Jueves, 27 de Noviembre de 2025

Kebedo
Domingo, 17 de Enero de 2021
MI VECINA MARISOL

Ya salvamos la Navidad y ¿ahora... qué?

[Img #48432] Mi vecina Marisol no es que haya estado de vacaciones, no, según me ha dicho ha estado …callada. Y cuando dice cosas como estas me barrunto yo algo de tormenta en lo que va a venir después.

Y claro, le pregunto que  a qué se debe ese silencio, conociendo sobre todo su verborrea y su vehemencia, y no tardó ni un segundo en explotar el Krakatoa.

-¡No aguanto ni un minuto más a estos ineptos, incompetentes y desalmados de políticos que tenemos!-, me espetó. -Unos por acción y otros por omisión, están haciendo un nefasto papel en la gestión de la pandemia que nos está asolando-, continuó.

Efectivamente, nos dieron la matraca, algunos, muchos, con que había que salvar la Navidad, con que la Navidad de éste año debería ser lo más parecida posible a las anteriores, querían una Navidad “normal”, y a todos estos les importó una higa que eso no iba a poder ser, que iba a traer trágicas consecuencias, pero les dio igual.

Se empeñaron en fomentar los desplazamientos entre provincias para visitar a los familiares, se empeñaron en hacer las reuniones de siempre, con amigos y enemigos, con cuñados y familiares sin graduación, con todo quisque, como en los años anteriores, y, lo que es peor, se empeñaron en no evitar y en no castigar a todos los que se les puso en el arco del triunfo hacer fiestas y saraos como les vino en gana. Hemos tenido durante toda la navidades cientos de casos, de mayor o menor envergadura, en los que se han reunido gentes “no convivientes”, ni “allegados”, en fiestas, algunas incluso cobrando entrada, y desconocemos qué sanciones han recibido los presuntos. Y lo desconocemos porque, salvo honrosas excepciones, no se ha sancionado a casi nadie.

-Aquí ha celebrado cada uno como le ha dado la gana-, insiste mi vecina. -Hemos llamado a la responsabilidad individual, a la libertad de actuación y la respuesta fue, el cachondeo-.

Bueno, no fue generalizado, la mayor parte de los ciudadanos nos hemos portado bien y hemos renunciado a reuniones familiares numerosas o a desplazamientos a otros lugares, y cuando se han hecho han ido acompañados de las respectivas PCR´s como salvoconducto y prevención.

Pero, por otro lado sabemos de dueños de locales de ocio que, en lugar de velar por el cumplimiento de las distancias entre las mesas en sus locales, el uso de las mascarillas y el lavado frecuente de manos, optaron por estar alerta en la puerta del establecimiento para “dar el agua” en el momento que vislumbraban el acercamiento de alguna patrulla de policía. Los clientes se colocaban convenientemente las mascarillas y todo correcto. ¿Esa es la responsabilidad individual?.

Y luego esos mismos propietarios salen en los medios de comunicación protestando por la barbaridad y la injusticia que se ha cometido con ellos por la   reducción de aforos o de horarios y reclamando indemnizaciones para sus negocios. Reclaman pérdidas económicas únicamente, de las pérdidas humanas no se acuerdan nunca.

-Y hablando de pérdidas humanas-, dice Marisol, -¿cuántas vidas nos ha costado “salvar la Navidad”?-. El número de contagios, como estamos viendo estos últimos días, está disparándose de una forma exagerada, y son cifras reales, no estimaciones, ya son datos, enfermos y muertos con nombres y apellidos.

-No he visto ni a uno sólo de esos políticos que pidieron la salvación de la Navidad salir ahora a pedir perdón por el incremento del número de infectados y fallecidos. Sus ocurrentes propuestas no han merecido un mísero “mea culpa”, no, están por encima del bien y del mal y había que salvar la Navidad a cualquier coste-, insiste mi vecina, -¡qué desfachatez y qué poca vergüenza!-.

-Y ahora nos viene la segunda parte. Nos viene el “¿y ahora, qué?”-. Pues el “ahora qué?” significa que vuelven los cierres de establecimientos, cierres incomprensibles de gimnasios, las reducciones de horarios de centros comerciales y hostelería, la prohibición de permanencia dentro de los bares y, por consiguiente, las protestas, otra vez, y van tres, de aquellos que se ven afectados económicamente en sus negocios por estas restricciones. Ojo, que algunos de ellos, como ya hemos dicho, han sido los causantes del desatino por su permisividad, pero no se cortan ni un poquito en reclamar dineros y aperturas.

-¿Y qué opinan de todo esto aquellos que han cumplido religiosamente con lo establecido?. ¿Qué piensan los que se han gastado unos buenos dineros en acondicionar sus locales para poder cumplir con toda la normativa de salud e higiene y ahora, por culpa de sus compañeros insolidarios y de unos políticos descerebrados, han visto sus negocios cerrados de nuevo y con un pié en la ruina y el otro en el abismo?. ¿A quién reclaman estos, a los unos o a los otros?-. se queja mi vecina.

Es tan insolidario, y merecedor de castigo, evidentemente, el comportamiento de los empresarios innobles, como injusto el tratamiento que dan los políticos a todos, haciendo tabla rasa y midiendo a todos con el mismo rasero.

-No sé si tienen o no medios para poder controlar los desmanes, pero lo que está claro es que no tienen la capacidad para gobernar ni para gestionar esta pandemia, son una panda de inútiles que lo único que tienen en la cabeza es salvar su puesto, el número de votos que les va a costar tomar cualquier medida y el coste humano, se la sopla-. Con perdón.

Y mi amiga Marisol se fue, según me dijo, a dar buena cuenta de una “sanantonada” que, para esos miles de seguidores que tenemos, les diré que es un plato típico zamorano consistente en unas buenas alubias acompañadas de morcilla, chorizo y tocino y cocidas a fuego lento, y que son buenísimas soportar las cencelladas típicas de éstas tierras en ésta época del año.

Kebedo.

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