PASIÓN POR ZAMORA
Zamora clama por una formación política provincial

Me importa Zamora, su ciudad y la provincia. Nuestra tierra ya estaba tocada antes de esta pandemia vírica. Escribí decenas de artículos sobre la deriva económica y demográfica de Zamora. Consideré que la instalación en Monte La Reina y la construcción de la Biorrefinería Multifuncional en Barcial del Barco, la mayor inversión privada realizada en tierras zamoranos en toda su historia, podrían ser las únicas tablas de salvación a la que asirnos.
Ahora, cuando llegue, que ya está aquí, la pandemia económica, me temo que muchos comercios zamoranos seguirán cerrados para siempre, que también bares y cafeterías no volverán a servir ni una caña ni un pincho. El coronavirus solo dio el último empujón a una situación se supervivencia comercial.
Cuando pase el actual estado de rebrotes y confinamientos y podamos recorrer la ciudad sin las incómodas mascarillas, acordémonos de nuestros pequeños empresarios, tengámoslos en cuenta, gastemos en sus establecimientos, no viajemos hacia otros lares para adquirir lo que encontraríamos aquí. Hagamos Zamora, construyamos ciudad y provincia. No somos nada sin comercio, sin locales para el ocio, sin viandas, sin masticar la vida en una terraza, sin el prójimo.
Sabemos que invertir en Zamora se convierte siempre en un riesgo descomunal, más en una época que vivirá el desmoronamiento de una forma de hacer negocios, del cierre de otros, de un descalabro moral y psíquico nunca conocido. Ahora, por lo tanto, considero que una buena parte de nuestra sociedad, la más dinámica, tendrá que empezar de nuevo, como si hubiera un antes y un después de esta brutal enfermedad, que se ha llevado a muchos zamoranos, la mayor parte personas de edad avanzada, los que construyeron, con sus vidas, con sus trabajos, con su abnegación y sufrimiento nuestra tierra. Avanzaremos sin ellos, sin su latido, sin su futuro.
Esa gente con ganas de progresar, se enfrentará al poder de los caciques, que forman parte, para nuestra desgracia, del pasado, de nuestra historia, pero que todavía permanecen, ojo avizor en este presente, para detener el avance económico y social de Zamora. No nos equivoquemos. Hay un poder caciquil, que creció al amparo del poder político, del que consiguió prebendas y privilegios; pero también una elite, grupo de personas, preparadas, liberales, avanzadas, que luchan para sacar a esta tierra del ostracismo. Zamora clama por una formación política sin ataduras, sin vínculos, sin vicarías con los grandes partidos nacionales, que siempre, cuando gobernaban, ignoraron que formamos parte España.

Me importa Zamora, su ciudad y la provincia. Nuestra tierra ya estaba tocada antes de esta pandemia vírica. Escribí decenas de artículos sobre la deriva económica y demográfica de Zamora. Consideré que la instalación en Monte La Reina y la construcción de la Biorrefinería Multifuncional en Barcial del Barco, la mayor inversión privada realizada en tierras zamoranos en toda su historia, podrían ser las únicas tablas de salvación a la que asirnos.
Ahora, cuando llegue, que ya está aquí, la pandemia económica, me temo que muchos comercios zamoranos seguirán cerrados para siempre, que también bares y cafeterías no volverán a servir ni una caña ni un pincho. El coronavirus solo dio el último empujón a una situación se supervivencia comercial.
Cuando pase el actual estado de rebrotes y confinamientos y podamos recorrer la ciudad sin las incómodas mascarillas, acordémonos de nuestros pequeños empresarios, tengámoslos en cuenta, gastemos en sus establecimientos, no viajemos hacia otros lares para adquirir lo que encontraríamos aquí. Hagamos Zamora, construyamos ciudad y provincia. No somos nada sin comercio, sin locales para el ocio, sin viandas, sin masticar la vida en una terraza, sin el prójimo.
Sabemos que invertir en Zamora se convierte siempre en un riesgo descomunal, más en una época que vivirá el desmoronamiento de una forma de hacer negocios, del cierre de otros, de un descalabro moral y psíquico nunca conocido. Ahora, por lo tanto, considero que una buena parte de nuestra sociedad, la más dinámica, tendrá que empezar de nuevo, como si hubiera un antes y un después de esta brutal enfermedad, que se ha llevado a muchos zamoranos, la mayor parte personas de edad avanzada, los que construyeron, con sus vidas, con sus trabajos, con su abnegación y sufrimiento nuestra tierra. Avanzaremos sin ellos, sin su latido, sin su futuro.
Esa gente con ganas de progresar, se enfrentará al poder de los caciques, que forman parte, para nuestra desgracia, del pasado, de nuestra historia, pero que todavía permanecen, ojo avizor en este presente, para detener el avance económico y social de Zamora. No nos equivoquemos. Hay un poder caciquil, que creció al amparo del poder político, del que consiguió prebendas y privilegios; pero también una elite, grupo de personas, preparadas, liberales, avanzadas, que luchan para sacar a esta tierra del ostracismo. Zamora clama por una formación política sin ataduras, sin vínculos, sin vicarías con los grandes partidos nacionales, que siempre, cuando gobernaban, ignoraron que formamos parte España.


















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