ZAMORANA
Buenos recuerdos para malos tiempos
Conozco demasiada gente que está sufriendo las consecuencias de esta situación derivada de la pandemia: falta de sueño, apatía, indolencia, depresión…porque estamos viviendo una época demasiado larga y no vemos resultados que puedan conducir al optimismo; sin embargo, hoy no voy a tratar sobre pesadumbre ni desazón; más bien al contrario; quisiera poner el foco en hacer algo positivo que nos lleve a encontrarnos un poco mejor con nosotros mismos.
Seguro que cada uno en algún momento ha vivido su propia Arcadia feliz y sus recuerdos permanecen escondidos a buen recaudo en un rincón de la mente: aquel viaje improvisado que salió perfecto, la gente que conocimos, los lugares que visitamos, la ilusión mantenida durante todo el tiempo; o bien la cita en la playa con los amigos para disfrutar de la puesta de sol en aquellas vacaciones cuando éramos jóvenes o, por aquellos días, cuando todo el tiempo era nuestro y nos daba la madrugada al abrigo de las sombras en la terraza, hablando de temas humanos y divinos, proyectando nuestros sueños de cómo cambiar el mundo mientras pasaban las horas sin sentir y asomaba tímidamente el sol en el horizonte; o las tardes de pesca en el espigón del puerto con aquellos amigos: unos pescando, otros perdiéndose entre las rocas y yo apartada en un saliente de las piedras con mi libro de turno; todos juntos y, a la vez, sumergiéndose cada uno en su propio placer sin perder la magia del momento.
Son innumerables los recuerdos gratos donde refugiarse en estos tristes tiempos; cada cual puede aducir los suyos, sacarlos de la memoria y revivirlos, cerrando los ojos para gozar mejor de aquellas sensaciones que nos hicieron comprender el significado de la palabra felicidad; puede ser una evocación hermosa, una esperanza, un anhelo, minutos de bienestar que proporcionan el revisar fotografías, releer cartas, escuchar una música determinada, contactar con amigos o familiares a los que hemos perdido la pista y reincorporarlos a nuestra vida, o abrir esos cajones cerrados desde hace tanto tiempo para reencontrar parte de una existencia ya lejana, o hacer limpieza y tirar todo aquello que hemos ido acumulando y ahora carece de sentido… son infinitas las posibilidades para llenar el tiempo y olvidarnos un poco de la realidad que nos acucia, para descartar los miedos o anular la angustia. Lo importante es tener proyectos y elaborar listas de deseos alcanzables lo suficientemente positivos para confortarnos.
Conozco quien ha invertido este tiempo de restricciones y confinamiento para reinventarse, buscando dentro de sí inquietudes que ignoraba y ahora está feliz; unos se apuntan a yoga virtualmente (por fortuna las tecnologías nos permiten hacer casi todo sin movernos de casa); otros han decidido estudiar aquellas materias que, en su momento no les fue posible, algunos han empezado labores varias: dibujar, hacer ganchillo, manualidades; hay quien incluso ha aprovechado para modificar la casa repintando muebles o redecorando habitaciones… De todo y de todos hemos de aprender para sobrevivir a este tiempo oscuro que nos ha tocado vivir.
Como todo, esto también pasará, llegará la luz y podremos reanudar la vida aquella por la que transitábamos sin concederle la menor importancia y tanto añoramos ahora; habremos aprendido a valorar la libertad de movernos sin limitaciones, el gozo de tomar un café en una terraza viendo pasar a la gente, de abrazar a los amigos o a la familia, de viajar donde nos plazca… ciertamente todo llegará, pero antes refugiémonos en los vericuetos que sean necesarios para que los días que faltan hasta ese momento transcurran con el mejor empeño para que, cada cual a su manera, intente ser un poco más feliz.
Mª Soledad Martín Turiño
Conozco demasiada gente que está sufriendo las consecuencias de esta situación derivada de la pandemia: falta de sueño, apatía, indolencia, depresión…porque estamos viviendo una época demasiado larga y no vemos resultados que puedan conducir al optimismo; sin embargo, hoy no voy a tratar sobre pesadumbre ni desazón; más bien al contrario; quisiera poner el foco en hacer algo positivo que nos lleve a encontrarnos un poco mejor con nosotros mismos.
Seguro que cada uno en algún momento ha vivido su propia Arcadia feliz y sus recuerdos permanecen escondidos a buen recaudo en un rincón de la mente: aquel viaje improvisado que salió perfecto, la gente que conocimos, los lugares que visitamos, la ilusión mantenida durante todo el tiempo; o bien la cita en la playa con los amigos para disfrutar de la puesta de sol en aquellas vacaciones cuando éramos jóvenes o, por aquellos días, cuando todo el tiempo era nuestro y nos daba la madrugada al abrigo de las sombras en la terraza, hablando de temas humanos y divinos, proyectando nuestros sueños de cómo cambiar el mundo mientras pasaban las horas sin sentir y asomaba tímidamente el sol en el horizonte; o las tardes de pesca en el espigón del puerto con aquellos amigos: unos pescando, otros perdiéndose entre las rocas y yo apartada en un saliente de las piedras con mi libro de turno; todos juntos y, a la vez, sumergiéndose cada uno en su propio placer sin perder la magia del momento.
Son innumerables los recuerdos gratos donde refugiarse en estos tristes tiempos; cada cual puede aducir los suyos, sacarlos de la memoria y revivirlos, cerrando los ojos para gozar mejor de aquellas sensaciones que nos hicieron comprender el significado de la palabra felicidad; puede ser una evocación hermosa, una esperanza, un anhelo, minutos de bienestar que proporcionan el revisar fotografías, releer cartas, escuchar una música determinada, contactar con amigos o familiares a los que hemos perdido la pista y reincorporarlos a nuestra vida, o abrir esos cajones cerrados desde hace tanto tiempo para reencontrar parte de una existencia ya lejana, o hacer limpieza y tirar todo aquello que hemos ido acumulando y ahora carece de sentido… son infinitas las posibilidades para llenar el tiempo y olvidarnos un poco de la realidad que nos acucia, para descartar los miedos o anular la angustia. Lo importante es tener proyectos y elaborar listas de deseos alcanzables lo suficientemente positivos para confortarnos.
Conozco quien ha invertido este tiempo de restricciones y confinamiento para reinventarse, buscando dentro de sí inquietudes que ignoraba y ahora está feliz; unos se apuntan a yoga virtualmente (por fortuna las tecnologías nos permiten hacer casi todo sin movernos de casa); otros han decidido estudiar aquellas materias que, en su momento no les fue posible, algunos han empezado labores varias: dibujar, hacer ganchillo, manualidades; hay quien incluso ha aprovechado para modificar la casa repintando muebles o redecorando habitaciones… De todo y de todos hemos de aprender para sobrevivir a este tiempo oscuro que nos ha tocado vivir.
Como todo, esto también pasará, llegará la luz y podremos reanudar la vida aquella por la que transitábamos sin concederle la menor importancia y tanto añoramos ahora; habremos aprendido a valorar la libertad de movernos sin limitaciones, el gozo de tomar un café en una terraza viendo pasar a la gente, de abrazar a los amigos o a la familia, de viajar donde nos plazca… ciertamente todo llegará, pero antes refugiémonos en los vericuetos que sean necesarios para que los días que faltan hasta ese momento transcurran con el mejor empeño para que, cada cual a su manera, intente ser un poco más feliz.
Mª Soledad Martín Turiño




























Anónima | Domingo, 07 de Febrero de 2021 a las 21:11:42 horas
Efectivamente, hay que mantener un espíritu positivo, con ánimo y talante porque a esta época, es seguro, vendrá otra muchísimo mejor y volveremos a tener una sonrisa libre y tranquila. Esperemos, únicamente, que sea más pronto que tarde
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