CON LOS CINCO SENTIDOS
¡Qué bonito es estar loco y andar suelto!
Imaginad a los que consideramos locos, sueltos por un día en mitad de la calle, con sus batas blancas, o su ropa de bonito, hablándonos de la virgen o de Schopenhauer, de lo mal que les trató su madre o de aquél lío que tuvieron con su prima y del que deben guardar silencio. Imaginad por un momento todos esos cerebros bullendo de ideas peregrinas y no tan peregrinas (algunos están dentro de ciertos sitios por incomprensión de sus grandes pero extrañas facultades, por la incoherencia de un mundo exterior que no es capaz de vez la atroz coherencia de ciertas personas, y las familias las apartan de su núcleo). Me cago en todas ellas cincuenta millones de veces. Sí.
No sabéis que, en multitud de ocasiones, tras esas mentes a vuestro entender, perturbadas, existe un punto de ingravidez en el que todo fluye y os superan con creces en cordura, eso os da miedo y es por ese motivo por el que los encerráis, y firmáis formularios médicos para mantenerlos alejados de un mundo que cada vez los necesita más. Los mantenéis encerrados a cal y canto con personas que puede que sí necesiten más ayuda, pero los mezcláis, y eso es imperdonable a todas luces, y aberrante…Son mentes superiores y eso da miedo, son personas diferentes y eso da miedo. Son seres que aman y pueden mostrarlo y eso os da miedo. Pero la cobardía es la otra pandemia del siglo XXI, y si se pega o se contagia, os da miedo. Vivimos en una sociedad cobarde, tan cobarde que prefiere encerrar a sus genios y apartarlos a tener que enfrentarse a sus terribles carencias ante ellos. Somos de las generaciones más asquerosamente subdesarrolladas intelectualmente hablando. El día en el que nos demos cuenta de este hecho irrefutable, lo pagaremos demasiado caro. Pero ya será tarde. Muy tarde. Demasiado.
Pero qué sublime sensación de libertad debe de dar andar suelto y estar loco, antes de que una red de cazamariposas te engulla y te oscurezca la mente para siempre entre cuatro pareces y algunos psicofármacos. Que os den a todos los que pensáis así, pero que os den bien por esa parte trasera de vuestra anatomía.
Ya decía Schopenhauer que el mundo era una suerte de mezcla entre manicomio y hospital. Ser inteligente constituía una desgracia y sólo la felicidad podía proceder de la locura y la inconsciencia.
Pues eso.
Nélida L. del Estal Sastre.
Imaginad a los que consideramos locos, sueltos por un día en mitad de la calle, con sus batas blancas, o su ropa de bonito, hablándonos de la virgen o de Schopenhauer, de lo mal que les trató su madre o de aquél lío que tuvieron con su prima y del que deben guardar silencio. Imaginad por un momento todos esos cerebros bullendo de ideas peregrinas y no tan peregrinas (algunos están dentro de ciertos sitios por incomprensión de sus grandes pero extrañas facultades, por la incoherencia de un mundo exterior que no es capaz de vez la atroz coherencia de ciertas personas, y las familias las apartan de su núcleo). Me cago en todas ellas cincuenta millones de veces. Sí.
No sabéis que, en multitud de ocasiones, tras esas mentes a vuestro entender, perturbadas, existe un punto de ingravidez en el que todo fluye y os superan con creces en cordura, eso os da miedo y es por ese motivo por el que los encerráis, y firmáis formularios médicos para mantenerlos alejados de un mundo que cada vez los necesita más. Los mantenéis encerrados a cal y canto con personas que puede que sí necesiten más ayuda, pero los mezcláis, y eso es imperdonable a todas luces, y aberrante…Son mentes superiores y eso da miedo, son personas diferentes y eso da miedo. Son seres que aman y pueden mostrarlo y eso os da miedo. Pero la cobardía es la otra pandemia del siglo XXI, y si se pega o se contagia, os da miedo. Vivimos en una sociedad cobarde, tan cobarde que prefiere encerrar a sus genios y apartarlos a tener que enfrentarse a sus terribles carencias ante ellos. Somos de las generaciones más asquerosamente subdesarrolladas intelectualmente hablando. El día en el que nos demos cuenta de este hecho irrefutable, lo pagaremos demasiado caro. Pero ya será tarde. Muy tarde. Demasiado.
Pero qué sublime sensación de libertad debe de dar andar suelto y estar loco, antes de que una red de cazamariposas te engulla y te oscurezca la mente para siempre entre cuatro pareces y algunos psicofármacos. Que os den a todos los que pensáis así, pero que os den bien por esa parte trasera de vuestra anatomía.
Ya decía Schopenhauer que el mundo era una suerte de mezcla entre manicomio y hospital. Ser inteligente constituía una desgracia y sólo la felicidad podía proceder de la locura y la inconsciencia.
Pues eso.
Nélida L. del Estal Sastre.
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