Viernes, 19 de Diciembre de 2025

Eugenio de Ávila
Domingo, 18 de Abril de 2021
NOCTURNOS

A cierta edad

[Img #52011]A cierta edad, de lo que no ha mucho tiempo, llegué a convencerme a mí mismo que ya había amado lo suficiente y que encontré compensación más allá  de lo que yo hubiese querido y merecido, y, además, de mujeres bellísimas. Punto de inflexión en mi vida erótica.

 

 A partir de entonces, reflexioné.  Mi alma me vino a sugerir que me dedicase más a los amoríos, a darle satisfacciones a la carne y a la piel, al tacto y a las sensaciones y que olvidará mi pasado, que traducido consiste en amortajar mi reconocida  hipersensibilidad, ternura y amor con cualquier mujer.  Y a eso me dediqué. Pero, el amor es un sentimiento extraño.  Conocí a una señorita, independiente, libérrima y progresista, más que en el sentido político, en el moral. Y tanto.

 

¿Me enamoré? Sí. Lo confieso. No me avergüenzo. No soy mayor para amar, pero si viejo para odiar. Y sé que sentía amor porque me falta algo desde que la dejé de ver; necesito escuchar su voz, tan dulce, casi de quinceañera; sus conversaciones, su respuestas, geniales, a mi propuestas, su dialéctica, sus fotografías...

 

Estoy harto de hablar conmigo mismo. Lo vengo haciendo durante mucho tiempo y no llego a conclusión alguna. Esa mujer me iluminó. Mi cerebro se abrió al talento, a la inteligencia, a la sensibilidad. La deseaba psíquica y físicamente. Anhelaba penetrar un cuerpo tan bello, cobijo de un espíritu excelso.

 

Yo no sé qué signifiqué para esa dama. ¿Nada? Quizá fui un divertimento cultural, un tipo necesario para evitar cierto tedio hasta que pudiese amar en libertad. Tengo para mí que tanto escribir sobre el amor me condujo a enamorarme. Pudiera ser que la persona que escribe novela negra sea asesina en potencia. Yo me he convertido en la sombra de Eros. Pero nunca amaría a una ninfómana ágrafa. Aunque nunca se sabe.

 

He decidido sepultar todo sentimiento noble hacia el amor. Pretendo que lo que me reste de vida me bendiga el hedonismo. Adiós a toda sensación aristocrática. Ya no sé conjugar en futuro el verbo amar. Prefiero el sexo que el seso. Hay que hacer el amor, pero sin más, como quién escucha una sinfonía de Mahler. Disfrutas mientras la escuchas, la recuerdas y, al día siguiente, el adagio de Barber.

 

 

Comentarios Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.122

Todavía no hay comentarios

Quizás también te interese...

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.