LITERATURA
¿Has escuchado hablar alguna vez de la teoría de la Tierra hueca?
Aunque parezca una idea descabellada, relata una historia apasionante que ha sido apoyada por algunos de los científicos más reputados del ámbito. Los tierrahuequistas (como se hacen llamar), ven bastante claro que nuestro planeta está vacío por dentro y alberga en su interior otras civilizaciones. Es cierto que esto de que nuestro planeta albergue vida secreta en su interior no es nada que se haya inventado nadie hace dos o tres años. La teoría de La Tierra hueca se remonta al siglo XVII, cuando Athanasius Kircher publicó la obra 'Mundus subterraneus, quo universae denique naturae divitiae'. Desde entonces, ha estado latente la idea de que el centro de nuestro planeta esconde muchos secretos, y posiblemente, también, civilizaciones.
La literatura nos ha dejado obras fantásticas en las que se asume tal estructura. Así, Edgar Allan Poe, en la novela “La narración de Arthur Gordon Pym”, relata un terrorífico encuentro del héroe y su compañero con seres del interior de la Tierra. Madame Blavatsky, escritora ocultista ucraniana gestó “el mito de Agharta”, un país subterráneo ubicado en cavernas y túneles bajo el desierto de Gobi, en el que vivía el Rey del Mundo que controlaba el planeta desde hace siglos. Pero es quizás Julio Verne, el más caracterizado autor, con su novela, “Viaje al centro de la Tierra”, donde cuenta las aventuras de unos personajes que llevan a cabo una ruta a través del interior de la Tierra, desde Islandia hasta Sicilia, atravesando océanos subterráneos y teniendo encuentros con criaturas prehistóricas. Su autor, requirió una extensa investigación para escribir esta novela. Tuvo que aprender acerca de geología, mineralogía y paleontología. Cierto es, que estaba al tanto de las últimas innovaciones tecnológicas, además combinaba el entretenimiento con la difusión de conocimientos científicos. Quizás por todo ese trabajo, ese que no se ve, sus relatos detallados de forma inteligente y bien estructurada hacían casi imperceptible la diferencia entre la realidad y la fantasía.
Aunque la idea de un fantástico mundo subterráneo nos emociona, hoy en día sabemos que lo que realmente hay debajo de nuestros pies, en el centro de la Tierra, se parece poco a lo que Julio Verne imaginó. El verdadero centro de la Tierra pudo ser estudiado gracias a la científica danesa Inge Lehmann. A partir de su investigación acerca de las ondas sísmicas, los científicos ahora saben que la Tierra se divide en distintas capas. Por otra parte, el estudio de las capas de la Tierra hace posible monitorear y detectar fenómenos como los terremotos, los cuales pueden ser devastadores para la humanidad.
Resumiendo... en el interior de la Tierra no hay otra cosa que, piedra fundida y un núcleo de hierro en estado sólido debido a la presión a la que se encuentra. Pero tengo que reconocer que no he estado allí dentro para aseguraros esto a ciencia cierta. Eso sí, desde muy joven soy un ratón de biblioteca y, además, me fascina serlo. Me encanta aprender, me lo paso “pipa” leyendo, escribiendo... y aunque no fuese cierta la teoría, existen grandes cavernas y ecosistemas bajo tierra que nos acompañan a querer creer lo contrario.
Emilia Casas Fernández
Aunque parezca una idea descabellada, relata una historia apasionante que ha sido apoyada por algunos de los científicos más reputados del ámbito. Los tierrahuequistas (como se hacen llamar), ven bastante claro que nuestro planeta está vacío por dentro y alberga en su interior otras civilizaciones. Es cierto que esto de que nuestro planeta albergue vida secreta en su interior no es nada que se haya inventado nadie hace dos o tres años. La teoría de La Tierra hueca se remonta al siglo XVII, cuando Athanasius Kircher publicó la obra 'Mundus subterraneus, quo universae denique naturae divitiae'. Desde entonces, ha estado latente la idea de que el centro de nuestro planeta esconde muchos secretos, y posiblemente, también, civilizaciones.
La literatura nos ha dejado obras fantásticas en las que se asume tal estructura. Así, Edgar Allan Poe, en la novela “La narración de Arthur Gordon Pym”, relata un terrorífico encuentro del héroe y su compañero con seres del interior de la Tierra. Madame Blavatsky, escritora ocultista ucraniana gestó “el mito de Agharta”, un país subterráneo ubicado en cavernas y túneles bajo el desierto de Gobi, en el que vivía el Rey del Mundo que controlaba el planeta desde hace siglos. Pero es quizás Julio Verne, el más caracterizado autor, con su novela, “Viaje al centro de la Tierra”, donde cuenta las aventuras de unos personajes que llevan a cabo una ruta a través del interior de la Tierra, desde Islandia hasta Sicilia, atravesando océanos subterráneos y teniendo encuentros con criaturas prehistóricas. Su autor, requirió una extensa investigación para escribir esta novela. Tuvo que aprender acerca de geología, mineralogía y paleontología. Cierto es, que estaba al tanto de las últimas innovaciones tecnológicas, además combinaba el entretenimiento con la difusión de conocimientos científicos. Quizás por todo ese trabajo, ese que no se ve, sus relatos detallados de forma inteligente y bien estructurada hacían casi imperceptible la diferencia entre la realidad y la fantasía.
Aunque la idea de un fantástico mundo subterráneo nos emociona, hoy en día sabemos que lo que realmente hay debajo de nuestros pies, en el centro de la Tierra, se parece poco a lo que Julio Verne imaginó. El verdadero centro de la Tierra pudo ser estudiado gracias a la científica danesa Inge Lehmann. A partir de su investigación acerca de las ondas sísmicas, los científicos ahora saben que la Tierra se divide en distintas capas. Por otra parte, el estudio de las capas de la Tierra hace posible monitorear y detectar fenómenos como los terremotos, los cuales pueden ser devastadores para la humanidad.
Resumiendo... en el interior de la Tierra no hay otra cosa que, piedra fundida y un núcleo de hierro en estado sólido debido a la presión a la que se encuentra. Pero tengo que reconocer que no he estado allí dentro para aseguraros esto a ciencia cierta. Eso sí, desde muy joven soy un ratón de biblioteca y, además, me fascina serlo. Me encanta aprender, me lo paso “pipa” leyendo, escribiendo... y aunque no fuese cierta la teoría, existen grandes cavernas y ecosistemas bajo tierra que nos acompañan a querer creer lo contrario.
Emilia Casas Fernández
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