Viernes, 28 de Noviembre de 2025

Redacción
Lunes, 01 de Marzo de 2021

El centrismo, o la equidistancia de la nada

Carlos Domínguez

[Img #50245]No ocurre solamente en España. Se trata de un fenómeno extendido al conjunto de Occidente, en forma de desconcierto de las élites políticas e intelectuales ante la crisis de fórmulas asociadas a un liberalismo camuflado bajo la etiqueta de centrismo, con planteamientos supuestamente moderados y dialogantes. Ello no ya por oportunidad o cálculo, sino incluso desde una  ingenua, por irreal, pretensión de coherencia.

 

Tales sectores parecen no salir de su asombro ante la pérdida de influencia sobre unas clases medias que consideraban su parroquia política y un más que seguro caladero de votos, traducida como se viene demostrando en verdaderos cataclismos electorales, inexplicables a la luz de la  lógica partidaria del día a día.

 

Aquello que unas élites poco o nada circulantes, enrocadas en sus privilegios de casta,  no comprenden es que, como posicionamiento y estrategia, el centrismo, o sea la transigencia en ausencia de valores sólidos, no ha sido algo gratuito desde mediados del siglo pasado. Centralidad, moderación, diálogo y demás eslóganes de lo correcto, fueron herramienta y eficaz reclamo de una socialdemocracia prevalente en lo político y más aún en lo ideológico, para forzar a su manera la legitimación de aquello que nunca dejó de estar en sus genes y orígenes, el socialismo y el comunismo de las Internacionales obreras, germen indistinto del bolchevismo y el totalitarismo soviético. Legitimación necesaria con el fin de desarmar, no menos que a la inversa deslegitimar política y sobre todo bajo un punto de vista ético a las fuerzas conservadoras, para descalificarlas con los epítetos conocidos: fascismo, nazismo, autoritarismo y demás, simplemente por defender siquiera de modo instintivo lo fundamental en una sociedad libre: la familia y la propiedad privada.

 

Mas lo que tampoco se comprende en los círculos hoy dominantes es que, a lo largo de las últimas décadas, ha tenido lugar un profundo cambio dentro de las sociedades desarrolladas, donde el intervencionismo de lo público bajo paraguas del Estado del bienestar, prescindiendo incluso de la labor de zapa en el ámbito de las mentalidades que propicia la dictadura de lo correcto con sus variopintas ideologías, ha traído consigo la ruina sociológica, vital y económica de las clases medias, en paralelo a su creciente desclasamiento y pauperización.

 

En una coyuntura así, se entiende la reacción de las clases activas y propietarias huyendo de las maniobras o cambalaches de la partitocracia, socialburocracia indistinta en la práctica, para optar por alternativas afines a sus intereses y cuestionar el monopolio ideológico y político de las nuevas oligarquías. Que el fenómeno sea tachado de populismo o radicalismo, por quienes llevan más de un siglo haciendo de la dictadura, el odio de clases y la guerra civil su único programa, es el mejor indicio de lo acertado de opciones políticas que en nuestras sociedades se afianzan de día en día, frente a la claudicación que conllevan las estrategias centristas, abocadas por su inoperancia a diluirse en la equidistancia de la nada.

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