POETA
Justificación inútil de la celebración del Centenario del poeta Waldo Santos
La participación de todos, amigos, personas del mundo de la literatura o la cultura, gente que lo conoció, así como instituciones zamoranas en los actos y actividades, que se preparan para celebrar el Centenario de Waldo Santos en este 2021, es -y debe ser- una satisfacción y un reconocimiento a la vez que un homenaje, a quien participó en la vida de la ciudad con ahínco desde el terreno de la cultura en general, pero más claramente desde la poesía, el teatro o el flamenco, en la prensa, los libros y tertulias, los recitales de poesía propia y ajena, o las charlas y pregones de exaltación de virtudes y valores de tierras y hombres, a lo largo de los años de su vida.
Su figura (capa, boina -o sombrero de ala- una vara y cachimba, o, de últimas, cigarro entre los dedos) y su palabra cálida y encendida, certera y revoltosa, sí, a veces, removían las conciencias de quienes se consideraban justos, y apuntaban al cogollo del alma (como decía él tan claramente), donde Waldo quería significar la esencia del ser humano, de los hombres y mujeres de esta tierra, a los que procuraba siempre señalar el horizonte como meta, e incluso, simbólicamente, el cosmos, ese plus ultra representado en la estrella leonfelipiana que debe marcar el rumbo de todos los seres humanos: la libertad, de vuelo alto como la alondra, y la paz, inocente cual paloma.
Muchos aspectos de su biografía pueden servir, a través de los actos y actividades programadas en su Centenario, para que fijemos la atención en poetas como Waldo que mantuvo unos valores y criterios de honradez y valentía ante la vida. No solo para afrontar las dificultades derivadas de vivir bajo la dictadura franquista aportando desde su profesión de procurador de los tribunales criterios de libertad y solidaridad, sino de ser capaz de desarrollar actividades literarias y culturales en toda circunstancia, junto a las limitaciones de la vida diaria, sin apearse de sus convenciones humanas y sociales, soportadas en el cristianismo tanto como en criterios libertarios y por ende puramente democráticos, con la vista puesta siempre en el ser humano posible y en un horizonte de utopía necesaria hoy más que nunca.
Sólo el ser humano estaba, y está, delante y detrás de sus palabras y sus pensamientos; nada, pues, de política, al hilo… a no ser que se entienda la política al modo platónico, claro, de participación en los aconteceres de la vida en común, de la vida de todos y con todos… con el uso, eso sí sin medida, del prefijo COM- : com-partir, com-padecer… com-pañero, o a-com-pañar… el hecho de celebrar la solidaridad, y en comunión, cuyo significado -por los intereses de siempre- se ha olvidado, pero ahí está… Como diría Waldo: común – unión, y… ¡ libremente aceptada !
Hay que seguir peleando porque Zamora valore su propio ensimismamiento, como cuando Waldo con un buen puñado de ciudadanos, que no súbditos, le hizo un desagravio al río Duero. Por eso no estaría de más rescatar y releer algunos de sus artículos periodísticos, como referencia de una sociedad zamorana que fue desapareciendo por el olvido de las raíces que la conformaban o por no acertar a soñar la realidad de su propio futuro, que tantas veces depende solo de los propios zamoranos.
Waldo entregó a Zamora pluma, palabra, verdad y honradez, y fue reconocido como hombre cabal por amplios sectores, tanto culturales como sociales, cubriendo todo el espectro político desde Luis Cid a Andrés Luis, San León, Amable o Durán; o desde su puesto de Procurador de los Tribunales (de los que llegó a ser Decano), hasta las emisoras de radio donde colaboró (la recordada EAJ 72 de Radio Zamora, en sus cierres de la emisión nocturna con “Buenas Noches”, los programas “Cultural 3” de Antena 3, los comentarios en “Redención” de Radio Popular, o el magazín literario de RNE, ya en los 90; como la prensa escrita, entre el viejo Correo de Zamora -de Sixto Robles a Manuel Trapote y Paco Antón- y la moderna Opinión. En todos esos medios queda recuerdo de su huella, sonora y escrita, como en juzgados y estrados, salones y teatros, rúas y veredas, que muestran de manera fehaciente que bien puede ser celebrado y homenajeado por la ciudad de Zamora.
Organización del Centenario de Waldo -2021-
La participación de todos, amigos, personas del mundo de la literatura o la cultura, gente que lo conoció, así como instituciones zamoranas en los actos y actividades, que se preparan para celebrar el Centenario de Waldo Santos en este 2021, es -y debe ser- una satisfacción y un reconocimiento a la vez que un homenaje, a quien participó en la vida de la ciudad con ahínco desde el terreno de la cultura en general, pero más claramente desde la poesía, el teatro o el flamenco, en la prensa, los libros y tertulias, los recitales de poesía propia y ajena, o las charlas y pregones de exaltación de virtudes y valores de tierras y hombres, a lo largo de los años de su vida.
Su figura (capa, boina -o sombrero de ala- una vara y cachimba, o, de últimas, cigarro entre los dedos) y su palabra cálida y encendida, certera y revoltosa, sí, a veces, removían las conciencias de quienes se consideraban justos, y apuntaban al cogollo del alma (como decía él tan claramente), donde Waldo quería significar la esencia del ser humano, de los hombres y mujeres de esta tierra, a los que procuraba siempre señalar el horizonte como meta, e incluso, simbólicamente, el cosmos, ese plus ultra representado en la estrella leonfelipiana que debe marcar el rumbo de todos los seres humanos: la libertad, de vuelo alto como la alondra, y la paz, inocente cual paloma.
Muchos aspectos de su biografía pueden servir, a través de los actos y actividades programadas en su Centenario, para que fijemos la atención en poetas como Waldo que mantuvo unos valores y criterios de honradez y valentía ante la vida. No solo para afrontar las dificultades derivadas de vivir bajo la dictadura franquista aportando desde su profesión de procurador de los tribunales criterios de libertad y solidaridad, sino de ser capaz de desarrollar actividades literarias y culturales en toda circunstancia, junto a las limitaciones de la vida diaria, sin apearse de sus convenciones humanas y sociales, soportadas en el cristianismo tanto como en criterios libertarios y por ende puramente democráticos, con la vista puesta siempre en el ser humano posible y en un horizonte de utopía necesaria hoy más que nunca.
Sólo el ser humano estaba, y está, delante y detrás de sus palabras y sus pensamientos; nada, pues, de política, al hilo… a no ser que se entienda la política al modo platónico, claro, de participación en los aconteceres de la vida en común, de la vida de todos y con todos… con el uso, eso sí sin medida, del prefijo COM- : com-partir, com-padecer… com-pañero, o a-com-pañar… el hecho de celebrar la solidaridad, y en comunión, cuyo significado -por los intereses de siempre- se ha olvidado, pero ahí está… Como diría Waldo: común – unión, y… ¡ libremente aceptada !
Hay que seguir peleando porque Zamora valore su propio ensimismamiento, como cuando Waldo con un buen puñado de ciudadanos, que no súbditos, le hizo un desagravio al río Duero. Por eso no estaría de más rescatar y releer algunos de sus artículos periodísticos, como referencia de una sociedad zamorana que fue desapareciendo por el olvido de las raíces que la conformaban o por no acertar a soñar la realidad de su propio futuro, que tantas veces depende solo de los propios zamoranos.
Waldo entregó a Zamora pluma, palabra, verdad y honradez, y fue reconocido como hombre cabal por amplios sectores, tanto culturales como sociales, cubriendo todo el espectro político desde Luis Cid a Andrés Luis, San León, Amable o Durán; o desde su puesto de Procurador de los Tribunales (de los que llegó a ser Decano), hasta las emisoras de radio donde colaboró (la recordada EAJ 72 de Radio Zamora, en sus cierres de la emisión nocturna con “Buenas Noches”, los programas “Cultural 3” de Antena 3, los comentarios en “Redención” de Radio Popular, o el magazín literario de RNE, ya en los 90; como la prensa escrita, entre el viejo Correo de Zamora -de Sixto Robles a Manuel Trapote y Paco Antón- y la moderna Opinión. En todos esos medios queda recuerdo de su huella, sonora y escrita, como en juzgados y estrados, salones y teatros, rúas y veredas, que muestran de manera fehaciente que bien puede ser celebrado y homenajeado por la ciudad de Zamora.
Organización del Centenario de Waldo -2021-






















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