CON LOS CINCO SENTIDOS
Si no me ves por ahí
Nelida del Estal Sastre
A veces, me gustaría desaparecer por unos días para comprobar si soy capaz de vivir si redes sociales ni móviles, y saber si alguien me echa en falta en este mundo de locos y de una híper conexión más falsa que un euro de madera. Sería un curioso experimento, puede que los resultados no me fueran satisfactorios y en verdad me diera cuenta de que no soy nadie. Las redes te encumbran, pero también te olvidan o te hunden. Hay una histeria colectiva bastante repugnante y el largarme durante unos días, o estar menos presente, se me antoja de obligado cumplimiento para mi salud mental. Un amigo me dijo una vez que nadie es imprescindible. También es cierto que me lo dijo para joderme y porque estaba cabreado, así que no se lo tomé en cuenta. Pero no le faltaba cierta dosis de razón.
¿Tenemos cientos de amigos con los que hablamos realmente? A lo sumo, hablamos con 10 máximo al día, los más cercanos a nuestros intereses, aunque, casi por inercia, demos al consabido “me gusta” en sitios que ni nos interesan, ni leemos, ni tenemos intención de visitar si no van con nuestra forma de ser y de pensar. Sólo por formar parte del mundo. Luego existen redes como Twitter en la que te sientes como un niño acosado en el patio de un colegio cuando expresas tu opinión. Filias y fobias en grado superlativo. El ser humano es imbécil y tiende a mostrar su imbecilidad en estas redes, con total impunidad. Somos unos delincuentes intelectuales. Fin.
A veces, me gustaría desaparecer por unos días para comprobar si soy capaz de vivir si redes sociales ni móviles, y saber si alguien me echa en falta en este mundo de locos y de una híper conexión más falsa que un euro de madera. Sería un curioso experimento, puede que los resultados no me fueran satisfactorios y en verdad me diera cuenta de que no soy nadie. Las redes te encumbran, pero también te olvidan o te hunden. Hay una histeria colectiva bastante repugnante y el largarme durante unos días, o estar menos presente, se me antoja de obligado cumplimiento para mi salud mental. Un amigo me dijo una vez que nadie es imprescindible. También es cierto que me lo dijo para joderme y porque estaba cabreado, así que no se lo tomé en cuenta. Pero no le faltaba cierta dosis de razón.
¿Tenemos cientos de amigos con los que hablamos realmente? A lo sumo, hablamos con 10 máximo al día, los más cercanos a nuestros intereses, aunque, casi por inercia, demos al consabido “me gusta” en sitios que ni nos interesan, ni leemos, ni tenemos intención de visitar si no van con nuestra forma de ser y de pensar. Sólo por formar parte del mundo. Luego existen redes como Twitter en la que te sientes como un niño acosado en el patio de un colegio cuando expresas tu opinión. Filias y fobias en grado superlativo. El ser humano es imbécil y tiende a mostrar su imbecilidad en estas redes, con total impunidad. Somos unos delincuentes intelectuales. Fin.
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