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Redacción
Martes, 15 de Diciembre de 2020
HABLEMOS

Una ciudad resiliente

Carlos Domínguez

[Img #47083]Posiblemente ocurra en todas las ciudades españolas, excepto aquellas muy contadas que, por crecimiento y dinamismo, evolucionan hacia formas desarrolladas del fenómeno urbano. El resto, sobre todo capitales de provincia y villas del interior, van camino a corto plazo de una crisis irreversible. Con independencia de las causas, que naturalmente las hay, la desesperanza cala de inmediato en cualquiera con ánimo suficiente para contemplar su actual paisaje, en lo físico pero también en lo vital.

 

Cada cual mira hacia lo próximo, y por eso el zamorano de cierta edad ha de sentir profunda desesperanza al constatar la situación de nuestra ciudad. No es ya que sus principales arterias ofrezcan síntomas inequívocos de decadencia, o acaso resiliencia de estar al léxico de timo y corrección política publicitado por la propaganda oficial. Locales y edificios emblemáticos, cobijo en otro tiempo de negocios y almacenes que hacían ciudad y paisaje, vegetan en la indigencia pese, y ello en el mejor de los casos, a restauraciones de fachada cartón piedra bajo prescripción obligada de una burocracia amiga de lo público, lo artístico y lo antiguo, siempre a costa del bolsillo de ciudadanos y  propietarios privados.

 

Aún más descorazonador es contemplar la situación de barrios y barriadas, donde lo verdaderamente abrumador deja de ser el abandono de solares o viviendas, condenadas a una ruina segura. Lo ominoso es el silencio señoreando calles y plazas, por donde nadie se mueve, nadie transita, nadie experimenta ya una sensación de vecindad. Silencio también de viejos portales y casas molineras, algunas incluso reformadas o reedificadas, con sus puertas eternamente cerradas, igual que sucede con balcones y ventanas. Y digo esto por la sensación agridulce que produce recorrer ese antaño bullicioso trozo de ciudad, desde Puerta Nueva a la Calle del Puente, con su todavía evocador callejero junto a las iglesias de Santa María de la Horta y Santa Lucía, la primera, sin menoscabo de nada ni nadie, sede de la cofradía más popular y hermosa, por romera, de esta Zamora nuestra, siempre entrañable no menos que semanasantera.

 

 En fin, que de la mano de políticos y próceres, nutrida cofradía habitualmente de lo suyo, para el común resiliencia acompañada de miseria. 

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