NOCTURNOS
Hasta siempre, amor
Nunca te voy a echar de mi vida, amor. Jamás, mi dulce Carlota, Marisa, Mercedes, Aidén, Rosa, Lorena, Ana...sea cual fuere tu nombre. No podría desprenderme de tu belleza y de tu talento; ni de esa voz que me calma el desasosiego de vivir y me detiene las náuseas de envejecer. ¡Qué sería de mi esqueleto de mariposa, de mis huesos porosos, de mi carne ajada, si no aparecieras en mi tránsito de vez en cuando! Si llevaba tantos años muerto cuando te cruzaste en mi camino; si vivía por inercia cuando entraste por la puerta de mi alma.
Siempre permaneceré cerca de ti, sin que me veas. Me convertiré en la brisa que acaricie tus mejillas cuando te abrume el calor, sin que te des cuenta de que existo; seré como ese polvo en el mueble viejo de la abuela, que está ahí, que retiras con tu bayeta de terciopelo, pero que vuelve a acumularse alrededor de tu vida para que me tengas en cuenta, aunque tan solo sea para limpiarme una y otra vez y arrojarme a la basura del tiempo.
Nací para amarte y tú para ignorarme. Solo tenía amor para que fabricases un jersey de lana que te abrigase en el invierno de la pasión, cuando sopla el viento frío que hiela el corazón del deseo y congela la realidad. Esperaré siempre, como un mendigo, una limosna con monedas de caricia, con ternura en la cara y la pasión en la cruz.
Hasta siempre, amor, aguardo a que Cronos decidida dejar de darle cuerda al reloj de pulsera que me regalo Eros cuando nací. Me hallarás, mujer, en la otra esquina del tiempo.
Nunca te voy a echar de mi vida, amor. Jamás, mi dulce Carlota, Marisa, Mercedes, Aidén, Rosa, Lorena, Ana...sea cual fuere tu nombre. No podría desprenderme de tu belleza y de tu talento; ni de esa voz que me calma el desasosiego de vivir y me detiene las náuseas de envejecer. ¡Qué sería de mi esqueleto de mariposa, de mis huesos porosos, de mi carne ajada, si no aparecieras en mi tránsito de vez en cuando! Si llevaba tantos años muerto cuando te cruzaste en mi camino; si vivía por inercia cuando entraste por la puerta de mi alma.
Siempre permaneceré cerca de ti, sin que me veas. Me convertiré en la brisa que acaricie tus mejillas cuando te abrume el calor, sin que te des cuenta de que existo; seré como ese polvo en el mueble viejo de la abuela, que está ahí, que retiras con tu bayeta de terciopelo, pero que vuelve a acumularse alrededor de tu vida para que me tengas en cuenta, aunque tan solo sea para limpiarme una y otra vez y arrojarme a la basura del tiempo.
Nací para amarte y tú para ignorarme. Solo tenía amor para que fabricases un jersey de lana que te abrigase en el invierno de la pasión, cuando sopla el viento frío que hiela el corazón del deseo y congela la realidad. Esperaré siempre, como un mendigo, una limosna con monedas de caricia, con ternura en la cara y la pasión en la cruz.
Hasta siempre, amor, aguardo a que Cronos decidida dejar de darle cuerda al reloj de pulsera que me regalo Eros cuando nací. Me hallarás, mujer, en la otra esquina del tiempo.

















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