INTRAHISTORIA
La extremaunción social y económica para nuestra tierra
No voy a andarme con rodeos estilísticos, hijos de la hipocresía, nietos del cobismo. Preguntas directas. La metáfora para el político, para el que busca engañar al pueblo llano y estabulado: ¿Por qué Zamora ocupa la última posición entre las provincias españolas con menor actividad económica, por qué las comarcas del occidente provincial se han convertido ya en desiertos demográficos irreversibles y las de oriente entrarán, a no tardar, en esa misma derrota; por qué las principales arterias comerciales de la capital de la provincia presentan numerosos locales cerrados, por qué nadie se interesa en alquilar esos establecimientos, por qué abandonan los jóvenes nuestra ciudad y provincia, por qué el resto de capitales de esta autonomía ahistórica crecieron y mejoraron desde que el Estado decidió fusionar a las provincias de dos regiones, León y Castilla, con especial énfasis en su desarrollo industrial en Valladolid y Burgos, ambas castellanas; por qué y por qué y por qué, y así hasta el infinito de los ecos, Zamora se desmorona, se hunde, se licua, se difumina, agoniza, cuando, al inicio de la democracia ocupaba entre las provincias españolas la trigésimo tercera posición en la tabla económica?
Lo he dejado escrito de manera implícita: la hortera división autonómica aprobada por todos los partidos nacionales reunió a nueve provincias en una autonomía sin sentido histórico, mientras Santander, el puerto de Castilla, y Logroño, pasaban a ser autonomías uniprovinciales, con el potente desarrollo de ambas regiones. Ahí, en ese instante en el que la política administrativa del Estado decidió meter con calzadoz a las tres provincias del Reino de León, Zamora inició su camino hacia ninguna parte, hacia el abismo económico y social. Los partidos zamoranos de aquellos inicios democráticos, UCD, PSOE y AP comulgaron con las ruedas de molino de sus direcciones regionales y nacionales.
La entrada en Europa en 1985 convirtió a nuestros agricultores y ganaderos en lacayos de las subvenciones. El sector primario francés posee tanta potencia económica que sus políticos jamás cederían ante las pretensiones españolas en la comercialización de lácteos, producción de azúcar y grandes superficies, que hoy se hallan en poder de Francia, Inglaterra y Alemania. Por tanto, cierre de más de 4.000 establos en nuestra provincia, que ayudaban a los agricultores a compensar sus parcas ganancias en la producción agraria; tierras en barbecho, sin cultivar. Hubo una reconversión agropecuaria brutal. Los sindicatos del sector lo saben. A mí me lo confirmó, en rueda de prensa, Blanco, máxima autoridad de la COAG nacional, ha tiempo.
Zamora ciudad, que vivía de su sector primario, de los pueblos de su alfoz, que alcanzaba entonces círculo de unos 30 kms de diámetro, empezó a notar la decadencia económica de sus agricultores y ganaderos. Los jóvenes huyeron del medio rural. Primero estudiaron y después buscaron, lejos de la geografía provincial, puestos de trabajo acordes a sus categorías profesionales. Los grandes comercios zamoranos, los que se abrieron en el segundo tercio del pasado siglo y después de la contienda civil, desaparecieron, máxime cuando grandes superficies se abrieron en nuestra ciudad. También las pequeñas tiendas rurales, de ultramarinos, donde se vendía de todo, colocaron el cierre definitivo en sus negocios. No tenían a quién vender.
Ahora, en el siglo XXI, la venta on line ha dado el golpe de gracia al comercio local. Añádase, además, que, pese a la crisis económica, acentuada durante los gobiernos de Zapatero, los dueños de los locales de las principales calles comerciales zamoranas, salvo excepciones contadas, mantuvieron los alquileres de la gran bonanza económica aznarista, y, todavía hoy, en 2020, en plena pandemia vírica y económica, se exige a los emprendedores alquileres desmedidos, fuera de lugar, de criterios racionales.
Ahora, al pasear por San Torcuato parece que realizas un vía crucis de decadencia económica. Los locales de Santa Clara los ocupan franquicias, firmas que no son zamoranas, de grandes grupos comerciales, de multínacionales del textil. De memoria, me temo que solo la Joyería Alba, las farmacias y algún otro comercio, las rigen empresarios zamoranos. La última en cerrar fue Drogas Vaquero. De hecho, incluso esas grandes firmas comerciales foráneas también cierran sus establecimientos en nuestra ciudad, caso de Massimo Dutti.
Sigo respondiendo a esos porqués iniciales. Además de lo escrito hasta este párrafo, las decisiones políticas de los gobiernos felipistas, con cierres de organismos y empresas públicos, como líneas férreas, Universidad Laboral, Prisión Provincial, cuartel Viriato, abrieron una profunda herida en el cuerpo económico y social zamorano, que todavía no se ha suturado. Todo sucedió, se consintió, se tragó, porque nuestros políticos guardaron silencio ante decisiones que causaron un gravísimo daño a los zamoranos. Cierto que el PSOE fue el partido que más ha perjudicado a nuestra tierra, pero el PP tampoco rectificó aquellas medidas ejecutados por el felipismo. A Zamora se la humilló desde la izquierda y desde la derecha, por arriba y por abajo. Los grandes partidos nacionales saben que el zamorano sufre ese síndrome de la apatía antropológica, ese pasotismo pueblerino, esa cobardía secular y servicial ante cualquier poder político.
A nuestra provincia le faltó un buen cacique, un político, tipo Carlos Pinilla, que, como Felipe González y Zapatero, mirase por su tierra, que condicionase o dirigiese inversiones, públicas o privadas, en Zamora y su provincia, ambas entidades muertas, habitadas por gente sin fuste, sin orgullo, sin bemoles para acabar con tan explotación ideológica, económica y cultural. Yo no tengo lo que me merezco. Ahora bien, me temó, y lo escribo con tristeza, que hay muchos paisanos que se han hecho acreedores a vivir como almas en pena en la provincia con menos actividad económica y la que más población pierde, en términos relativos, de España. Queda muy poco para la extremaunción de esta tierra.
Eugenio-Jesús de Ávila
No voy a andarme con rodeos estilísticos, hijos de la hipocresía, nietos del cobismo. Preguntas directas. La metáfora para el político, para el que busca engañar al pueblo llano y estabulado: ¿Por qué Zamora ocupa la última posición entre las provincias españolas con menor actividad económica, por qué las comarcas del occidente provincial se han convertido ya en desiertos demográficos irreversibles y las de oriente entrarán, a no tardar, en esa misma derrota; por qué las principales arterias comerciales de la capital de la provincia presentan numerosos locales cerrados, por qué nadie se interesa en alquilar esos establecimientos, por qué abandonan los jóvenes nuestra ciudad y provincia, por qué el resto de capitales de esta autonomía ahistórica crecieron y mejoraron desde que el Estado decidió fusionar a las provincias de dos regiones, León y Castilla, con especial énfasis en su desarrollo industrial en Valladolid y Burgos, ambas castellanas; por qué y por qué y por qué, y así hasta el infinito de los ecos, Zamora se desmorona, se hunde, se licua, se difumina, agoniza, cuando, al inicio de la democracia ocupaba entre las provincias españolas la trigésimo tercera posición en la tabla económica?
Lo he dejado escrito de manera implícita: la hortera división autonómica aprobada por todos los partidos nacionales reunió a nueve provincias en una autonomía sin sentido histórico, mientras Santander, el puerto de Castilla, y Logroño, pasaban a ser autonomías uniprovinciales, con el potente desarrollo de ambas regiones. Ahí, en ese instante en el que la política administrativa del Estado decidió meter con calzadoz a las tres provincias del Reino de León, Zamora inició su camino hacia ninguna parte, hacia el abismo económico y social. Los partidos zamoranos de aquellos inicios democráticos, UCD, PSOE y AP comulgaron con las ruedas de molino de sus direcciones regionales y nacionales.
La entrada en Europa en 1985 convirtió a nuestros agricultores y ganaderos en lacayos de las subvenciones. El sector primario francés posee tanta potencia económica que sus políticos jamás cederían ante las pretensiones españolas en la comercialización de lácteos, producción de azúcar y grandes superficies, que hoy se hallan en poder de Francia, Inglaterra y Alemania. Por tanto, cierre de más de 4.000 establos en nuestra provincia, que ayudaban a los agricultores a compensar sus parcas ganancias en la producción agraria; tierras en barbecho, sin cultivar. Hubo una reconversión agropecuaria brutal. Los sindicatos del sector lo saben. A mí me lo confirmó, en rueda de prensa, Blanco, máxima autoridad de la COAG nacional, ha tiempo.
Zamora ciudad, que vivía de su sector primario, de los pueblos de su alfoz, que alcanzaba entonces círculo de unos 30 kms de diámetro, empezó a notar la decadencia económica de sus agricultores y ganaderos. Los jóvenes huyeron del medio rural. Primero estudiaron y después buscaron, lejos de la geografía provincial, puestos de trabajo acordes a sus categorías profesionales. Los grandes comercios zamoranos, los que se abrieron en el segundo tercio del pasado siglo y después de la contienda civil, desaparecieron, máxime cuando grandes superficies se abrieron en nuestra ciudad. También las pequeñas tiendas rurales, de ultramarinos, donde se vendía de todo, colocaron el cierre definitivo en sus negocios. No tenían a quién vender.
Ahora, en el siglo XXI, la venta on line ha dado el golpe de gracia al comercio local. Añádase, además, que, pese a la crisis económica, acentuada durante los gobiernos de Zapatero, los dueños de los locales de las principales calles comerciales zamoranas, salvo excepciones contadas, mantuvieron los alquileres de la gran bonanza económica aznarista, y, todavía hoy, en 2020, en plena pandemia vírica y económica, se exige a los emprendedores alquileres desmedidos, fuera de lugar, de criterios racionales.
Ahora, al pasear por San Torcuato parece que realizas un vía crucis de decadencia económica. Los locales de Santa Clara los ocupan franquicias, firmas que no son zamoranas, de grandes grupos comerciales, de multínacionales del textil. De memoria, me temo que solo la Joyería Alba, las farmacias y algún otro comercio, las rigen empresarios zamoranos. La última en cerrar fue Drogas Vaquero. De hecho, incluso esas grandes firmas comerciales foráneas también cierran sus establecimientos en nuestra ciudad, caso de Massimo Dutti.
Sigo respondiendo a esos porqués iniciales. Además de lo escrito hasta este párrafo, las decisiones políticas de los gobiernos felipistas, con cierres de organismos y empresas públicos, como líneas férreas, Universidad Laboral, Prisión Provincial, cuartel Viriato, abrieron una profunda herida en el cuerpo económico y social zamorano, que todavía no se ha suturado. Todo sucedió, se consintió, se tragó, porque nuestros políticos guardaron silencio ante decisiones que causaron un gravísimo daño a los zamoranos. Cierto que el PSOE fue el partido que más ha perjudicado a nuestra tierra, pero el PP tampoco rectificó aquellas medidas ejecutados por el felipismo. A Zamora se la humilló desde la izquierda y desde la derecha, por arriba y por abajo. Los grandes partidos nacionales saben que el zamorano sufre ese síndrome de la apatía antropológica, ese pasotismo pueblerino, esa cobardía secular y servicial ante cualquier poder político.
A nuestra provincia le faltó un buen cacique, un político, tipo Carlos Pinilla, que, como Felipe González y Zapatero, mirase por su tierra, que condicionase o dirigiese inversiones, públicas o privadas, en Zamora y su provincia, ambas entidades muertas, habitadas por gente sin fuste, sin orgullo, sin bemoles para acabar con tan explotación ideológica, económica y cultural. Yo no tengo lo que me merezco. Ahora bien, me temó, y lo escribo con tristeza, que hay muchos paisanos que se han hecho acreedores a vivir como almas en pena en la provincia con menos actividad económica y la que más población pierde, en términos relativos, de España. Queda muy poco para la extremaunción de esta tierra.
Eugenio-Jesús de Ávila































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