CON LOS CINCO SENTIDOS
Mi sangre ya es perfecta
Siento ese río de lava en mis entrañas, dándome vida, una vez más. Me siento tremendamente especial y agradecida porque en mi cuerpo y en mi alma confluyen sangres diferentes de diferentes personas que asumieron que donar parte de su oro rojo, salva vidas. Gracias a todos aquellos que piensan que no es un simple acto de solidaridad, sino de amor. Amor puro. Dar tu sangre es dar un trozo de ti mismo, tu savia, tu esencia, para que otra persona pueda vivir y resurgir gracias a ella. Y revivir una vez más, cuando pensaba, pobre de ella, que todo se había terminado. De repente, te despiertas y te dices a ti mismo “aquí estoy de nuevo”. Es tan grande, dadivoso y noble ese sentimiento que me emociona.
Todos los que donáis sangre o médula (que duele tanto), sois unos héroes, no dejéis de hacerlo nunca y que vuestro gesto sea copiado por todo el mundo. Nunca sabes cuándo te hará falta la savia de otra persona para seguir viviendo. Pero somos egoístas hasta el extremo, no estamos acostumbrados a estos gestos de absoluta humanidad que las almas nobles son capaces de llevar a término. Los héroes salvan siempre a los cobardes. Siempre, es ley de vida. Y hay héroes donde menos te lo esperas, en personas que conoces y en totales y absolutos desconocidos.
Yo me hice donante con 18 años, de todo, hasta de lo que se considere inservible o medianamente aprovechable cuando llegue mi momento. Es mi acto de amor supremo al otro, sin conocer al destinatario, eso no importa. Si se salva una vida, ¿qué hay más hermoso?, creo que el amor de una madre cuando le ponen en el regazo al hijo recién parido y lleno de los fluidos que han creado juntos se puede llegar remotamente a asemejar a esa sensación infinita de amor incondicional. Aunque estamos hablando en este último caso de palabras mayores.
Mi corazón es demasiado grande y cansado para donarlo, pero trocito a trocito, quizá, se pueda aprovechar para un alma enamorada y no correspondida… ¿Quién sabe? Ojalá se pudieran reparar los corazones rotos.
Nélida L. del Estal Sastre
Siento ese río de lava en mis entrañas, dándome vida, una vez más. Me siento tremendamente especial y agradecida porque en mi cuerpo y en mi alma confluyen sangres diferentes de diferentes personas que asumieron que donar parte de su oro rojo, salva vidas. Gracias a todos aquellos que piensan que no es un simple acto de solidaridad, sino de amor. Amor puro. Dar tu sangre es dar un trozo de ti mismo, tu savia, tu esencia, para que otra persona pueda vivir y resurgir gracias a ella. Y revivir una vez más, cuando pensaba, pobre de ella, que todo se había terminado. De repente, te despiertas y te dices a ti mismo “aquí estoy de nuevo”. Es tan grande, dadivoso y noble ese sentimiento que me emociona.
Todos los que donáis sangre o médula (que duele tanto), sois unos héroes, no dejéis de hacerlo nunca y que vuestro gesto sea copiado por todo el mundo. Nunca sabes cuándo te hará falta la savia de otra persona para seguir viviendo. Pero somos egoístas hasta el extremo, no estamos acostumbrados a estos gestos de absoluta humanidad que las almas nobles son capaces de llevar a término. Los héroes salvan siempre a los cobardes. Siempre, es ley de vida. Y hay héroes donde menos te lo esperas, en personas que conoces y en totales y absolutos desconocidos.
Yo me hice donante con 18 años, de todo, hasta de lo que se considere inservible o medianamente aprovechable cuando llegue mi momento. Es mi acto de amor supremo al otro, sin conocer al destinatario, eso no importa. Si se salva una vida, ¿qué hay más hermoso?, creo que el amor de una madre cuando le ponen en el regazo al hijo recién parido y lleno de los fluidos que han creado juntos se puede llegar remotamente a asemejar a esa sensación infinita de amor incondicional. Aunque estamos hablando en este último caso de palabras mayores.
Mi corazón es demasiado grande y cansado para donarlo, pero trocito a trocito, quizá, se pueda aprovechar para un alma enamorada y no correspondida… ¿Quién sabe? Ojalá se pudieran reparar los corazones rotos.
Nélida L. del Estal Sastre





























Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.134