CON LOS CINCO SENTIDOS
Te regalo me vida entera
Naciste pequeñita, tan pequeña que pocos daban un duro porque salieras adelante. Pero saliste, yo lo sabía, y ese cordón umbilical que nos unió siete meses y medio también lo sabía.
Casi no te reconocí cuando te vi por vez primera, eras como una muñequita frágil y diminuta con un gorro ridículo que te quedaba grande, quizá no encontraron otro para un bebe tan chiquitito cuando te trajeron a mi vera para que me conocieras. Pasaron dos días y tu cara cambió completamente, eras mi yo en estado primigenio. Ya te reconocí por entero al pasárseme el miedo a perderte. Te asías a mi pecho con ganas, pero sin fuerzas. Mi latido te calmaba y adormecía y mi calor lo sentías tan tuyo que fundía tu ser con el mío y nos quedábamos ambas dormidas en brazos de Morfeo las primeras noches. Recuerdo hasta el olor, tan inconfundible, tan primitivo, tan nuestro. Eso nunca se olvida. Podré quedarme ciega mientras mi pituitaria recuerde ese aroma.
Pasaste algún tiempo entre extraños, en ese tiempo sólo me escuchabas de lejos, excepto cuando te alimentaba. Entonces te cambiaba el color de la cara y del cuerpo entero, pasabas de un gris anodino y triste a un color rosado resplandeciente y deslumbrante. Me dolía separarme de ti cada día, pero tenías que crecer un poco más para poder llevarte conmigo.
Hasta que llegó el momento esperado. Te llevé las mejores galas para adornar ese cuerpecito pequeño, pero perfecto. Lloré tanto que creo que por eso casi no he vuelto a llorar por nadie, porque se me secaron los ojos entonces. Guardé todas mis lágrimas para ti, a oscuras y en silencio. Pero también guardé las sonrisas más abiertas, sinceras y aplastantes para ti. No hay amor más puro, desinteresado y leal, más noble y candoroso, más real y más doliente.
Han pasado veintitrés años desde entonces, y hoy, como siempre y para siempre, mi regalo es mi yo. Te regalo mi vida entera.
Nélida L. Del Estal Sastre
Naciste pequeñita, tan pequeña que pocos daban un duro porque salieras adelante. Pero saliste, yo lo sabía, y ese cordón umbilical que nos unió siete meses y medio también lo sabía.
Casi no te reconocí cuando te vi por vez primera, eras como una muñequita frágil y diminuta con un gorro ridículo que te quedaba grande, quizá no encontraron otro para un bebe tan chiquitito cuando te trajeron a mi vera para que me conocieras. Pasaron dos días y tu cara cambió completamente, eras mi yo en estado primigenio. Ya te reconocí por entero al pasárseme el miedo a perderte. Te asías a mi pecho con ganas, pero sin fuerzas. Mi latido te calmaba y adormecía y mi calor lo sentías tan tuyo que fundía tu ser con el mío y nos quedábamos ambas dormidas en brazos de Morfeo las primeras noches. Recuerdo hasta el olor, tan inconfundible, tan primitivo, tan nuestro. Eso nunca se olvida. Podré quedarme ciega mientras mi pituitaria recuerde ese aroma.
Pasaste algún tiempo entre extraños, en ese tiempo sólo me escuchabas de lejos, excepto cuando te alimentaba. Entonces te cambiaba el color de la cara y del cuerpo entero, pasabas de un gris anodino y triste a un color rosado resplandeciente y deslumbrante. Me dolía separarme de ti cada día, pero tenías que crecer un poco más para poder llevarte conmigo.
Hasta que llegó el momento esperado. Te llevé las mejores galas para adornar ese cuerpecito pequeño, pero perfecto. Lloré tanto que creo que por eso casi no he vuelto a llorar por nadie, porque se me secaron los ojos entonces. Guardé todas mis lágrimas para ti, a oscuras y en silencio. Pero también guardé las sonrisas más abiertas, sinceras y aplastantes para ti. No hay amor más puro, desinteresado y leal, más noble y candoroso, más real y más doliente.
Han pasado veintitrés años desde entonces, y hoy, como siempre y para siempre, mi regalo es mi yo. Te regalo mi vida entera.
Nélida L. Del Estal Sastre





























Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.116