NOCTURNOS
El amor no se cansa de…amar
A mis años, solo puedo darte verbos en subjuntivo, ternura lírica y besos empapados de memoria. Ahora, me he doctorado en el arte de amar. Antaño, fui alumno aventajado, pero nunca supe distinguir entre amor y sexo, si ambas eran una misma asignatura o dos materias dispares.
Mi experiencia en estas facultades me permite afirmar que amé con sumo sexo, pero también encontré el placer sin necesidad de sentirme enamorado. Sostengo que amar a una mujer, fundirte con su alma a través del sexo, podría ser la esencia de ese cielo incomprensible, de ese paraíso religioso.
Quizá, el sexo sin seso, la cópula sin versos, te conduce al tedio, al hastío. Si bien tampoco hiere el alma cuando se rompe ese vínculo del hedonismo entre los amantes. Pero si amas más allá del sabor de la carne, del tacto de la piel, perder a esa mujer te provoca una quiebra interior que intentarás reparar, suturar, curar durante el resto de tu vida, pero, aunque intentes huir de ti mismo, nunca lo conseguirás.
Hay amores y amoríos. Aquellos te acompañan hasta el último suspiro, hasta el susurro ininteligible. Los otros se olvidan con más sexo. Si has amado, recordarás a esa mujer por su clase, talento, inteligencia, belleza y apenas por vuestros ayuntamientos. El placer solo se sacia con más placer. El amor nunca se harta de amar.
Eugenio-Jesús de Ávila
A mis años, solo puedo darte verbos en subjuntivo, ternura lírica y besos empapados de memoria. Ahora, me he doctorado en el arte de amar. Antaño, fui alumno aventajado, pero nunca supe distinguir entre amor y sexo, si ambas eran una misma asignatura o dos materias dispares.
Mi experiencia en estas facultades me permite afirmar que amé con sumo sexo, pero también encontré el placer sin necesidad de sentirme enamorado. Sostengo que amar a una mujer, fundirte con su alma a través del sexo, podría ser la esencia de ese cielo incomprensible, de ese paraíso religioso.
Quizá, el sexo sin seso, la cópula sin versos, te conduce al tedio, al hastío. Si bien tampoco hiere el alma cuando se rompe ese vínculo del hedonismo entre los amantes. Pero si amas más allá del sabor de la carne, del tacto de la piel, perder a esa mujer te provoca una quiebra interior que intentarás reparar, suturar, curar durante el resto de tu vida, pero, aunque intentes huir de ti mismo, nunca lo conseguirás.
Hay amores y amoríos. Aquellos te acompañan hasta el último suspiro, hasta el susurro ininteligible. Los otros se olvidan con más sexo. Si has amado, recordarás a esa mujer por su clase, talento, inteligencia, belleza y apenas por vuestros ayuntamientos. El placer solo se sacia con más placer. El amor nunca se harta de amar.
Eugenio-Jesús de Ávila

















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