La mala educación y la política

Remedando el título de la famosa película del director manchego, Almodóvar, y releyendo un artículo del diario “El País”, titulado "Los fallos en la semipresencialidad  educativa desatan una ola de quejas de los padres”, me vienen a la cabeza muchas ideas contradictorias en torno a este tema de la educación en la distancia, en tu domicilio. En fin. Que, para mí,  no se puede hablar de “fallos” stricto sensu. 

   Las familias están denunciando numerosos casos de falta de atención a sus hijos, que son  alumnos al fin y a la postre. La calidad de la enseñanza a distancia varía mucho entre las diversas Comunidades Autónomas, institutos, e incluso,   varía dentro de un mismo centro. Paradoja. O no tanto. 

   No voy a hablar de fallos. No son fallos, es un fraude que deja a los profesores a los pies de los caballos y a los alumnos, con la mitad de lo que una buena educación de calidad  debe de aportarles. La verdad es que es un artículo para una lectura comprensiva y reflexiva sobre hacia dónde estamos encaminando el futuro cuando nos hallamos inmersos en una pandemia de proporciones bíblicas. Porque ya lo es. Esto es la peste, pero en el siglo XXI. Vaya cuadro tenemos que pintar en el capítulo de fatalidades de nuestra existencia, cuando nos aventurábamos a un siglo de avances y conquistas intelectuales y científicas… 

    En primer lugar, Siguiendo con la trama que hoy me ocupa,  no todos los alumnos pueden ser enseñados online. No todos los alumnos disponen de los medios técnicos adecuados para tan fin. No todos los profesores se  pueden dividir para lidiar con los alumnos que sí pueden y con los que no. No son toros. Ni los unos ni los otros.  Son personas y estas personas (de Enseñanza Primaria, Secundaria o Universitaria), no pueden recibir una educación y una formación a medias.  

Tristemente, se están confinando o cerrando Campus y residencias universitarias, así como aulas de Primaria,  E.S.O. y Bachillerato. No todo es culpa de las ganas de farra de los chavales. Esto es un tema más serio. No podemos dejar que una generación o dos de chicos  reciba  una educación de peor calidad y encima, les  culpemos de ello. Eso es inasumible para un país como el nuestro. Algo no se está haciendo bien y uno se harta de ver por televisión batallas políticas entre Estado Central y Comunidades Autónomas. El ciudadano de a pie se queda con lo que sale en las noticias; que una panda de jóvenes descerebrados origina un confinamiento universitario y la suspensión de las clases presenciales. Que se les ve de fiesta, sin mascarilla, demasiado "arrejuntados". No todos los jóvenes son así. Somos peores los adultos. Pero los “adultos” tenemos los resortes suficientes para escudarnos en los chiquillos y echarles la culpa de todo. Es así. Cuando la culpa no la tiene el gobierno de turno, la tiene el vecino, o el alcalde, o los que medran…No sigo porque la lista exculpatoria se me antoja demasiado larga. 

    Aún así, nos empeñamos en culpar a 100 de lo que 1.000.000 no hacen como debieran. Hablo por propia experiencia. Tengo una hija joven, que estudia fuera y que se toma esto de la pandemia muy en serio. Así, muchos, muchísimos. Basta ya de culpar a los de edad temprana o joven, cuando vemos cada día en las noticias fiestas privadas de adultos y positivos de personas a las que se supone una responsabilidad privada y pública. Basta.  

  A ver si nos tomamos en serio que estamos tirando a la basura orgánica el futuro de nuestros hijos por ser viles y absolutamente gilipollas, nosotros, que no ellos, por si alguien no me ha leído bien. Ellos, nuestros hijos,  nos dan lecciones de saber hacer.  

    Y a los que mandan en las Comunidades Autónomas y Gobierno, no a todos, pero a la mayoría, iros  a la mierda ya porque no valéis en estiércol ni lo que pesáis. Asco y pena que nos va a costar más y más vidas. Poneos de acuerdo de una jodida vez y haced las cosas medianamente bien. Os pagamos por ello.

Lástima que no exista un agujero negro por el que mandaros a cagar a la vía, sobre todo a los delincuentes que se han vacunado a escondidas y que nos han dado a todos unas explicaciones tan peregrinas que parece que nos tomen por seres tan imbéciles y depravados como ellos. Me educaron bien, muy bien. Pero sacáis mi lado “destroyer”. España es un país de “Lazarillos de Tormes” y encima nos sentimos tan chulazos por esa circunstancia. No conozco a día de hoy (quizá en fechas venideras salgan a la palestra otros casos en otros países) casos de personas con mando en alguna plaza, que se hayan saltado el orden de vacunación, salvo en España. España. Panda de ineptos. No os digo lo que os deseo, que luego me llaman mala persona. A mí…

Nélida L. del Estal Sastre