Ese lugar

Hay un hueco dentro de tu pecho donde quiero establecer mi casa, mi morada para la posteridad y para lo que me quede de vida, donde quiero que me coja el alba después de una noche de amor desenfrenado, aunque esa noche sea la última. Me da igual.  Quiero ese hueco y lo quiero para mí. Me lo he ganado a conciencia, casi siendo como soy sin saberlo, sólo siendo. Porque soy. 

Déjame un hueco calentito y acomodado en tu pecho para que esparza mis muñecos imaginarios y mis personajes de novelas perdidas, las que inventé y no fueron y las que  llegaron a ser, aún no queriendo. Deja que tu hueco se amolde a mi respiración, quejumbrosa, y me ayude a paliar el dolor que atenaza mi alma. Deja que me diluya en el viento de tu aire, de ese que te sobra y a mí me falta y que nos encuentre a los dos de madrugada, fríos como el hielo, pero juntos, porque te quité, sin yo quererlo todo el aire y nos faltó a ambos. Deja que nos encuentre la noche ahítos de amor y con los ojos abiertos, para ver una vez más,  el mundo que nos deja por imposibles y que logramos exprimir con cuatro manos juntas, chorreando el jugo de la vida y sudando por el trabajo que cuesta hacerlo. 

Deja que me amarre a tu hueco y que no me separe nunca porque me pierdo y me vence el miedo y la desesperación. No permitas que me vaya sin que tus labios me hayan dicho que me aman por encima de todo y de todos y que no me dejarán escapar, aunque yo huya una y otra vez, por miedo a paralizarme, por miedo a amar de verdad, sin ambages. Permíteme, amor, que te quiera, en ese hueco que me has dejado y que te demuestre que mereció la pena. Porque así lo siento y no pararé ni cejaré en mi empeño de demostrar que fui algo más que un sueño. Que fui real, de carne y hueso. Y que te quiero. Y eso nada,  nada, nada podrá borrarlo, aunque sólo quede reflejado en un pequeño y recóndito hueco escondido de tu ardiente corazón de hombre que me ama. 

Nélida L. del Estal Sastre