NOCTURNOS
Cuando la energía se transforma en amor
Tengo para mí que el alma no anda de cuerpo en cuerpo buscando acomodo, que forma parte de cada individuo, como el corazón, los riñones o los labios. El alma no se pesa aparte, ni se mide para confeccionarle unos pantalones. Si nos morimos, el alma no asciende a los cielos, muere con el cuerpo. No se ama con el alma, sino con todo el cuerpo, con lo que se ve y con las vísceras que no vemos, pero sentimos. La más importante, el corazón, va a su bola. Un día, cuando se cansa de amar o de no ser amado, deja de andar y nos morimos: ni un beso, ni una lágrima, ni una sonrisa más.
Me niego a amarte a distancia, a escribir para que sientas que te quiero, a mandarte cartas de amor para que tú, mujer, te lo creas. Te deseo. Y mi anhelo consiste en que disfrutes de mi carne y gozar con tu belleza, la que descubren tus senos, la que enseña tu rostro, la que dibuja tu mirada, tu cabello, tu…todo. Quiero quedarme a dormir entre tus ingles, que me despierte el canto de alguna alondra o el pío pío, sencillo y humilde, de los gorriones, para volveré a besar, a acariciarte desde tus cejas, con parada en las pestañas, para soplarlas desde mi boca; y seguir hacía esas dos cúpulas bizantinas que embellecen tu pecho. Después, anhelo encontrarme con tu ombligo, rodearlo con mis yemas, humedecerlo con mi lengua, escuchar la voz de tu génesis, para después desembocar en tu pubis y permanecer en él hasta que me pidas que forme parte de ti, que seamos uno hasta que sufras de placer y me susurras, con la voz entrecortada, que tu cerebro no tolera quedarse siempre en el nirvana, que debes descender al lecho y refugiarte entre la humedad amorosa de las sábanas.
El amor, como el alma, tampoco se pesa, ni se mide. El amor se hace o se deshace. Si la mujer que adoras te impide que asaltes su cuerpo, si desprecia tu carne, si no aprecia tu potencial hedonista, vete con todo tu amor a buscar otra dama a la que entregarte y desaparecerte en ella y ella en ti, hasta integraros para alcanzar el éxtasis: la poesía que escribe la energía cuando se transforma en amor.
Yo, mujer, no te quiero con toda mi alma, te amo porque soy energía que piensa y se transforma para alcanzar el placer.
Eugenio-Jesús de Ávila
Tengo para mí que el alma no anda de cuerpo en cuerpo buscando acomodo, que forma parte de cada individuo, como el corazón, los riñones o los labios. El alma no se pesa aparte, ni se mide para confeccionarle unos pantalones. Si nos morimos, el alma no asciende a los cielos, muere con el cuerpo. No se ama con el alma, sino con todo el cuerpo, con lo que se ve y con las vísceras que no vemos, pero sentimos. La más importante, el corazón, va a su bola. Un día, cuando se cansa de amar o de no ser amado, deja de andar y nos morimos: ni un beso, ni una lágrima, ni una sonrisa más.
Me niego a amarte a distancia, a escribir para que sientas que te quiero, a mandarte cartas de amor para que tú, mujer, te lo creas. Te deseo. Y mi anhelo consiste en que disfrutes de mi carne y gozar con tu belleza, la que descubren tus senos, la que enseña tu rostro, la que dibuja tu mirada, tu cabello, tu…todo. Quiero quedarme a dormir entre tus ingles, que me despierte el canto de alguna alondra o el pío pío, sencillo y humilde, de los gorriones, para volveré a besar, a acariciarte desde tus cejas, con parada en las pestañas, para soplarlas desde mi boca; y seguir hacía esas dos cúpulas bizantinas que embellecen tu pecho. Después, anhelo encontrarme con tu ombligo, rodearlo con mis yemas, humedecerlo con mi lengua, escuchar la voz de tu génesis, para después desembocar en tu pubis y permanecer en él hasta que me pidas que forme parte de ti, que seamos uno hasta que sufras de placer y me susurras, con la voz entrecortada, que tu cerebro no tolera quedarse siempre en el nirvana, que debes descender al lecho y refugiarte entre la humedad amorosa de las sábanas.
El amor, como el alma, tampoco se pesa, ni se mide. El amor se hace o se deshace. Si la mujer que adoras te impide que asaltes su cuerpo, si desprecia tu carne, si no aprecia tu potencial hedonista, vete con todo tu amor a buscar otra dama a la que entregarte y desaparecerte en ella y ella en ti, hasta integraros para alcanzar el éxtasis: la poesía que escribe la energía cuando se transforma en amor.
Yo, mujer, no te quiero con toda mi alma, te amo porque soy energía que piensa y se transforma para alcanzar el placer.
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