HABLEMOS
Ni superioridad moral ni intelectual
Carlos Domínguez
Una de las mayores falsedades que ha inoculado en una opinión pública manipulada la izquierda hegemónica en lo político y lo cultural, asimismo en lo intelectual o propiamente académico, es la supuesta superioridad en tales campos sobre un liberalismo… burgués y de clase.
No hay tal. Si en lo humano, lo ético, incluso en lo técnico o propiamente material, no puede haber duda, menos todavía en el terreno intelectual y del pensamiento. Al margen de la nutrida claque que cantó y glosó con ánimo sectario las “conquistas” teóricas de los padres fundadores, el legado científico del marxismo y su obra respecto a la economía, la sociología o la politología, es hace tiempo manifiestamente prescindible. En términos llanos, fabulaciones que se mueven entre el fanatismo y la especulación, según acreditan, por poner un ejemplo, las “certeras” predicciones acerca de la ruina del capitalismo y el triunfo de la revolución proletaria, comenzando ya en el siglo XIX por la Inglaterra victoriana.
Sería hilarante pretender siquiera una mínima comparación entre el Marx “filósofo” y los pensadores coetáneos, así Kierkegaard, Schopenhauer y naturalmente Nietzsche; en el ámbito de la sociología, con Comte o Stuart Mill. Pero aun en el siglo XX, cuando de la mano del totalitarismo soviético se impuso en ámbitos intelectuales y académicos la dictadura de un marxismo entre escolástico y de manual, resultaría un insulto a la inteligencia buscar, al hilo de su bagaje “teórico”: hismat, diamat o patrañas similares, alguna “figura” siquiera mínimamente equiparable a Husserl, Scheler, Wittgenstein o Dewey…; y termino ahí, por ser demasiado prolijo abundar en brillo y podios de tan inalcanzable olimpo.
Excepto quizá por un detalle curioso. En el fértil predio del pensamiento, durante el siglo XX la gran figura, quien con Ser y tiempo llena por completo hasta desbordar el océano de la filosofía, no otro que Martin Heidegger, militó brevemente en las filas del socialismo nacional hitleriano. ¿Paradoja, anécdota o algo más? Quede ahí el detalle, añadiendo que Sartre, el otro gran representante del pensamiento en esa misma época, lo hizo ciertamente en las filas del marxismo, en cuanto a lo doctrinal y lo político. Sin embargo, su obra máxima: El ser y la nada, debe todo a la fenomenología o al mismo Heidegger, y nada a la tópica marxista que hicieron suya muchos de sus colegas. En algún caso, así el de Althusser con su innegable valía intelectual, ése fue su error y a un tiempo su drama. En lo teórico y lo personal, como es bien sabido.
Una de las mayores falsedades que ha inoculado en una opinión pública manipulada la izquierda hegemónica en lo político y lo cultural, asimismo en lo intelectual o propiamente académico, es la supuesta superioridad en tales campos sobre un liberalismo… burgués y de clase.
No hay tal. Si en lo humano, lo ético, incluso en lo técnico o propiamente material, no puede haber duda, menos todavía en el terreno intelectual y del pensamiento. Al margen de la nutrida claque que cantó y glosó con ánimo sectario las “conquistas” teóricas de los padres fundadores, el legado científico del marxismo y su obra respecto a la economía, la sociología o la politología, es hace tiempo manifiestamente prescindible. En términos llanos, fabulaciones que se mueven entre el fanatismo y la especulación, según acreditan, por poner un ejemplo, las “certeras” predicciones acerca de la ruina del capitalismo y el triunfo de la revolución proletaria, comenzando ya en el siglo XIX por la Inglaterra victoriana.
Sería hilarante pretender siquiera una mínima comparación entre el Marx “filósofo” y los pensadores coetáneos, así Kierkegaard, Schopenhauer y naturalmente Nietzsche; en el ámbito de la sociología, con Comte o Stuart Mill. Pero aun en el siglo XX, cuando de la mano del totalitarismo soviético se impuso en ámbitos intelectuales y académicos la dictadura de un marxismo entre escolástico y de manual, resultaría un insulto a la inteligencia buscar, al hilo de su bagaje “teórico”: hismat, diamat o patrañas similares, alguna “figura” siquiera mínimamente equiparable a Husserl, Scheler, Wittgenstein o Dewey…; y termino ahí, por ser demasiado prolijo abundar en brillo y podios de tan inalcanzable olimpo.
Excepto quizá por un detalle curioso. En el fértil predio del pensamiento, durante el siglo XX la gran figura, quien con Ser y tiempo llena por completo hasta desbordar el océano de la filosofía, no otro que Martin Heidegger, militó brevemente en las filas del socialismo nacional hitleriano. ¿Paradoja, anécdota o algo más? Quede ahí el detalle, añadiendo que Sartre, el otro gran representante del pensamiento en esa misma época, lo hizo ciertamente en las filas del marxismo, en cuanto a lo doctrinal y lo político. Sin embargo, su obra máxima: El ser y la nada, debe todo a la fenomenología o al mismo Heidegger, y nada a la tópica marxista que hicieron suya muchos de sus colegas. En algún caso, así el de Althusser con su innegable valía intelectual, ése fue su error y a un tiempo su drama. En lo teórico y lo personal, como es bien sabido.






























Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.27