Viernes, 28 de Noviembre de 2025

Redacción
Jueves, 25 de Febrero de 2021
HABLEMOS

Por Zamora y el ciudadano común

Carlos Domínguez

En el mundo de los media y la propaganda, con intelectualillos luciendo prensa de sobaquera y librito de solapa, suele vivirse un desprecio injustificado hacia la gente corriente o, si se quiere, el ciudadano de a pie. Más aún en una ciudad de provincias, donde las posibilidades de progreso individual son muy limitadas.

 

Al margen de especulaciones y teorías, el ciudadano corriente conocerá aquello que le interesa y le permite vivir, algo que tiene que ver con el sentido común, pero también con el infinito arte de sus profesiones y oficios. Según ocurre en esta Zamora humilde, la tienda, el mercado y el despacho son el ámbito de la actividad privada y la iniciativa individual, hoy desde una radical oposición a la  burocracia, a lo funcionarial y el mal llamado sector público, sostenido por una fiscalidad abusiva a recaer precisamente sobre las clases activas y propietarias.

 

Dentro de una sociedad que tiene a gala el valor de la solidaridad, quienes viven honradamente de sus empresas, profesiones y empleos, se han convertido en los nuevos marginados, que el poder público ignora salvo cuando se trata de subir cuotas, tasas e impuestos, exigencias aún más hirientes en la actual situación no ya de crisis, sino de verdadera quiebra vital y económica.

 

El ciudadano común no tiene por qué estar al runrún político y mediático de iluminados con titulillo, arribistas y mediocres aventando sus delirios, siempre que resulten útiles para el agitprop y la manipulación. La gente corriente, o ciudadano de a pie, no tiene por qué estar y ni siquiera está a semejantes dislates, quizá porque desde la experiencia y sabiduría adquirida a lo largo de años en sus menesteres, intuye con acierto que tanto folclore “intelectual” es ciertamente una majadería, pero asimismo el fructífero negocio de políticos y burócratas atentos a lo suyo. O sea, maná y no propiamente bíblico por gratuito, de la nueva casta con cargo, sillón, latisueldo y coche oficial; todo motivo suficiente para militar, profesar y pregonar a los cuatro vientos sus evangelios.  

 

El saber y el conocimiento han de estar al servicio de la sociedad, pero ésta comienza por quienes, en auténtico ejercicio de libertad individual, única posible frente a la imposición de lo gregario, lo intervenido y colectivista, asumen la responsabilidad de sus actos en la esfera privada, como proyecto individual sujeto a las reglas del mercado, que significan competencia y respeto a la libertad de los demás. Vayan estas líneas por ellos y nuestra ciudad, con todo el ánimo del mundo en unos tiempos aciagos. Aciagos por la enfermedad, pero quizá más aún por la eterna plaga de las burocracias sociales.

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