NOCTURNOS
Una dama vulgar
Me cansé de quererla, de adorarla, de pensarla. He llegado a verme como un pelele, un, como dicen los modernos, “pagafantas”. He amado un concepto de mujer, no he amado a una dama en cuerpo y alma. Me he perdido a mí mismo en un juego de romanticismo anacrónico, de poeta de pueblo que no encuentra la rima, porque no siente el verso. Me dejé de querer por amarla a ella, cuando yo más me necesitaba, cuando más clamaba por un poco de ternura, unas cuantas caricias, unos besos delicados, un pubis femenino de lava y volcán.
Ya no tengo edad -nunca resulta apropiado- para amar sin que te amen; para que se rían de ti sin que cuentes chistes, para jueguen contigo sin ser baraja de Heraclio Fournier, ni parchís, ni dado. No tan soy rico que pueda perder mi dinero loando a una mujer. No mendigo besos, no me muero por una cópula con señora imponente, solo vivo para disfrutar del arte que te separa de la muerte, del amor que te convierte en deidad, del placer que detiene el tiempo.
Vivimos para que nos amen y amar. No para sufrir. El amor aleja de la muerte. Si amas, solo piensas en conjugar ese verbo. Si no te quiere nadie, no merece la pena vivir. Nunca compré mujeres con dinero. Intenté seducirlas con talento, genio, delicadeza y educación. Soy un caballero que nunca debió nacer en el siglo XX. Estuve siempre fuera de lugar y de tiempo. ¡Cómo iba a quererme una dama tan vulgar!
Eugenio-Jesús de Ávila
Me cansé de quererla, de adorarla, de pensarla. He llegado a verme como un pelele, un, como dicen los modernos, “pagafantas”. He amado un concepto de mujer, no he amado a una dama en cuerpo y alma. Me he perdido a mí mismo en un juego de romanticismo anacrónico, de poeta de pueblo que no encuentra la rima, porque no siente el verso. Me dejé de querer por amarla a ella, cuando yo más me necesitaba, cuando más clamaba por un poco de ternura, unas cuantas caricias, unos besos delicados, un pubis femenino de lava y volcán.
Ya no tengo edad -nunca resulta apropiado- para amar sin que te amen; para que se rían de ti sin que cuentes chistes, para jueguen contigo sin ser baraja de Heraclio Fournier, ni parchís, ni dado. No tan soy rico que pueda perder mi dinero loando a una mujer. No mendigo besos, no me muero por una cópula con señora imponente, solo vivo para disfrutar del arte que te separa de la muerte, del amor que te convierte en deidad, del placer que detiene el tiempo.
Vivimos para que nos amen y amar. No para sufrir. El amor aleja de la muerte. Si amas, solo piensas en conjugar ese verbo. Si no te quiere nadie, no merece la pena vivir. Nunca compré mujeres con dinero. Intenté seducirlas con talento, genio, delicadeza y educación. Soy un caballero que nunca debió nacer en el siglo XX. Estuve siempre fuera de lugar y de tiempo. ¡Cómo iba a quererme una dama tan vulgar!
Eugenio-Jesús de Ávila




















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