ASÍ LAS COSAS
La ineptocracia en política, en arte y en periodismo
“La ineptocracia es el sistema de gobierno en el que los menos preparados para gobernar son elegidos por los menos preparados para producir y los más incapaces para triunfar, mientras los más vagos y menos preparados para crear riqueza y procurarse su sustento son los grandes beneficiados del sistema, regalados con bienes y servicios pagados con los impuestos confiscatorios e injustos que padecen y soportan los mejores”. Análisis y reflexión de Jean D’Omersson, escritor y filósofo francés, muerto en 2017 a los 92 años.
Yo, un periodista e historiador provinciano, carezco de talento suficiente para contradecir, oponerme, criticar a este genio galo. Por esa razón, asumo que España, quizá también otras naciones, de las que conozco solo lo que se informa en los medios de comunicación, padece un gobierno de ineptócratas, porque la mayor parte de los miembros del ejecutivo, desde el propio Pedro Sánchez a todos los ministros y las ministras podemitas, forman parte de la ineptitud intelectual. He extrapolado el pensamiento de D’Omersson a sanchismo y al neocomunismo anacrónico, gente que sigue rigiéndose por el Manifiesto Comunista de 1848 o el golpe de Estado de Lenin en 1917, dado contra el primer gobierno democrático ruso, y el estalinismo, que tantos millones de muertos causó a la mayor nación del mundo.
Por supuesto, ya hubo ministros incompetentes en anterior ejecutivos, como aconteció en los de Zapatero, otro incapacitado para ejercer como presidente del Gobierno, si bien, admito que los que presidió Rajoy, casi todos hombres y mujeres con carreras destacadas, abogados del Estado, intelectuales, catedráticos, gobernaron como ineptos aunque se distinguieran en sus respectivas profesiones.
España jamás sufrió la gobernanza de personajes con tan escasas cualidades intelectuales en sus gobiernos como los que viene presidiendo Pedro Sánchez. Recuerdo que los primeros ejecutivos de Felipe González los conformaron personas de extraordinario valor profesional, gente que tampoco necesitaba de la política para vivir. Vergibracia: Guerra, Solana, Morán, Fernández Ordóñez, Boyer, Barrionuevo, Ledesma, José María Maravall, Solchaga…Quizá el comportamiento como hombres de Estado quedase lejos de sus capacidades profesionales; pero merecieron ser ministros, llenaban escaños con su capacidad, mostraron talento.
Sucedió algo parecido con Aznar y sus dos ejecutivos, con personas de alta cualificación profesional, algunos con altos grados de corrupción, caso de Rato. Otra cuestión es que, si se es hincha socialista o pío comunista, se odie a cualquier político del PP y a todo periodista que enjuicie, con objetividad, la labor de aquellos gobiernos, en el reconocimiento de errores superlativos que causaron.
Pero el sanchismo solo se entiende como la llegada al poder de ineptos prodigiosos, tras una moción de censura a Rajoy, cobarde que, por no caer derrotado en las urnas ante Ciudadanos, prefirió que Sánchez y los enemigos confesos de España, lo echaran del ejecutivo. España padece ahora el peor gobierno posible en su momento más complejo de la democracia.
Esta nación clamaba por un ejecutivo como el italiano, tecnócrata, hombres de Estado, presidido por un economista extraordinario, Mario Draghi, y formado por políticos con más capacidad intelectual, talento y seriedad, que confesos ideológicos, sectarios de un izquierdismo desfasado y de corto entendimiento, anacrónico y amante de la dictadura del proletariado, partidarios de acabar con la propiedad privada y la depauperación generalizada del pueblo, así ya podrían ejercer la caridad del Estado y crear el pesebre de las subvenciones públicas. Comunistas y cristianos, dos formas de fe, dos creencias, una que prometió el paraíso en la tierra y solo trajo la ruina, la hambruna, la esclavitud allá donde tomó el poder, siempre por medios antidemocráticos, y la otra un cielo después de esta vida de lágrimas y miserias, necesitan pobres para ejercer el poder.
Esta ineptitud política también se ha expandido a partidos de la oposición y a la prensa de provincias, como comprobamos casi todos los días, con titulares que no coinciden con la información, desconocimiento de la sintaxis, léxicos menguados y sumisión al dinero público, a la "pasta" de las instituciones. Sucede, por supuesto, en otro tipo de manifestaciones artísticas. Confieso que un servidor también forma parte de esta ineptocracia. Lo asumo.
Eugenio-Jesús de Ávila
“La ineptocracia es el sistema de gobierno en el que los menos preparados para gobernar son elegidos por los menos preparados para producir y los más incapaces para triunfar, mientras los más vagos y menos preparados para crear riqueza y procurarse su sustento son los grandes beneficiados del sistema, regalados con bienes y servicios pagados con los impuestos confiscatorios e injustos que padecen y soportan los mejores”. Análisis y reflexión de Jean D’Omersson, escritor y filósofo francés, muerto en 2017 a los 92 años.
Yo, un periodista e historiador provinciano, carezco de talento suficiente para contradecir, oponerme, criticar a este genio galo. Por esa razón, asumo que España, quizá también otras naciones, de las que conozco solo lo que se informa en los medios de comunicación, padece un gobierno de ineptócratas, porque la mayor parte de los miembros del ejecutivo, desde el propio Pedro Sánchez a todos los ministros y las ministras podemitas, forman parte de la ineptitud intelectual. He extrapolado el pensamiento de D’Omersson a sanchismo y al neocomunismo anacrónico, gente que sigue rigiéndose por el Manifiesto Comunista de 1848 o el golpe de Estado de Lenin en 1917, dado contra el primer gobierno democrático ruso, y el estalinismo, que tantos millones de muertos causó a la mayor nación del mundo.
Por supuesto, ya hubo ministros incompetentes en anterior ejecutivos, como aconteció en los de Zapatero, otro incapacitado para ejercer como presidente del Gobierno, si bien, admito que los que presidió Rajoy, casi todos hombres y mujeres con carreras destacadas, abogados del Estado, intelectuales, catedráticos, gobernaron como ineptos aunque se distinguieran en sus respectivas profesiones.
España jamás sufrió la gobernanza de personajes con tan escasas cualidades intelectuales en sus gobiernos como los que viene presidiendo Pedro Sánchez. Recuerdo que los primeros ejecutivos de Felipe González los conformaron personas de extraordinario valor profesional, gente que tampoco necesitaba de la política para vivir. Vergibracia: Guerra, Solana, Morán, Fernández Ordóñez, Boyer, Barrionuevo, Ledesma, José María Maravall, Solchaga…Quizá el comportamiento como hombres de Estado quedase lejos de sus capacidades profesionales; pero merecieron ser ministros, llenaban escaños con su capacidad, mostraron talento.
Sucedió algo parecido con Aznar y sus dos ejecutivos, con personas de alta cualificación profesional, algunos con altos grados de corrupción, caso de Rato. Otra cuestión es que, si se es hincha socialista o pío comunista, se odie a cualquier político del PP y a todo periodista que enjuicie, con objetividad, la labor de aquellos gobiernos, en el reconocimiento de errores superlativos que causaron.
Pero el sanchismo solo se entiende como la llegada al poder de ineptos prodigiosos, tras una moción de censura a Rajoy, cobarde que, por no caer derrotado en las urnas ante Ciudadanos, prefirió que Sánchez y los enemigos confesos de España, lo echaran del ejecutivo. España padece ahora el peor gobierno posible en su momento más complejo de la democracia.
Esta nación clamaba por un ejecutivo como el italiano, tecnócrata, hombres de Estado, presidido por un economista extraordinario, Mario Draghi, y formado por políticos con más capacidad intelectual, talento y seriedad, que confesos ideológicos, sectarios de un izquierdismo desfasado y de corto entendimiento, anacrónico y amante de la dictadura del proletariado, partidarios de acabar con la propiedad privada y la depauperación generalizada del pueblo, así ya podrían ejercer la caridad del Estado y crear el pesebre de las subvenciones públicas. Comunistas y cristianos, dos formas de fe, dos creencias, una que prometió el paraíso en la tierra y solo trajo la ruina, la hambruna, la esclavitud allá donde tomó el poder, siempre por medios antidemocráticos, y la otra un cielo después de esta vida de lágrimas y miserias, necesitan pobres para ejercer el poder.
Esta ineptitud política también se ha expandido a partidos de la oposición y a la prensa de provincias, como comprobamos casi todos los días, con titulares que no coinciden con la información, desconocimiento de la sintaxis, léxicos menguados y sumisión al dinero público, a la "pasta" de las instituciones. Sucede, por supuesto, en otro tipo de manifestaciones artísticas. Confieso que un servidor también forma parte de esta ineptocracia. Lo asumo.
Eugenio-Jesús de Ávila






























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