ME QUEDA LA PALABRA
Cuando niñatos aburguesados juegan a la revolución
La nación más antigua de Europa, España, la nuestra, la patria, vive un momento prerrevolucionario, merced a una formación comunista, que no tiene nada que ver con el PCE, el único partido que luchó, que dio la cara, que se la partieron, que puso la otra mejilla, durante la dictadura. El PSOE, como formación, desapareció durante los 40 años del franquismo, salvo excepciones individuales a las que el felipismo olvidó al llegar la democracia. Ahora, restos del FRAP, grupo terrorista, creado por Álvarez del Vayo, un socialista que se plegó a Stalin durante la Guerra Civil, y las excrecencias de ETA, lideran un golpe dentro del Estado, desde el propio ejecutivo, con la aquiescencia de su presidente. Ambos bandas terroristas no aceptaron los acuerdos entre los grupos más tolerantes, abiertos y dialogantes del régimen anterior y los partidos de izquierdas, PSOE y PCE. Durante la transición continuaron asesinando a policías, militares, políticos, mujeres, ancianos y niñas.
Aprovechando la pandemia vírica, a la que sucederá la económica, el líder neocomunista, más las formaciones que surgieron para quebrar España, desde su odio visceral, preparan el golpe definitivo al sistema democrático y a la Constitución de 1978. Iglesias, sin perjuicios, se permitió, en plena celebración del 42 aniversario de la aprobación de la Carta Magna, hablar de la llegada de la III República, cuando la Constitución dice, en el Título Preliminar, Articulo 1, punto 3: “La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria”.
El ciudadano español deberá elegir ahora entre democracia y comunismo, entre libertad y dictadura de proletariado, entre elecciones libres o como las del chavismo en Venezuela, entre medios de comunicación libres o al servicio del Estado totalitario, entre propiedad privada o propiedad comunal, administrada por el partido único, de su nomenklatura.
Si quiere regresar a la Rusia de 1917, si desea viajar en el túnel del tiempo, Pablo Iglesias, Bildu y ERC le mostrarán el camino. España, la nación que se encontró a sí misma en las elecciones de 1977 y en la Constitución de 1978, se nos muere. Nos aguarda vivir en una república popular, gobernados por niñatos aburguesados, por el izquierdismo enfermedad juvenil en el comunismo. Un mediocre, Zapatero, abrió la puerta hacia el totalitarismo; Rajoy, un niño de familia bien, pusilánime y empollón, facilitó la entrada, y Sánchez, la última excrecencia del PSOE, nos enseñará cómo se construye el paraíso en la tierra en esta piel de toro apolillada y seca que es España. Han sembrado odio y recogerán miseria, almas arrugadas y cenotafios ideológicos.
Eugenio-Jesús de Ávila
La nación más antigua de Europa, España, la nuestra, la patria, vive un momento prerrevolucionario, merced a una formación comunista, que no tiene nada que ver con el PCE, el único partido que luchó, que dio la cara, que se la partieron, que puso la otra mejilla, durante la dictadura. El PSOE, como formación, desapareció durante los 40 años del franquismo, salvo excepciones individuales a las que el felipismo olvidó al llegar la democracia. Ahora, restos del FRAP, grupo terrorista, creado por Álvarez del Vayo, un socialista que se plegó a Stalin durante la Guerra Civil, y las excrecencias de ETA, lideran un golpe dentro del Estado, desde el propio ejecutivo, con la aquiescencia de su presidente. Ambos bandas terroristas no aceptaron los acuerdos entre los grupos más tolerantes, abiertos y dialogantes del régimen anterior y los partidos de izquierdas, PSOE y PCE. Durante la transición continuaron asesinando a policías, militares, políticos, mujeres, ancianos y niñas.
Aprovechando la pandemia vírica, a la que sucederá la económica, el líder neocomunista, más las formaciones que surgieron para quebrar España, desde su odio visceral, preparan el golpe definitivo al sistema democrático y a la Constitución de 1978. Iglesias, sin perjuicios, se permitió, en plena celebración del 42 aniversario de la aprobación de la Carta Magna, hablar de la llegada de la III República, cuando la Constitución dice, en el Título Preliminar, Articulo 1, punto 3: “La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria”.
El ciudadano español deberá elegir ahora entre democracia y comunismo, entre libertad y dictadura de proletariado, entre elecciones libres o como las del chavismo en Venezuela, entre medios de comunicación libres o al servicio del Estado totalitario, entre propiedad privada o propiedad comunal, administrada por el partido único, de su nomenklatura.
Si quiere regresar a la Rusia de 1917, si desea viajar en el túnel del tiempo, Pablo Iglesias, Bildu y ERC le mostrarán el camino. España, la nación que se encontró a sí misma en las elecciones de 1977 y en la Constitución de 1978, se nos muere. Nos aguarda vivir en una república popular, gobernados por niñatos aburguesados, por el izquierdismo enfermedad juvenil en el comunismo. Un mediocre, Zapatero, abrió la puerta hacia el totalitarismo; Rajoy, un niño de familia bien, pusilánime y empollón, facilitó la entrada, y Sánchez, la última excrecencia del PSOE, nos enseñará cómo se construye el paraíso en la tierra en esta piel de toro apolillada y seca que es España. Han sembrado odio y recogerán miseria, almas arrugadas y cenotafios ideológicos.
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