Llorar por Zamora

Denuncio y analizo lo que otros no se atreven a escribir ni dar a conocer. No es una obligación; solo mi pasión. Hay miedo. Ese temor se extiende al pueblo llano, que tampoco se entera de lo que pasa, y al mundo de la prensa, no solo la escrita, sino también la digital, televisiones y emisoras de radio. Zamora es un erial cultural, social y económico.  No hay salida, porque los políticos que nos representa en Valladolid y Madrid se limitan a cobrar y presumir, los que son del PSOE, y a pasar el rato, con algunas denuncias epidérmicas, el resto. Serían el diputado nacional y el senador por Zamora, Antidio Fagúndez y José Fernández Blanco los más indicados para exigir al ejecutivo que preside Pedro Sánchez inversiones en nuestra ciudad y provincia. La oposición carece de poder para alcanzar sus objetivos. No obstante, recuerdo la etapa en el máximo poder de Martínez-Maíllo y solo se logró que Rajoy pasase unas horas en nuestra ciudad y prometiese recibir a miembros de Zamora10 en La Moncloa. No hubo lugar. La moción de censura lo evitó. Nuestros políticos, los que ejercen como tales en los parlamentos nacionales, los cortesanos del poder, pasan de nuestra tierra, que es la suya. Recogen el voto y solo se preocupan de lo suyo, de lo propio, de vivir en la excelencia.

Mientras, los autónomos y pequeños empresarios zamoranos las pasan canutas para mantener sus negocios y, en el peor de los casos, al puto paro. Solo hay ayudas, hasta donde se puede llegar, de Ayuntamiento  y Diputación. Pero la solución a los problemas de nuestra gente, de nuestra ciudad, de nuestra provincia solo podría solucionarlos el Gobierno que administra el Estado. Zamora fue algo cuando el Estado, ya en el franquismo, con el inolvidable Carlos Pinilla, apostó por nosotros. Después, la democracia, con énfasis en el felipismo, desinvirtió para destrozar la economía provincial. Usted, lector, ¿sabe lo que supuso para los pequeños empresarios zamoranos la marcha del Regimiento Toledo del Cuartel Viriato, el cierre de la Prisión Provincial, de líneas férreas, por citar tres hechos históricos, a los que añadir la demencial reconversión agroganadera, exigida por Francia sobre todo, para que España entrase en la Comunidad Europea?

No soy economista, pero invitaría a algún licenciado en esta materia, a poder ser zamorano, que evaluase cómo afectó a la vida social, cultural y económica ese olvido de los sucesivos gobiernos de la democracia de las cuitas de esta tierra nuestra. Convencido estoy que ese informe nos ilustraría. Pero nadie, ningún político, cuando su partido mandaba en el gobierno de la nación, exigió medidas para paliar la deriva hacia el tercermundismo de Zamora. No recuerdo a un solo socialista, durante los 14 años de ejecutivos de Felipe González, que alzase la voz y protestase contra las medidas de su carismático líder. Nadie. Sucedió después con Aznar, con Rajoy y Zapatero. Sus vicarios en la provincia se olvidaron de Zamora, porque conocían el célebre aserto de Alfonso Guerra: “El que se mueve no sale en la fotografía”.

E insisto, si Monte La Reina no reactiva, si los terrenos de Adif en el complejo de la Estación del Ferrocarril no se ceden al Ayuntamiento de la capital para crear un potente polígono industrial;  si el Ministerio de Cultura no se hace cargo de la restauración absoluta de la muralla medieval; si no se transforma en autovía la actual nacional entre Zamora y la frontera lusa, lloraremos por nuestra tierra. Entonces, regresaría de la historia algunos de nuestros personajes para afearnos, como la madre de Boabdil,  Aixa, último rey nazarí del Reino de Granada, aquello de que “Llora como mujer lo que no supiste defender como hombre”. A un servidor ya no lo quedan ni lágrimas.

Postdata: Perdónenme las feministas. La frase no me corresponde. La pronunció una fémina musulmana.

Eugenio-Jesús de Ávila