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Redacción
Lunes, 22 de Febrero de 2021
CULTURA

Tal día como hoy, el 22 de febrero de 1904, nacía la artista toresana Delhy Tejero

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Adela Tejero Bedate fue una mujer liberal, republicana, excesivamente moderna para su tiempo, pero sobre todo una artista singular, incluida dentro de las llamadas "sinsombrero" de la Generación del 27.

 

Casa de cultura de Toro

 

Gracias a la donación de la Familia Vila, la biblioteca toresana cuenta con dos obras recientes que nos permiten acercarnos a la figura de la artista:

 

Delicada Delhy: seis textos sobre la obra y la personalidad de Delhy Tejero, del zamorano Tomás Sánchez Santiago, recopila todos los textos escritos por Sánchez Santiago sobre la artista, tanto conferencias, textos para catálogos de exposiciones y artículos, acompañados por un poema inédito que cierra este volumen. El resultado es una visión panorámica, que a partir de ahora será referencia obligada, de la vida y la obra de una artista que vivió de lleno la vanguardia española.

 

El segundo, el estudio de la profesora Dolores Romero López y publicado por la Fundación Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, Narraciones ilustradas - ilustraciones narradas, el rescate de los cuentos olvidados de la pintora toresana.

 

Biografía

 

Su infancia estuvo marcada por la muerte de su madre y por la dedicación a su padre. A pesar de sus deseos de trasladarse a Madrid para iniciar su formación artística, su situación familiar la obligó a permanecer en Toro, en donde recibió clases de Dibujo en la Fundación González Allende, inspirada en la Institución Libre de Enseñanza.

 

El 1925 se trasladó a Madrid para estudiar Bellas Artes e ingresó en la Academia de Artes y Oficios. En 1926 accedió a la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, y en mayo de este año participó por primera vez en una exposición colectiva en la Embajada de Cuba en Madrid, en la que vendió su primera obra.

 

En 1928 las colaboraciones que realizó como ilustradora de las mejores revistas de la época la permitieron trasladarse a vivir a la residencia de señoritas regentada por María de Maeztu, donde permaneceió durante cuatro años relacionándose con intelectuales y escritores.

 

En 1929 comenzó a firmar como Delhy, y entre 1930 y 1936 se intensificaron sus colaboraciones como ilustradora gráfica y adquirió una gran reputación.

 

En 1931 viajó por primera vez a París y Bruselas, donde estudió y expuso en L’École de Logelain. A su vuelta, fue nombrada profesora interina de pintura mural en la Escuela de Artes y Oficios.

 

En 1932 puso su primer estudio en Madrid y se le concedió la tercera medalla de artes decorativas en la Exposición Nacional, por su obra Castilla. Y en diciembre presentó en el Círculo de Bellas Artes su primera exposición individual, donde mostró técnicas experimentales, entre ellas la delcomanía (que más tarde se atribuiría su creación a Óscar Domínguez en 1939), para su serie de “Brujas o Duendinas”.

 

En 1935 ilustró por primera un libro, Poemas A de Marina Romero.

 

En 1936 se fue de vacaciones al Norte de África, donde le impresionaron profundamente Tánger y Fez, y allí le sorprendió la Guerra Civil. Cuando consiguió regresar, ante la imposibilidad de volver a Madrid, se quedó en Toro. A su regreso, trabajó como profesora en su ciudad natal y realizó murales en Salamanca y en Burgos. En 1937, con un salvoconducto especial para ampliar estudios de pintura mural en Florencia en la Escuela de San Marcos, salió de España pasando por París, emprendiendo un exilio moral para no tener que seguir viviendo en un país en guerra. Durante su estancia en Italia se trasladó a Nápoles y Pompeya para estudiar la técnica de la encáustica, y en 1938 se instaló en Capri, donde permaneció cinco meses y conoció a Axel Munthe, el enigmático autor de la Historia de Saint Michel.

 

En mayo de 1938, se trasladó a París y entró en contacto con la escuela surrealista, en especial con Óscar Domínguez, quien la introdujo en el círculo de André Breton. Siguió un curso de pintura en la Universidad de la Sorbona, y hasta junio de 1939 asistió a un curso de teosofismo que la introdujo en el mundo de la cabalística.

 

En 1939 expuso con el grupo surrealista junto a Miró, Domínguez, Man Ray, Chagall, Klee y, terminada la guerra, regresó a España y se instaló en Madrid en su estudio-vivienda del Palacio de la Prensa.

 

Entre 1941 y 1945 retomó su actividad como muralista, y entre sus obras destacan la decoración de la iglesia del Plantío, un oratorio en Aranjuez o el cine del Palacio de la Prensa.

 

En 1943 obtuvo la tercera medalla en la sección pintura en la Exposición Nacional y murió su padre.

 

Esta pérdida coincidió con lo que ella llamaba “mi segunda conversión”, al relacionarse con el círculo intelectual-religioso “integrista” dirigido por el padre César Vaca, que influyó en su pintura y que la llevó a destruir algunos cuadros suyos en el afán por hacer desaparecer toda alusión a la corporalidad.

 

En 1946 volvió a ser galardonada en la Exposición Nacional, presentó una exposición individual en Madrid en la Galería Estilo y participó en la gran exposición colectiva de pintura que el gobierno español organizó en Buenos Aires.

 

En 1947 expuso en el Museo de Arte Moderno y obtuvo la segunda medalla de ilustración de libros.

 

En estos años abandonó el grupo espiritualista al que era asidua, su pintura dio un giro hacia una menor corporalidad de las formas e inició el período de la fusión de las figuras, que la crítica calificó como “una huída sabia del realismo amorfo”.

 

En 1948 ganó la medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes, sección dibujo, con La Favorita, y el concurso nacional para ejecutar el mural del Ayuntamiento de Zamora, titulado Amanecer jurídico del municipio zamorano.

 

En 1949 terminó la pintura mural para el Banco Popular Español de Madrid.

 

En 1952 fue la única mujer que participó en la primera exposición de arte abstracto de España, realizada en Santander, junto a Saura, Millares, etc.

 

En 1954 fue seleccionada para exponer en la Bienal de La Habana junto a artistas de la talla de Vázquez Díaz, Benjamín Palencia o Pablo Gargallo.

 

En 1955 hizo su última exposición individual en Madrid en la Dirección General de Bellas Artes y se le concedió el Premio Uruguay en la III Bienal Hispano Americana de Barcelona.

 

Entre 1961 y 1964 realizó varios encargos de retablos para iglesias de los pueblos nuevos de colonización de Almería, Huelva y Badajoz, con procedimientos que van desde el uso de oro y pintura plana de inspiración bizantina, hasta imágenes religiosas narradas en planos constructivistas.

 

En 1965, ya muy enferma, realizó los murales para la Tabacalera de Sevilla, aunque utilizando el lienzo como soporte ante la imposibilidad de trasladarse hasta allí. Aún así, en 1966 hizo un último viaje a París para constatar si de verdad había muerto o no el grupo surrealista al que ella había pertenecido, e intentó borrar o sustituir pinturas que había realizado a finales de la década de 1930. A su regreso a España continuó su actividad como pintora e ilustradora.

 

Además, realizó un gran mural para el Colegio de los Mercedarios de Madrid, en el que ensayó sobre el muro procedimientos y materiales nuevos.

 

En 1968 murió en Madrid en plena actividad artística, a pesar de su enfermedad. Reposa en Toro, en donde, en 1971, por iniciativa familiar, se inauguró oficialmente la casa-museo de la pintora, que funcionó como tal hasta 1987 sin apoyo institucional.

 

Fuente: Mercedes Simal López y María Dolores Vila Tejero

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