Eugenio de Ávila
Martes, 16 de Febrero de 2021
NOCTURNOS

Amar a dos personas a la vez

[Img #49762]Quizá nací demasiado pronto o tú muy tarde. Tema para filosofar sobre la casualidad, el tiempo filosófico o el destino. Te quiero ahora, cuando tú eres joven y a mí se me han abierto las puertas del futuro efímero. Todavía soy un buen amante.  Nací para amar con placer, para dibujar poesías en la cópula, para encontrar la rima en el Nirvana. Aún puedo amar con el cuerpo. Después querré con el alma.

 

Te encontré. En la vida hay recodos en los que coincides con mujeres que te marcan, te andan en la esencia, en el vaho de Dios. Hay dos tipos de damas: las que amas y las que deseas. A ella, la deseo, porque no puedo amarla. Si mi sueño erótico se convirtiera en realidad, la amaría deseándola.

 

Hay hombres que dicen querer a dos mujeres. Matizo: aman a una, a su esposa, si pasó por el altar o el juzgado, y desea a otra.  Hay damas, casadas, comprometidas, con novio eterno, que quieren a su pareja, pero desean a otro hombre, con el que comparte el placer que procura la cópula sexual. Pero si no rompemos con la costumbre, con la norma; si no nos quedamos con lo prohibido, demostramos que no amamos, de verdad, a nadie, quizá solo a nosotros mismos.

 

Cuando el amor fenece de muerte natural, porque se gastó  sin talento, clase y elegancia,   o se dilapidó en inversiones  poco inteligentes,  o porque una tercera persona se te apareció, virgen o ángel, en el cielo de la pasión, hay que incinerarlo y arrojar sus cenizas  al viento de la memoria. Eso de amar a dos mujeres o dos hombres a la vez, por igual, equitativamente, lo traduzco como mentirte a ti mismo mirándote al espejo de la hipocresía. Solo se puede amar a una mujer o a un hombre. La pasión no se reparte como la caridad. No obstante, el sexo se puede multiplicar como los panes y los peces, como cópulas y clímax.

 

El amor es al sexo como la lluvia a la nube. El amor sin sexo existe como estulticia. El sexo sin amor jamás impregna el alma; si bien deja marcas en las ingles, en la carne magra y en el libro del hedonismo. No duele, cierto; solo se disfruta. No hay apego. No existe el duelo. Tras el orgasmo, un pitillo, si fumas; una ducha y un adiós de lágrimas secas.

Eugenio-Jesús de Ávila

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