Martes, 11 de Noviembre de 2025

Eugenio de Ávila
Domingo, 18 de Julio de 2021
POLÍTICA

PP y PSOE en Zamora: mismos defectos, tics y costumbres

[Img #55159]El Partido Popular de Zamora no cambia, no se transforma, no conoce la catarsis. Para bien o para mal, todo sigue igual, como la vida de Julio Iglesias. Sigue siendo la formación política más preparada, mejor estructurada, una iglesia política. Pero Barrios, un buen hombre, no deja de oler a naftalina política, a Martínez-Maíllo, a lo de siempre. Tanto que se ha incluido al ínclito García Carnero, don Dioni, el político que más trabajo para sí mismo y menos para Zamora, en la ejecutiva. Idénticos tics, mismas formas de proceder. Nada. Recuerden: el político más honrado del PP fue censura, apartado, perseguido, olvidado. Se llamaba J. Antolín Martín.

 

Elvira Velasco, verbigracia, forma parte de la cohorte de Casado. Una secretaria de Organización, en esencia, es la que manda en el partido, quién hace la labor más discreta, pero exigente y dura. El pacto entre el nuevo poder del PP en Madrid y el de toda la vida en  Zamora me sabe a Lampedusa: “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”. No ha cambiado mucho, pero si se aparta de la mesa del poder a personalidades importantes que lo habían sido todo en el PP de Zamora, en algún caso, gente bregada, con talento, elegante y sencilla.

 

No me cabe duda que el PP de Zamora cobija a gente valiosa a la que yo estimo. No doy nombres porque se los devoraría la dinámica secular del PP provincial, donde los talentos se esconden o se les condena al ostracismo, porque ahí dentro solo piensan, a su manera,  unos pocos. El resto, ajo y agua.

 

El problema del PP consiste en una especie de enrocamiento en una forma de hacer. No hay ideología. El PP no es de derechas, ni de izquierdas, aunque Montoro implantara una política fiscal socialista que jamás los distintos gobiernos del PSOE se atrevieron a ejecutar. Tampoco lo es de centro, porque ese espacio depende siempre de movimientos ajenos. Ni, por supuesto, liberal.

 

El PP de Zamora nunca se definió ideológicamente. Incluso sus dirigentes se avergonzaron siempre de la derecha clásica; al parecer, un sambenito indeseable. Tengo pruebas. Empírico. Se militaba en el  PP porque se hallaba el camino más cómodo para llegar y hacer política. Ya lo he escrito en otras ocasiones: muchos gerifaltes del PP zamorano, de haber nacido o vivido en Andalucía, habrían sacado carné del PSOE, y de venir al mundo en el País Vasco, del PNV. Ser del PP en Zamora fue siempre muy sencillo.  Como ser del Real Madrid antaño y no sé si hogaño. No había ideología. Y quién la tuviera o tuviese, condenado al ostracismo. En este partido, el enemigo siempre está en casa, se ignora si en el baño, en la alcoba o en la cocina. Pero siempre a la espera de la oportunidad.

 

Los populares zamoranos no son fachas. En absoluto. Son algo, pero no se sabe qué. ¿Liberales? Jamás. ¿Democratacristianos? Lo dudo.  ¿Centristas? De perfil. Pero son. Están ahí. Recogen un voto que no es conservador en lo ideológico, sino apático antropológicamente, estático geométricamente, pasota socialmente. Sucede que, después de tantas elecciones y acostumbrados a vivir políticamente en el poder, forman un grupo estructurado, preparado, dinámico. Se mueve por inercia. Huelen comicios y, en un periquete, se disponen para la batalla. Después ganarán, casi siempre, o perderán, lo que les viene sucediendo en los últimos tiempos. Algún día volverá a gobernar las alcaldías más importantes de la provincia y también la Diputación. Pero preveo que nunca lo harán ya por mayoría absoluta. El ciudadano ya no gusta que le escriban a medias tintas. De momento, la ejecutiva del PP deberá encontrar a hombre o mujer con carisma, sin pasado, pero con futuro, para encabezar candidaturas a los comicios municipales de la primavera de 2023. Y me temo que Vox, si se lo trabaja, se quedará con parte del voto que siempre fue del PP. Tiempo al tiempo. Si bien, como suele decir, en Zamora los minutos se miden en 70 segundos.

 

Por otra parte, tiene este PP de Zamora la inmensa fortuna de que el PSOE sea otra formación que presenta sus mismos defectos: conservadurismo, autoridad absoluta del “madridismo” y su prole política; estatismo, ostracismo para los que se atrevan a criticar, verbigracia, Tomás del Bien, el político más dotado, carismático del socialismo zamorano, pero que podría hacer sombra a Antidio Fagúndez, hijo político de Madrid, y, por supuesto, felipista, cuando hubo que serlo; zapaterista, por la misma razón, y ahora sanchista, porque así lo dispone el presente. Y mañana, cuando caiga Sánchez, del que se tercie.

Zamora, ciudad y provincia, claman por la creación de un partido zamorano, que sea distinto en las formas  a las grandes formaciones nacionales;  distante de la política de amiguetes, intereses y botarates a la que nos acostumbraron desde el inicio de la democracia. Zamora agoniza, pero los vicarios de los partidos españoles en la provincia siguen sin saber cómo tratar al paciente.

Eugenio-Jesús de Ávila

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