Miércoles, 26 de Noviembre de 2025

Nélida L. Del Estal Sastre
Sábado, 06 de Febrero de 2021
CON LOS CINCO SENTIDOS

Esa testosterona ficticia

[Img #49373]Preámbulo

Este artículo es ficción, pero bien podría ser realidad en cualquier rincón de cualquier pueblo o ciudad. Va “dedicado” a ese reducido grupo de hombres que ven en la mujer sólo un objeto para su satisfacción personal, sin mirar que la mujer es una persona digna, inteligente y merece el mismo respeto que todos los demás. El mismo respeto que ellos. Hoy en día, estos casos son más aislados, pero silenciados por vergüenza de la víctima de los abusos y agresiones y de la propia familia. Está mal visto ser violada. Pasarás tu vida como si hubieras sido la culpable, por haber buscado esa lamentable situación, por llevar minifalda o tacones el día de autos. También va dedicado a todas las que hemos sufrido de una u otra forma, la violencia sexual. Quiero que esto quede diáfano. Ni todos los hombres son unos bastardos , ni todas las mujeres unas busconas. Es así de simple. Es un reducido grupo que afea a todo un género. Espero que la inteligencia que nos caracteriza ayude a entender el sentido real de lo que he querido explicar. Gracias. Nélida L

Artículo

.No me importa lo más mínimo lo que piensen los hombres cuando lean mi artículo de hoy. Ni lo más mínimo,  ni siquiera contestaré lo que no sea loar a la mujer. Pero hoy escribiré como su fuera un hombre. A ver qué sale, es parte de un estudio que estoy desarrollando sobre lo que los hombres, sea como fueren éstos, piensan sobre las mujeres, de las mujeres de hoy y de las de siempre, de sus santas madres intocables o de las putas de pago que te hacen lo que sea en el asiento de atrás del coche que compartes con tu mujer e hijos. De todas.

Me centraré, dicho sea de paso,  en un tipo de hombre que desde la cuna hasta que le han de poner un pañal mientras se caga porque se  muere, siempre se sentirá por encima de la mujer, aunque la mujer le de mil vueltas en todo. En ellos me voy a centrar. Afortunadamente, son ya cada vez menos y mujeres y hombres hablamos y nos tratamos con igualdad y con respeto. Pero mi artículo de hoy va para todos esos seres extinguibles que nos han hecho y nos seguirán haciendo tanto y tanto daño. A las mujeres de bien que les hemos cuidado, criado a los hijos y hasta limpiado el culo si era menester.

 

   Este chico venía de familia bien, lo que por entonces se consideraba como “hijo de familia con posibles”. Estudió en un buen colegio público y después se fui al instituto más guay de la zona. Ya había catado a varias “calientapollas”, como a él y a sus amigos les gustaba denominar a esas pobres chicas que no sabían lo que hacían y lo pagaron caro. En las fiestas de su barrio,  las guarras eran ellas, no él,  faltaría. Encima una se le negó, pero le dijo que o se la chupaba o todo dios se iba a enterar de que era un putón, da igual que no fuera cierto. Las palabras, cuando salen de la boca de un animal, nunca se  sabe  a dónde llegarán. Se la chupó, pero no le gustó, por lo visto la muy tonta estaba gimoteando y no se corrío por su puta culpa. Ni mamarla sabía. Se olvidó de ella, ni su nombre supo nuca ni le interesó,  pero se fue la muy gilipollas con el miedo en el cuerpo y el temor a sus palabras de pijo bien, niño de mierda de buena familia. “Bien por mí, Qué cabronazo soy”, debió de pensar el muy hijo de puta.

 

  Después llegó la Universidad. Se lo pasó bien, entre estudios, parciales y fiestas familiares conoció a Elsa, creo que se enamoró de ella cuando la vío en el parque del Campus, con sus cabellos negros y largos, ondulados y esa carita de madre de sus hijos que tenía. Se enamoró porque, encima era lista, le pasaba los apuntes entre besos y caricias,  “Estudia” le decía, como una madre diligente. Pero no podía dejar de mirarla. Creo que le puso los cuernos después de hacerse novios oficiales unas ocho veces, pero qué queréis, nosotros, los hombres jóvenes y hormonados hasta las trancas,  nos regimos por la testosterona, vosotras sois más “tontitas”, no va en vuestra genética, en la nuestra sí, la supervivencia de la puta especie. Ni que estuviéramos en la Edad de Piedra. Cabrones. Aunque a mí no me amenazaba nadie, (ya hablo desde el maní de este gilipollas) pero si veía la oportunidad, pues me follaba a la de turno y aquí paz y después, gloria. Gloria, así se llamaba una de esos putones que se enrolló conmigo aún sabiendo que tenía novia.  Yo también lo sabía, quizá pude negarme a buscar, Elsa es maravillosa. ¿Por qué cojones tuve que buscar a otras  si Elsa era mi amor? Pues porque soy un macho alfa estúpido y porque tiran más dos tetas que dos carretas. Punto de la explicación y argumento válido, al menos para mí, no te jode. Me basta. Porque soy tonto de carrito (esto lo digo yo, que para eso eso soy narradora omnisciente, qué cojones…)

 

   Un día, Elsa y yo quedamos para estudiar en la biblioteca el parcial que teníamos tres días después. Me iba a presentar a la chica más lista de su clase, una tal Mónica. Fui a la biblioteca y creo que mi cara cambió de color para convertirse en blanco nuclear en cuanto reconocí vagamente el rostro de aquella chica.

 

_ “Hola nene, esta es Mónica, va al curso avanzado y nos puede echar un cable” “Dice que te conoce desde hace mucho tiempo,  mucho”…jajajajajajajaja

_ “Hola Jesús”, dijo Mónica, mirándome con cara de vomitarme encima y regodeo expectante. “Creo que no te acuerdas de mi nombre, pero sí de mí. Ya le estaba contando a tu novia esa noche adolescente que pasamos juntos, tan bucólica,  mirando tú las estrellas y yo tu micro pene, mientras me sujetabas la cabeza y yo te decía llorando No y No , una y otra vez”.

 

   Me faltaba la voz, se me pusieron las gónadas de corbata y no hacía más que mirar la cara de Elsa…Cómo iba cambiando del estupor hacia el odio más profundo y hasta la repulsión y el vómito.

 

 

-“Jesús, ¿la recuerdas? Fue en la tapia de la piscina de tus padres, ¡cómo olvidar algo así!, dijo Elsa. Tranquila, pero firme. Agarrando por el hombro as una Mónica exultante, por fin, después de tanto sufrimiento.

 

“Jesús, ¿me recuerdas?, recuerdas a las ocho que te has tirado en el Campus desde que Elsa y tú sois novios? Recuerdas que un día después de forzarme me tiré por el puente porque me sentía sucia y el único sucio en esta historia eras tú? ¿Recuerdas? Salí y me prometí a mí misma no poner en peligro a ninguna otra mujer con la que te cruzaras. He sido tu sombra desde entonces. Y todas te hemos denunciado. Las he ido buscando una a una, no me ha sido difícil porque eres tan imbécil que presumes hasta de las que violas.

  Nélida L. del Esta Sastre

 

 

 

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