Jueves, 27 de Noviembre de 2025

Mª Soledad Martín Turiño 1
Domingo, 17 de Enero de 2021
ZAMORANA

Tristes, decepcionados y sin futuro

[Img #48422]Ni en la peor de mis pesadillas hubiera imaginado que viviríamos una época semejante; llevamos ya un año de pandemia que no solo no disminuye sino que crece de forma exponencial y alarmante en todo el mundo; parece que ya no nos asusta escuchar desde los medios de comunicación la cantidad diaria de muertos o, tal vez sea que nos hemos acostumbrado y oímos las noticias de miles de contagios impávidos porque el corazón se ha endurecido y porque desde nuestro fuero interno una vocecita apenas audible se alegra de que, parafraseando la sentencia de Sartre “el infierno son los otros”;  los muertos sean otros, sin nombre ni apellidos, ellos mueren y yo sobrevivo. Este pensamiento, lejos de ser horrible en la inmediatez, es del todo humano, como humana es la insensibilidad que muestran muchos ancianos ante catástrofes cercanas; instinto de supervivencia lo llaman.

 

Noto a la gente triste, como si no tuvieran futuro; desconozco si la causa es el aislamiento prolongado, las medidas restrictivas, la ausencia de libertad o la melancolía que destila el propio invierno. Resulta curioso que aquella persona que no se ha movido nunca de su ciudad eche de menos viajar; o aquella que no bebe, añore el vermú que precede a la comida o una copa a media tarde. Nos han quitado la libertad y, con ella, la facultad de soñar; porque nunca hemos sido más libres que cuando teníamos todo a nuestro alcance para gozar y es ahora, privados de ello, cuando lo echamos en falta. Media España se ha cubierto de nieve y, ciertamente es una estampa hermosa, pero cuando la nieve se acumula día tras días, y entorpece la existencia porque nos dificulta caminar, impide que las calles estén limpias, los coches no pueden circular…etc., entonces ya no resulta tan idílica.

 

El ser humano necesita aventuras que pueda controlar y nunca impuestas porque, o se rebela o se hunde. El futuro no se presenta muy halagüeño, la esperanza se debilita, el virus se multiplica, la nieve persiste y todos sentimos la incapacidad de revolvernos contra la situación.

 

Es necesaria una autoconfinación, ya que el gobierno central no permite otro estado de alarma nacional ni siquiera atendiendo a las comunidades autónomas que así lo solicitan para frenar la pandemia; así que intentamos permanecer en casa: leer, escuchar música, ver cine, cocinar… todo se ha hecho ya y casi nada resulta apetecible porque nuestro estado de ánimo es bajo, triste, presa de una monotonía extraña que impide un mínimo grado de felicidad.

 

Muchos anhelan la llegada de la vacuna que ponga al coronavirus contra las cuerdas, pero la gestión de reparto y vacunación está siendo escasa y lenta. El tándem Pedro-Pablo, ajenos a la petición -casi la exigencia- de aumentar el número de profesionales de la salud para que los centros sanitarios no se colapsen, desoyen la demanda, están desaparecidos y solo alguna breve aparición del ministro Illa, a caballo entre ministro de sanidad y futuro candidato del PSC, apenas pretende cubrir el expediente.

 

Ante una situación tan grave como la que vivimos desde hace un año, necesitamos que el gobierno dé la cara, que nos expliquen cómo están gestionando las vacunas, cuantas hay, quienes han sido vacunados y los que faltan por vacunar; necesitamos que nos expliquen el motivo por el que no se dota de personal a hospitales y centros de salud, necesitamos saber a qué intereses responde el hecho de que vaya todo tan lento; necesitamos ver a quienes nos gobiernan implicados con este grave problema que está diezmando la población, y no desaparecidos e insensibles.

 

Supongo que, como en la leyenda El anillo del rey “esto también pasará”, y espero que dentro de un tiempo que ojalá sea corto, el virus se debilite -no creo que podamos derrotarlo tan fácilmente-, la economía poco a poco se recupere, el paro disminuya, aumente la oferta de puestos de trabajo, los alumnos no pierdan cursos y todo retorne a la vieja normalidad que disfrutamos en el pasado; mientras llega ese momento tendremos que seguir lidiando cada uno con nuestros propios demonios.

 

Mª Soledad Martín Turiño

 

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  • Anónima

    Anónima | Domingo, 17 de Enero de 2021 a las 11:32:43 horas

    Ojalá recuperemos nuestra libre monotonía y quede en el recuerdo esta época de mascarillas y soledad, pero aún tenemos un daño económico, social y sanitario tan mal gestionado que se antoja casi irrecuperable. Mucho ánimo y sigue escribiendo y plasmando lo que tantos sentimos y sólo tú sabes expresar

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