RECUERDOS DE LA SEMANA SANTA: ESPERANZA
Eterna esperanza
“Encomiéndate a Dios de todo corazón, que muchas veces suele llover sus misericordias en el tiempo que están más secas las esperanzas”, Miguel de Cervantes Saavedra
Este será la primera Semana Santa en la que las damas que acompañan a la Virgen de la Esperanza desfilarán dentro de una cofradía independiente. Han pasado ya sesenta años desde que el padrino de mi madre, Carlos Pinilla, donara la talla de la Virgen a la Cofradía de Jesús del Vía Crucis, allá por 1951. Demasiadas cosas han cambiado desde entonces...
Sin embargo, hay algo que no ha cambiado ni cambiará nunca, mientras el mundo sea mundo y existan la vida y la muerte: la esperanza. Esa fuerza a la que agarrarnos cuando todo lo que estaba en nuestras manos se ha escapado, cuando las lágrimas se arremolinan en la garganta y los colores comienzan a apagarse. Es entonces cuando se abren ante nosotros dos caminos: el de la resignación y la amargura, y el de la confianza.
En este último, nos aguarda la Virgen, el jueves por la mañana, cruzando el río Duero para encontrarse con su Hijo, aún con vida, aún con esperanza. Su imagen vestida de verde y blanco alienta a los que están sufriendo a seguir en la lucha, a no perder esa sonrisa capaz de iluminar las situaciones más oscuras, a mirar hacia delante, siempre hacia delante. No es una empresa fácil, lo sé. Menos aún cuando el túnel es tan largo que la luz que indica su final se intuye lejana y cegadora. Pero recuerden: sonreír, hoy en día, es cosa de valientes.
Siempre estará ahí la compañía reconfortante de Jesús para quienes confían en él y, para quienes le siguen y quienes no, el cine, la filosofía o el rock han legado numerosas invitaciones a la esperanza: porque “nada hay bajo el sol que no tenga solución, nunca una noche venció a un amanecer”.
Ojalá quienes desfilen estos días en la Pasión zamorana, sea cual sea el motivo por el que vistan la túnica o el luto, sepan transmitir al público esos valores y particularidades de los que presume nuestra Semana Santa. Ojalá consigan grabar momentos inolvidables en la memoria de quienes nos visitan, sazonados de cientos de escalofríos en la piel de quienes regresan. Que estos días de Pasión y reencuentros limpien el alma y el corazón de los zamoranos, para resucitar a la vida y a la esperanza.
Eugenio-Jesús de Ávila
Este será la primera Semana Santa en la que las damas que acompañan a la Virgen de la Esperanza desfilarán dentro de una cofradía independiente. Han pasado ya sesenta años desde que el padrino de mi madre, Carlos Pinilla, donara la talla de la Virgen a la Cofradía de Jesús del Vía Crucis, allá por 1951. Demasiadas cosas han cambiado desde entonces...
Sin embargo, hay algo que no ha cambiado ni cambiará nunca, mientras el mundo sea mundo y existan la vida y la muerte: la esperanza. Esa fuerza a la que agarrarnos cuando todo lo que estaba en nuestras manos se ha escapado, cuando las lágrimas se arremolinan en la garganta y los colores comienzan a apagarse. Es entonces cuando se abren ante nosotros dos caminos: el de la resignación y la amargura, y el de la confianza.
En este último, nos aguarda la Virgen, el jueves por la mañana, cruzando el río Duero para encontrarse con su Hijo, aún con vida, aún con esperanza. Su imagen vestida de verde y blanco alienta a los que están sufriendo a seguir en la lucha, a no perder esa sonrisa capaz de iluminar las situaciones más oscuras, a mirar hacia delante, siempre hacia delante. No es una empresa fácil, lo sé. Menos aún cuando el túnel es tan largo que la luz que indica su final se intuye lejana y cegadora. Pero recuerden: sonreír, hoy en día, es cosa de valientes.
Siempre estará ahí la compañía reconfortante de Jesús para quienes confían en él y, para quienes le siguen y quienes no, el cine, la filosofía o el rock han legado numerosas invitaciones a la esperanza: porque “nada hay bajo el sol que no tenga solución, nunca una noche venció a un amanecer”.
Ojalá quienes desfilen estos días en la Pasión zamorana, sea cual sea el motivo por el que vistan la túnica o el luto, sepan transmitir al público esos valores y particularidades de los que presume nuestra Semana Santa. Ojalá consigan grabar momentos inolvidables en la memoria de quienes nos visitan, sazonados de cientos de escalofríos en la piel de quienes regresan. Que estos días de Pasión y reencuentros limpien el alma y el corazón de los zamoranos, para resucitar a la vida y a la esperanza.
Eugenio-Jesús de Ávila




















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