Nélida L. Del Estal Sastre
Domingo, 27 de Junio de 2021
CON LOS CINCO SENTIDOS

El libro de mi mente

[Img #54547]Hace tanto calor que se me resbalan los dedos entre el teclado del ordenador mientras intento ordenar ideas para escribirte algo sugerente y apasionado.  Puede que cuando haya terminado de arrimar mi cerebro al abismo y esté a punto de derretirse, sólo me calme tu saliva, recorriendo y refrescando cada centímetro sudoroso de mi cuerpo caliente.

 

El verano y yo somos enemigos íntimos. Nos odiamos pero, al tiempo, nos  adoramos  con la misma intensidad. Valoro la posibilidad que te ofrece esta estación maldita, de despojarte de la ropa y enseñar que eres carne mortal y tentadora,  que ansías tocar y que te toquen, que me toques tú…  Y claro, el calor hace que quiera cosas y que piense en cómo he de conseguirlas poniendo cara de niña buena y obediente, mientras por mis venas corre veneno que desprende olor a  “Amarige” de Givenchy.

 

 Quiero que cojas un cubito de hielo y empieces a deslizarlo por entre mis curvas mientras se me eriza el vello y me vienen a la memoria imágenes de desiertos llenos con las formas de los senos de una bella mujer. Quiero sentir el frío de las gotas heladas por mi columna vertebral, entre las oquedades del  cuello, entre mi pecho y entre mis muslos. Quiero sentirme viva contigo, deseable y deseada. Con la mirada clavada en tu rostro mientras pienso maldades calenturientas y novedosas para sorprenderte y dejarte exhausto. Cómo disfrutas...

 

   Yo, con una faldita corta y mis gafas de lectora empedernida a la altura de la puntita de la nariz, mirándote de soslayo mientras mi boca saborea un caramelo de violetas y mi lengua se torna de color magenta. Te leo un poema o te declamo algo mío, sólo para tus oídos. Interpreto un papel para ti. Sé que te encanta, y te pone…Te canto algo en francés de manera sugerente. Quiero que sientas mi aliento tan cerca de tu oído que casi lo deje en llamas y sólo busque mi boca,  como el ciego la luz o el perro a su dueño.

 

Me miras, me tocas, me besas, afrontas tus ganas y, por fin,  te desbordas sobre mi alma para comerme y no dejar ni unas migajas para nadie. Soy toda tuya, y lo sabes; te chulea saberlo, te sientes grande y poderoso. Y me comes, trozo a trozo, mientras deshojas el libro de mi mente, que no entiendes, pero te subyuga hasta el éxtasis.

Nélida L. del Estal Sastre

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