Eugenio de Ávila
Miércoles, 23 de Junio de 2021
ME QUEDA LA PALABRA

España: un esperpento político

[Img #54409]Tengo una duda que me devora la poca sustancia gris que ocupa el interior de mi cráneo: no sé si Pedro Sánchez, el magnánimo, es un genio de la res pública, el mayor talento que conoció nuestra patria, superior incluso al rey felón, Fernando VII, o el mayor de los cándidos, un Cantinflas pasado por La Moncloa.

Porque, en verdad, gobernar esta nación, la más antigua de Europa, merced a pactos con los enemigos confesos de España, pongamos los hermanos, hijos y parientes de ETA y terroristas no arrepentidos como Otegui, Bildu; con PNV, partido racista, heredero del Hitler vasco Sabino Arana; con ERC, formación en origen fascista, con sus camisas y sus golpes de Estado; los discípulos de Pujol, el mayor ladrón que conoció este país en toda su historia y los hubo extraordinarios, algunos con trabuco y otros con corona o sotana, me parece sublime, excelso, insuperable.

Arrejuntar, además, a los enemigos seculares de las izquierdas, de todas, digamos la Iglesia Católica, los empresarios, las grandes multinacionales españolas, más los sindicatos para aprobar el indulto a los golpistas pequeño burgueses catalanes que pusieron en solfa al Estado, pasando del Tribunal Supremo, la elite de la Justicia española; de las críticas socialistas que contribuyeron a la transición de la Dictadura a la Democracia, como Felipe González, Alfonso Guerra, Joaquín Leguina, Nicolás Redondo Terreros, Corcuera, Rosa Díez, del intelectual y filósofo más importante del último medio siglo en España, como Sabater, merecería el Premio Nobel de la Paz.

Este hombre es un milagro, un regalo de los cielos a este pobre país, un Moisés que nos conducirá a la tierra prometida, en la que conviviremos los españoles que amamos a España, con los españoles que no quieren serlo, que la odian y que, cuando se descuide la patria, se largan a su paraíso catalán.

Y cuanta, además, con levitas como Carmen Calvo, la mujer que acuñó aquel aserto extraordinario de que el dinero público no es de nadie; con un ministro del Interior como Marlaska, un juez injusto; con una portavoz que no se entiende a sí misma, como María Jesús Montero, o una magistrada que traiciona a su Tribunal Supremo. Nos encontramos, pues, ante el néctar de la política española, con un ejecutivo de inteligencias superiores, de almas grandes y magnánimas, personas que han mutado para convertirse en ángeles sin alas, y no quiero añadir el aporte supino de ese marxismo real de personajes femeninos como  Irene Montero, Belarra, Yolanda Díaz, que no ora, pero labor en su Ministerio,  y ese comunista auténtico, que trabaja con la hoz y el martillo para lograr que los españoles consumamos viandas como los cubanos en su isla caribeña, un caballero que acabó con Izquierda Unida y su inmaculada historia. Con estos genios ya se puede gobernar así de bien. ¡Qué listo es Pedro Sánchez!

Ahora bien, no quiero olvidarme de otro talento superior, el hombre que catapultó a la gloria política al actual inquilino de La Moncloa, el ínclito Mariano Rajoy, el padrino de Martínez-Maíllo, otro zamorano que se partió el espinazo por traer empresas y progreso a su tierra. Porque si el ex presidente del Gobierno, ese gallego valiente como Breogán, mezcla de Cunqueiro y Valle Inclán, que prefirió que lo echaran con una moción de censura, sabiendo las consecuencias, antes de convocar unas elecciones generales, porque temía que el PP se viese superado en las urnas por el Ciudadanos de Albert Rivera.

España, merced al talento de Pedro Sánchez, al amor sin límites de los independentistas catalanes  por la patria de Cervantes y Quevedo, el silencio ovejuno de un pueblo aturdido por Rocío Carrasco, la prensa rosa y el fútbol capitalista, se ha convertido en un esperpento de nación, en un cachondeo de Estado y en una cochambre política. No va más.

Eugenio-Jesús de Ávila

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