-socialista: hay un enemigo al que eliminar. El marxista extinguiría a toda persona que no fuese obrera, como el nazi a todo judío, porque burgueses y semitas forman parte de una clase o raza inferiores.
Sí, lo confieso, un etarra, un diputado de Bildu, un votante de Bildu, de Unidas Podemos, del PSOE sanchista son seres superiores moral, ética e intelectualmente al resto de españoles que creemos que el comunismo es un mal en sí mismo. Traduzco: Otegui es superior moral, ética e intelectualmente a un servidor. El comunismo es el bien. El resto, el mal.
Sucede que aborrezco las dictaduras, ni soy un tipo gregario, ni soy más que nadie ni nadie más que yo, ni me gustan los rebaños, ni los rediles, ni los dogmas, ni el Estado, ni el sectarismo, ni los genocidios, ni las purgas, ni asesinar al que no piensa igual que yo, ni los gulag, ni los campos de concentración, ni la obediencia debida, ni los líderes carismáticos. Pero yo soy malo, porque soy ateo y no creo ni en religiones que prometen el paraíso en los cielos ni los paraísos en la tierra. Y respeto tanto a los sabios como a los incultos, a los hombres como a las mujeres, a los ancianos como a los jóvenes. Y me repugnan los que quieren convertir al ser humano en masa, número, colectivo, cosa.
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