Amor: una centella divina

Me liaste a tu mente con los lazos de tu sensibilidad, talento, cultura y belleza. Ahora, anhelo tu cuerpo para salir de tu alma, donde me quedé atrapado. La cópula es penetrar en tu alma por la sima de tus entrañas. Se alcanza el éxtasis sexual cuando las esencias de hombre y mujer se encuentran, se abrazan, se funden en una sola. Ambas energías se acercan a Dios, a la eternidad, que es el no tiempo. Segundos de intensísimo placer que derrotan a Cronos, borran memoria del pasado y presupuestos del futuro.

 El orgasmo del amor es siempre presente. Dos espíritus fundidos a través del cuerpo, sudor de ingles, deleite de sexos, ascienden a otra dimensión. Ni él ni ella piensan. Son instantes de no ser en el placer, de no estar en la materia. El coito es una centella divina.

Dios es la antítesis del tiempo. Dios es. No está. El amor es Dios. Nos amamos, nos liamos, para transformarnos en Uno. La cópula nos conduce a  otra dimensión, donde tú y yo somos una unidad, rota al nacer, recobrada al amar.

Eugenio-Jesús de Ávila