LA COLUMNA DE DOÑA ELVIRA
El periodismo, cual sabueso en el centro del tablero
![[Img #48793]](https://eldiadezamora.es/upload/images/01_2021/9525_yo2.jpg)
Las blancas a un lado, las piezas negras, a otro. Comienza la partida. Los peones de ambos colores se empiezan a mover; junto con los alfiles, caballos y su movimiento que tanto me gusta… Todos ellos con el objetivo de proteger al rey de su color y tirar la pieza de su contrario. El periodismo, esa profesión tan preciosa que muchos juegan a ser, se encuentra en el centro del tablero; ahí, en medio del juego; en el centro de la sociedad.
Este oficio se encarga de controlar cada hecho e información que hay a lo largo de la gran partida denominada sociedad, luchando siempre para que esas piezas que no quieren que exista como tal: es decir, un periodismo objetivo y veraz, no estropeen la partida. Ocurre que a veces por mucho que los verdaderos periodistas ejercen su profesión y cuentan cada paso de la partida tal y como ha sido: el movimiento en “L” de los caballos; el diagonal de los alfiles, etc., estos se mueven en una dirección que no es la suya. ¿Y, que pasa con esto? - Pues que estalla una bomba. El intrusismo de la profesión y las llamadas fake news son los mayores detonadores. Hacen que las piezas cambien su rumbo comentando jugadas que son inciertas, irreales y muchas veces hasta surrealistas; pero, quien no ha estado viendo la partida, o quien no sepa sobre esa jugada concreta o como se mueve realmente una pieza, no sabe si lo que dicen esos llamados detonadores es cierto o no lo es. Por lo que la sociedad – muchas veces- termina creyéndolo. También pasa otra cosa: y es el caso en que, por ejemplo, un detonador dice que la pieza de la torre se mueve de casilla en casilla; mientras que otro detonador asegura – y muchas veces acompañado de un entrecomillado como su fuera una frase dicha por alguien que no fueran ellos-, que las torres pueden moverse libremente por el tablero. ¿A quién creemos entonces? ¿Nos fiamos de uno, de otro, o de ambos? Entonces miramos, mejor, si ese periodismo ha estado en el centro del tablero; vamos a entrar en su juego. ¿Cómo? Buscando la buena información; leyendo y asegurándonos qué puede ser real, y que no. Y ahí seguramente veamos que esos que dicen cosas distintas del movimiento de las torres estaban equivocados.
Otro problema también es cuando el periodismo, por mucho que se encuentre en el centro del tablero vigilando las piezas cual sabueso, es manejado por los intereses de este rey que no quiere ser vencido, ya que, sino, la partida finaliza y la prensa libre deja de existir. Y, ¿no queremos eso, verdad? También podría añadir el tema del intrusismo: véase en este caso como aquellas personas “expertas” que, mientras la partida sigue su juego, deciden hacer una foto o video comentando cada una de las jugadas y colgándolas en sus redes sociales. Cuidado, que engancha esto.
Teniendo en cuenta todos los casos expuestos, ¿a quién debe entonces creer la sociedad cuándo de una misma jugada hay varias informaciones y varios “expertos” asegurando cosas diferentes? No me gusta este llamado periodismo donde los detonadores quieren acabar con su verdadera esencia: el buen hacer, la veracidad y objetividad de cada hecho.
En este momento la partida continua, las piezas se mueven a su antojo y el periodismo de verdad quiere hacer de buen arbitro; así que, espero que, poco a poco, todo vaya volviendo a su sitio y se mueva como son las reglas el juego; un juego donde los seres humanos se juegan mucho. El juego de estar bien informado.
![[Img #48792]](https://eldiadezamora.es/upload/images/01_2021/8291_periodismo-24-enero.jpg)
Cosas a parte
Hoy, 24 de enero, en España, se celebra el Día del Periodista, y, aunque con este texto expuesto tan crítico en muchos sentidos, quiero señalar que hay muchas cosas no tan malas, ya que, como afirmó en su día el gran Gabriel García Márquez: “El periodismo es el mejor oficio del mundo”.
![[Img #48793]](https://eldiadezamora.es/upload/images/01_2021/9525_yo2.jpg)
Las blancas a un lado, las piezas negras, a otro. Comienza la partida. Los peones de ambos colores se empiezan a mover; junto con los alfiles, caballos y su movimiento que tanto me gusta… Todos ellos con el objetivo de proteger al rey de su color y tirar la pieza de su contrario. El periodismo, esa profesión tan preciosa que muchos juegan a ser, se encuentra en el centro del tablero; ahí, en medio del juego; en el centro de la sociedad.
Este oficio se encarga de controlar cada hecho e información que hay a lo largo de la gran partida denominada sociedad, luchando siempre para que esas piezas que no quieren que exista como tal: es decir, un periodismo objetivo y veraz, no estropeen la partida. Ocurre que a veces por mucho que los verdaderos periodistas ejercen su profesión y cuentan cada paso de la partida tal y como ha sido: el movimiento en “L” de los caballos; el diagonal de los alfiles, etc., estos se mueven en una dirección que no es la suya. ¿Y, que pasa con esto? - Pues que estalla una bomba. El intrusismo de la profesión y las llamadas fake news son los mayores detonadores. Hacen que las piezas cambien su rumbo comentando jugadas que son inciertas, irreales y muchas veces hasta surrealistas; pero, quien no ha estado viendo la partida, o quien no sepa sobre esa jugada concreta o como se mueve realmente una pieza, no sabe si lo que dicen esos llamados detonadores es cierto o no lo es. Por lo que la sociedad – muchas veces- termina creyéndolo. También pasa otra cosa: y es el caso en que, por ejemplo, un detonador dice que la pieza de la torre se mueve de casilla en casilla; mientras que otro detonador asegura – y muchas veces acompañado de un entrecomillado como su fuera una frase dicha por alguien que no fueran ellos-, que las torres pueden moverse libremente por el tablero. ¿A quién creemos entonces? ¿Nos fiamos de uno, de otro, o de ambos? Entonces miramos, mejor, si ese periodismo ha estado en el centro del tablero; vamos a entrar en su juego. ¿Cómo? Buscando la buena información; leyendo y asegurándonos qué puede ser real, y que no. Y ahí seguramente veamos que esos que dicen cosas distintas del movimiento de las torres estaban equivocados.
Otro problema también es cuando el periodismo, por mucho que se encuentre en el centro del tablero vigilando las piezas cual sabueso, es manejado por los intereses de este rey que no quiere ser vencido, ya que, sino, la partida finaliza y la prensa libre deja de existir. Y, ¿no queremos eso, verdad? También podría añadir el tema del intrusismo: véase en este caso como aquellas personas “expertas” que, mientras la partida sigue su juego, deciden hacer una foto o video comentando cada una de las jugadas y colgándolas en sus redes sociales. Cuidado, que engancha esto.
Teniendo en cuenta todos los casos expuestos, ¿a quién debe entonces creer la sociedad cuándo de una misma jugada hay varias informaciones y varios “expertos” asegurando cosas diferentes? No me gusta este llamado periodismo donde los detonadores quieren acabar con su verdadera esencia: el buen hacer, la veracidad y objetividad de cada hecho.
En este momento la partida continua, las piezas se mueven a su antojo y el periodismo de verdad quiere hacer de buen arbitro; así que, espero que, poco a poco, todo vaya volviendo a su sitio y se mueva como son las reglas el juego; un juego donde los seres humanos se juegan mucho. El juego de estar bien informado.
![[Img #48792]](https://eldiadezamora.es/upload/images/01_2021/8291_periodismo-24-enero.jpg)
Cosas a parte
Hoy, 24 de enero, en España, se celebra el Día del Periodista, y, aunque con este texto expuesto tan crítico en muchos sentidos, quiero señalar que hay muchas cosas no tan malas, ya que, como afirmó en su día el gran Gabriel García Márquez: “El periodismo es el mejor oficio del mundo”.






























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