ZAMORANA
Diputación y Patronato de Turismo: mudos, sordos e inexistentes
Quienes tenemos el anhelo –la exigencia, diría yo- de que Zamora salga de su ostracismo, se visibilicen sus fortalezas, dejemos a un lado para siempre ese ancestral complejo de inferioridad que hace que todo lo nuestro sea poco, no merezca la pena y se obvie, se anule y se disipe, hay personas que buscamos la manera de sacar a la luz las señas de identidad que nos definen como pueblo y nos hacen diferentes a los demás. Para ello es preciso no sentarse a esperar; hay que proponer ideas, buscar la forma en que se estudien y se materialicen si son oportunas
En este sentido quiero abogar, no ya por la ciudad porque creo que tenemos un valedor de primer orden en el director de este periódico, sino por sus pueblos, villas olvidadas que van desapareciendo poco a poco, cuyas casas deshabitadas ceden al paso de los años y se derrumban envolviendo hacia sí mismas todo lo que aún pervive en su interior; pueblos fantasma de escasos habitantes que, silenciosos y mudos, viven dentro de sus casas o, como mucho, salen a la portalada y se sientan, bastón en mano, para ver pasar la vida durante horas acompañados por el silbar del viento o el ocasional ladrido de un perro que se siente igual de solo.
Esos pueblos que fueron antaño el pan y la sal de una provincia tan rica y diversa como es la zamorana, claramente diferenciada entre la zona occidental, de humedales: Los Arribes, la sierra de la Culebra, el lago de Sanabria, con sus casas de piedra; y la zona este: la pobre, la de enormes tierras de secano, la cerealista, de casas de barro. En la actualidad ambas están perdiendo habitantes, sus villas desaparecen y su cultura también; por ese motivo he llamado a las puertas de los organismos competentes: Diputación Provincial, Patronato de Turismo, Adripalomares… para proponerles dos proyectos que fortalecerían considerablemente esta provincia tan olvidada.
De ambas instituciones y de los cargos públicos que las representan, no he obtenido respuesta alguna, pese a enviarles una y otra vez sendos correos a los que no se han dignado a responder, incumpliendo el primer mandamiento de la cortesía que obliga, al menos, a dar por recibida una instancia o solicitud.
Los proyectos en cuestión, desarrollados sin otra intención que no sea la de favorecer a nuestra provincia, lejos de ningún ánimo político, personal ni de otro tipo, son los siguientes:
Creación de un Museo Rural de la provincia de Zamora, que estuviera ubicado en la zona de Tierra de Campos para respaldar esta comarca. No me extiendo en los motivos de ese proyecto puesto que los he explicado conveniente y reiteradamente en este medio en varias ocasiones, hecho del que es también conocedor el grupo Zamora 10.
Revitalizar dos aspectos de la provincia únicos en esta zona oriental: los palomares y las bodegas, inventariando y ubicando los que existen en la actualidad, su estado de conservación, formas y usos actuales (en este sentido Palencia ha elaborado una Guía que envié a las instituciones mencionadas, para tomarla como modelo y que podría servir de base para confeccionar una propia).
De forma similar, crear un inventario de las bodegas, tanto individuales como comunitarias, existentes en los pueblos.
En estas últimas propuestas, tomando el barro como elemento sustancial de construcciones y dada la transcendencia que tuvo este material en los pueblos de la zona este de nuestra provincia, sería un aliciente turístico e informativo que potenciaría lugares que desaparecen por días.
Son muchas, en fin, las ideas que podrían llevarse a cabo sin apenas esfuerzo económico, pero eso sí, invirtiendo en ganas y poniendo interés para que las comarcas y pueblos zamoranos alcanzaran la identidad que merecen. Solo es preciso abrir los ojos al pasado y al presente, comprobar cómo funcionan otras provincias, algunas muy cercanas a la nuestra, y potenciar con diferentes propuestas las ofertas turísticas de la zona, previo estudio detallado de construcciones únicas y diferentes: Aceñas, molinos, palomares, bodegas, rutas de iglesias (existe una increíble diversidad de construcciones en los pueblos zamoranos) y un sinfín de ideas cuya materialización requiere tiempo y voluntad.
Apelo de nuevo desde este medio de comunicación, para recordar a las instituciones que están al servicio del pueblo, que deben escuchar a la gente que propone ideas positivas y que, al menos, no pierdan la credibilidad que se les supone como organismos públicos que son, obviando la respuesta que deben cuando los ciudadanos se dirigen a ellas; que no continúen mudas y sordas para que no nos obliguen a pensar que no existen.
Mª Soledad Martín Turiño
Quienes tenemos el anhelo –la exigencia, diría yo- de que Zamora salga de su ostracismo, se visibilicen sus fortalezas, dejemos a un lado para siempre ese ancestral complejo de inferioridad que hace que todo lo nuestro sea poco, no merezca la pena y se obvie, se anule y se disipe, hay personas que buscamos la manera de sacar a la luz las señas de identidad que nos definen como pueblo y nos hacen diferentes a los demás. Para ello es preciso no sentarse a esperar; hay que proponer ideas, buscar la forma en que se estudien y se materialicen si son oportunas
En este sentido quiero abogar, no ya por la ciudad porque creo que tenemos un valedor de primer orden en el director de este periódico, sino por sus pueblos, villas olvidadas que van desapareciendo poco a poco, cuyas casas deshabitadas ceden al paso de los años y se derrumban envolviendo hacia sí mismas todo lo que aún pervive en su interior; pueblos fantasma de escasos habitantes que, silenciosos y mudos, viven dentro de sus casas o, como mucho, salen a la portalada y se sientan, bastón en mano, para ver pasar la vida durante horas acompañados por el silbar del viento o el ocasional ladrido de un perro que se siente igual de solo.
Esos pueblos que fueron antaño el pan y la sal de una provincia tan rica y diversa como es la zamorana, claramente diferenciada entre la zona occidental, de humedales: Los Arribes, la sierra de la Culebra, el lago de Sanabria, con sus casas de piedra; y la zona este: la pobre, la de enormes tierras de secano, la cerealista, de casas de barro. En la actualidad ambas están perdiendo habitantes, sus villas desaparecen y su cultura también; por ese motivo he llamado a las puertas de los organismos competentes: Diputación Provincial, Patronato de Turismo, Adripalomares… para proponerles dos proyectos que fortalecerían considerablemente esta provincia tan olvidada.
De ambas instituciones y de los cargos públicos que las representan, no he obtenido respuesta alguna, pese a enviarles una y otra vez sendos correos a los que no se han dignado a responder, incumpliendo el primer mandamiento de la cortesía que obliga, al menos, a dar por recibida una instancia o solicitud.
Los proyectos en cuestión, desarrollados sin otra intención que no sea la de favorecer a nuestra provincia, lejos de ningún ánimo político, personal ni de otro tipo, son los siguientes:
Creación de un Museo Rural de la provincia de Zamora, que estuviera ubicado en la zona de Tierra de Campos para respaldar esta comarca. No me extiendo en los motivos de ese proyecto puesto que los he explicado conveniente y reiteradamente en este medio en varias ocasiones, hecho del que es también conocedor el grupo Zamora 10.
Revitalizar dos aspectos de la provincia únicos en esta zona oriental: los palomares y las bodegas, inventariando y ubicando los que existen en la actualidad, su estado de conservación, formas y usos actuales (en este sentido Palencia ha elaborado una Guía que envié a las instituciones mencionadas, para tomarla como modelo y que podría servir de base para confeccionar una propia).
De forma similar, crear un inventario de las bodegas, tanto individuales como comunitarias, existentes en los pueblos.
En estas últimas propuestas, tomando el barro como elemento sustancial de construcciones y dada la transcendencia que tuvo este material en los pueblos de la zona este de nuestra provincia, sería un aliciente turístico e informativo que potenciaría lugares que desaparecen por días.
Son muchas, en fin, las ideas que podrían llevarse a cabo sin apenas esfuerzo económico, pero eso sí, invirtiendo en ganas y poniendo interés para que las comarcas y pueblos zamoranos alcanzaran la identidad que merecen. Solo es preciso abrir los ojos al pasado y al presente, comprobar cómo funcionan otras provincias, algunas muy cercanas a la nuestra, y potenciar con diferentes propuestas las ofertas turísticas de la zona, previo estudio detallado de construcciones únicas y diferentes: Aceñas, molinos, palomares, bodegas, rutas de iglesias (existe una increíble diversidad de construcciones en los pueblos zamoranos) y un sinfín de ideas cuya materialización requiere tiempo y voluntad.
Apelo de nuevo desde este medio de comunicación, para recordar a las instituciones que están al servicio del pueblo, que deben escuchar a la gente que propone ideas positivas y que, al menos, no pierdan la credibilidad que se les supone como organismos públicos que son, obviando la respuesta que deben cuando los ciudadanos se dirigen a ellas; que no continúen mudas y sordas para que no nos obliguen a pensar que no existen.
Mª Soledad Martín Turiño






















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